domingo, octubre 16, 2022

NUESTRO TEXTO DE VIDA

 





 

“Toda la Escritura es inspirada por Dios,

y útil para enseñar, para redargüir,

para corregir, para instruir en justicia, /

a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,

enteramente preparado para toda buena obra”

2 Timoteo 3:16,17

  

L

os cristianos tenemos unas Escrituras, nuestros libros sagrados, el antiguo y el Nuevo Testamento, que conforman la Biblia. En realidad, la Biblia es una reunión de 66 libros escritos a través de varios siglos por diversos escritores, pero uno solo es el autor: Dios. Tenemos un libro inspirado por Dios que es nuestro libro de texto. Así como los estudiantes se apoyan en un libro de lecturas entregado por el maestro, nosotros los cristianos, los discípulos de Jesús, tenemos la Biblia que es nuestro “Texto de vida”. 

Dice el Apóstol Pedro: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el Lucero de la mañana salga en vuestros corazones; / entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada, / porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:19-21) 

Esta Escritura inspirada por Dios es una Palabra profética muy segura, de la cual nosotros nos tomamos para vivir como personas creyentes en Dios. Se dice que somos la religión del libro porque tenemos un Libro que nos guía y estamos atentos a este Libro que, como una antorcha, ilumina nuestro caminar, nos muestra la verdad y la voluntad de Dios, cómo quiere Él que vivamos. Pedro anhela que alumbre Cristo en los corazones de los cristianos, que puedan madurar y entiendan lo que significa la Escritura, que no es de interpretación particular, sino que tiene un significado específico y es aquél que dilucida el Espíritu Santo para nuestras vidas. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros son ministros de Dios dedicados a esa interpretación de la Escritura, pero en realidad todo cristiano puede interpretar la Palabra de Dios, si es bien guiado por el Espíritu Santo y educado con las herramientas que el Espíritu nos ha dado para la exégesis y la hermenéutica de la Palabra de Dios. Es claro que toda la Escritura es inspirada por Dios y por lo tanto contiene la Verdad. Eso es la inerrancia bíblica. 

La Escritura es útil para enseñar. Por medio de ella podemos enseñar a las personas a vivir, que es lo más importante; que aprendamos como debe vivir el esposo, la esposa, el trabajador, el hijo, cómo debe vivir la mujer y el hombre, cómo debe vivir el jefe, cómo ejercer cada uno su rol en esta sociedad y en la Iglesia. Todo eso abarca la Escritura y eso es lo importante.  Timoteo, como obispo de Éfeso, también debía enseñar: 

“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Timoteo 4:6) 

Timoteo, como líder, tiene que enseñar doctrina, palabras de fe; tiene que ser un buen ministro de Dios y enseñar a sus hermanos pues el ministerio de la Palabra no es sólo la predicación, la evangelización y el discipulado; es también la enseñanza. 

La Escritura es útil para enseñar y también para redargüir. Esta palabra significa argumentar en contra de falsos conceptos, es una contra argumentación. Las personas tienen unos prejuicios y unas ideas preconcebidas a veces cerradas y erradas. Como cristianos podemos tener ideas equivocadas y entonces el ministro del Señor debe sacarnos de esa confusión o error argumentando adecuadamente, por supuesto con la Palabra de Dios. Eso es redargüir: argumentar en contra de conceptos falsos. 

Pero también la Palabra de Dios, dice Pablo, es útil para corregir a aquel que está actuando en una forma incorrecta, que está haciendo cosas que no debiera o bien no haciendo lo que debe hacer. Entonces hay que corregirlo con la Palabra: 

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12) 

Usted escucha la Palabra de Dios o la lee y esa Palabra le habla, si usted tiene una conciencia sensible, una disposición de alma, una mente abierta para recibir la enseñanza del Señor. Comprenderá que algo le está hablando y quiere corregirle en sus dudas, corregirle en aquello que usted no está haciendo en forma correcta. Así que la Escritura que es inspirada por Dios, que es útil para enseñar y redargüir, también sirve para corregir al que está siguiendo un camino incorrecto. 

Y también dice que es para instruir en justicia. La justicia es el equilibrio que Dios quiere que vivamos, la conducta correcta, Dios es un Dios justo que da a cada uno conforme a sus obras, lo que tiene que recibir. Si ha de corregirnos o reprendernos Dios lo va a hacer en forma correcta, justa. Si tiene que premiarnos, nos premiará. Dios es Justo y Su Palabra sirve para instruir en justicia. 

En el texto clásico de nuestra fe, ese descubrimiento o redescubrimiento de Lutero en la carta a los romanos, se lee: 

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17) 

El versículo habla de dos conceptos: justicia y fe. Fe es creer y dice que el justo por la fe vivirá, podemos tener la vida eterna por medio de la fe. Dios puede justificarnos en Cristo o sea puede hacernos justos. En el Evangelio esta justicia se revela por fe. La Sagrada Escritura es útil para instruir en esa justicia: 

“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Efesios 4:24) 

Como nacidos de nuevo debemos revestirnos o volvernos a vestir, pero ya no con esas vestiduras andrajosas y malolientes del mundo de tinieblas, sino con una vestidura limpia, santa, purificada por la sangre de Jesús. Esa vestidura es ese hombre nuevo o mujer nueva que creó Dios en usted, desde el momento en que se convirtió. Creado en la justicia de Cristo y en la santidad de Cristo, que también es la Verdad. Él ha dicho: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”. 

Por último: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, / para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, / llenos de frutos de Justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Filipenses 1:9-11) 

La justificación que Dios nos ha dado debe producir un fruto. La Escritura, por estar inspirada por Dios y ser útil para enseñar y para redargüir y corregir, también nos instruye en esa justicia. 

Tenemos, entonces, cinco características de la Sagrada Escritura, nuestro Texto de Vida que tiene un propósito: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:17) 

Tenemos un propósito: la perfección. Por supuesto nunca vamos a ser en esta vida perfectos porque tenemos un cuerpo que está inclinado al pecado, porque vivimos en un mundo donde hay muchas tentaciones y en algunas oportunidades podemos ser vencidos por la tentación, porque somos combatidos permanentemente por el reino de tinieblas, etc. El Espíritu Santo nos santifica paulatinamente pero cuando llegue el día de nuestra muerte, tal vez no seremos perfectos, a la imagen de Cristo, más en la resurrección seremos transformados. 

Esta Sagrada Escritura es para que nos instruya y nos prepare y nos corrija y haga de nosotros personas perfectas. Perfección significa santidad: “Sed perfectos, como mi Padre que está en los cielos es perfecto”; “Sed santos, como mi Padre que está en los cielos es Santo.” Dios pide de nosotros la santidad ¿y cómo podrá lograrlo? Por medio del sacrificio de Cristo en la Cruz que ha dado su vida por nosotros y ha puesto en nosotros Su Espíritu. Ese Espíritu es el que nos santifica día a día, pero utiliza la Palabra de Dios. La Escritura y el Espíritu Santo están mancomunados, están asociados para hacer de nosotros personas nuevas. 

Por último, dice nuestro texto “…enteramente preparado para toda buena obra.”  Comienza el texto con la palabra toda cuando dice Toda la escritura es inspirada por Dios…” y termina el texto también con la palabra toda: “…enteramente preparado para toda buena obra.” Así es que la totalidad de la escritura es de inspiración Divina y está hecha para que nosotros podamos ser santos, que no es la total perfección, sino que podamos ser buenos cristianos y estar preparados para realizar toda buena obra. ¡Qué el Señor nos ayude! 

© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com


viernes, octubre 07, 2022

LA LEY DEL AMOR

 




“El que no ama, no ha conocido a Dios;

porque Dios es amor.”

1 Juan 4:8

 

 

L

a frase “Dios es amor” se puede ver escrita en las muros, en las calles, en las piedras, a veces en los cerros. Es una verdad que ha sido predicada mucho pero realmente pocos viven. Dios es amor y si yo tengo a Dios, entonces yo tengo el amor. Pero ese amor no es sólo para disfrutarlo para mí mismo, sino que es un amor que Dios pone en nuestro interior para llenarnos de él y darlo a nuestro prójimo. Por eso dice el versículo “el que no ama no ha conocido a Dios…” ¡y cuántos dicen conocer al Señor, conocer a Dios! Hablan de Dios, predican de Dios, escriben de Dios y siempre están con la palabra “Dios” en sus labios pero realmente no aman pues no tienen misericordia de los que sufren, no ayudan a su prójimo, no escuchan al que tiene problemas, critican, envidian, no son humildes, etc. O sea, no tienen amor, no aman. Por lo tanto, podemos inferir, como dice este versículo, que esas personas, aunque hablen de Dios, aunque digan que son cristianos, que son religiosos, que son de tal o cual iglesia, en realidad no han conocido a Dios porque “Dios es amor”. 

Esto es lo que caracteriza al verdadero cristiano. Jesús dijo que nos conocerían por una característica: que nos amamos unos a otros. Dice en el Evangelio: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) La característica del discípulo de Jesucristo es que tiene amor por el hermano. En el versículo anterior el Señor dice: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (San Juan 13:34) 

Nosotros conocemos los 10 Mandamientos, pero el Señor dice “un mandamiento nuevo les voy a dar ahora”. Este otro mandamiento es quizás el mandamiento más importante porque es el que resume todos los mandamientos anteriores. Por ejemplo, no robar es un mandamiento, no matar es otro mandamiento, no desear la mujer del prójimo y en el caso de la mujer, no desear el hombre del prójimo.  Cada uno es un mandamiento y es un pecado desobedecerlo. Si el mandato es no mentir y yo miento, estoy engañando a mi prójimo; si yo mato le estoy haciendo daño a mi prójimo, no lo estoy amando; si deseo lo que tiene el vecino y tengo envidia de él, no lo estoy amando al no alegrarme de que ese vecino tenga aquello, sino que estoy molesto porque ese vecino tiene un auto o tiene una casa linda o tiene un esposo y yo no lo tengo, o tiene las cosas y comodidades que yo no dispongo. Por tanto, todos los mandamientos hablan del amor y faltar a cualquiera de ellos es faltar al amor. 

Y Jesús dice que nos da ese nuevo mandamiento. Él viene a aclarar cuál es la voluntad de Dios “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Aquí hay algo especial; podría haber dicho nada más que “Que os améis unos a otros” pero añadió “como yo os he amado”. Él puso la medida de ese amor y dio Su propia vida por Sus discípulos. Jesús entregó Su vida y eso es lo que tendremos que hacer si queremos realmente amar como Dios quiere que amemos: Dar la vida por nuestros prójimos. Tal vez no nos vamos a matar, no nos crucificarán, no nos van a perseguir ni nos van a meter en la cárcel. Pero cuando doy de mi tiempo, cuando yo renuncio a algo que me gusta por ayudar a otros, estoy dando amor entregándome por el prójimo, por causa del Evangelio, por amor a Dios. 

Luego dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) El amor será un sello, una característica, un reconocimiento. No necesitamos usar un uniforme, un cuello clerical o una sotana para mostrar que somos cristianos; tan sólo tenemos que mostrar el amor. Así lo dice Juan nuevamente en su primera carta: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” y en el anterior “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7) 

La persona que ha nacido de Dios, que ha nacido de nuevo, porque eso es nacer de Dios, nacer del Espíritu; esa persona tiene el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es amor:

“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. / 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:1-5) 

Al darnos Dios su Espíritu Santo, ha derramado dentro de nosotros Su amor. La tarea que tenemos por delante es amar a nuestro prójimo, es amar a aquel que huele mal, a cigarro, a vino, que está borracho o huele a droga, a mariguana; amar a aquel que está mal vestido, andrajoso, sucio o que está botado en la calle; amar al vanidoso, ese que nos dice necedades; al que a veces nos desprecia y se cree superior, aquel que es antipático; ha que amar al que no tiene amigos porque es tan pesado, pero nosotros podemos ser su amigo o su amiga en representación del Dios de amor; amar al que piensa distinto a mí, que es de otra religión o de otra iglesia, que cree en otras cosas o que no cree, al ateo al agnóstico; al que tiene necesidad de ayuda, de ser escuchado, que se le aplauda, que se le diga una palabra de ánimo para que se eleve su autoestima, en fin, amar a todo el mundo. Creo que lo más difícil es amar a aquellos que nos agreden o que nos cae mal porque están llenos de vanidad o son personas prepotentes. Pero tenemos que amarlos porque es el mandamiento de Cristo. ¡Qué el Señor nos ayude, nos bendiga, nos fortalezca y nos de la capacidad de perdonar al difícil, sobrellevar al que tiene problemas y ayudar a aquel que necesita de su amor! 

Oración: Padre, gracias por Tu Palabra que nos invita a amar a nuestros prójimos sin limitación y darles lo que ellos necesitan porque Tú lo ordenas. Queremos ser canales de bendición para sus vidas, canales de Tu amor. Tú dijiste que cuando damos a un pobre o ayudamos al necesitado, al enfermo, cuando visitamos a alguien en la cárcel o en el hospital, lo hacemos a Ti. Padre permite que te sigamos sirviendo y dando el amor que nos has entregado gratuitamente; no que nosotros seamos amorosos, sino que tu Espíritu Santo ha derramado ese amor en nuestro interior. Ayúdanos a compartirlo, no ser egoístas y darlo a nuestro prójimo. En el nombre de Jesús. Amén.


© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com

 



miércoles, septiembre 21, 2022

ORAD POR TODOS

 UNA NACIÓN LIBRE

MENSAJE DE FIESTAS PATRIAS 7

 




© Pastor Iván Tapia

 

Lectura bíblica: “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; / 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. / 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, / 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4) 

Idea central: Los principales propósitos de la oración. 

Objetivos: a) Comprender que Dios desea que hagamos oración por todos los hombres; b) Comprender que el Espíritu Santo desea instalar en la Iglesia un estilo de vida conforme al Evangelio; c) Comprender que una motivación fundamental para la oración es agradar el corazón del Señor; d) Comprender que el principal motivo de oración es el cumplimiento de la Gran Comisión; e) Practicar la oración. 

Resumen: El Texto Sagrado nos indica que debemos orar por todos los hombres, incluida la Iglesia, para agradar a Dios y principalmente por la salvación eterna de sus almas. 

 

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s muy apropiado en estas fechas en que celebramos la independencia de nuestra nación del dominio extranjero y recordamos los hechos históricos que nos condujeron a la posición de un país libre y soberano, reflexionar sobre el papel de la Iglesia, entendida como un Cuerpo formado por todos aquellos que han tenido un encuentro con Jesucristo y han  obedecido a Su llamado a la salvación. 

Creemos que el texto escogido como base para este sermón muestra apropiadamente la visión que tuvieron los apóstoles de la relación de la Iglesia con la nación. No es una visión propiamente política ni materialista, sino eminentemente espiritual y ética. Dicho texto da instrucciones a los cristianos sobre la necesidad de orar por la nación e incluso por las naciones, cosa que se hará con dos propósitos muy claros, los que se enmarcan en la misión que cumplimos en la sociedad como sal y luz. 

 

¿Cuál debe ser el contenido de la oración de la Iglesia por la nación? 

1.     Orar por todos los hombres.

“1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;” (1 Timoteo 2:1) 

El Apóstol nos exhorta a que nuestra oración esté dirigida en primer lugar por todos los hombres, es decir creyentes y no creyentes, sin ninguna discriminación, pobres y ricos, presos y libres, buenos y malos, etc. Todos los familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, jefes, líderes y autoridades deben estar en nuestras listas de oración. Es parte de la labor sacerdotal del cristiano interceder por todos los hombres. 

Enumera el texto cuatro tipos de oración:

1)     Rogativas, son oraciones públicas e insistentes para pedir a Dios que resuelva un problema o necesidad grave. La Iglesia puede ponerse de acuerdo en hacer una rogativa por la nación en una situación específica.

 

2)     Oraciones, son las peticiones hechas en forma individual, la conversación personal e íntima que cada cristiano tiene con Dios y en la cual debe incluir las necesidades de la nación.

 

3)     Peticiones, oraciones en las que se pide en forma específica por todas aquellas cosas que requieren satisfacción o solución a nivel individual y colectivo. En forma permanente están surgiendo motivos de petición, a los que el discípulo debe estar alerta para orar por ello. Jesús nos autoriza y anima a hacerlo: 

“9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. / 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (San Lucas 11:9,10)

 

4)     Acciones de gracias, oraciones individuales y colectivas dando gracias y honra a Dios por todos Sus beneficios y favores. A través de los siglos se ha constituido el Te Deum o Culto de Acción de Gracias por la Nación, una costumbre universal de la Iglesia. 

En resumen, es función del cristiano y la Iglesia orar por todos los seres humanos, dando gracias y pidiendo por sus necesidades. La comunidad cristiana debe organizar rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por la nación. 

 

2.     Orar por un estilo de vida.

“2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” (1 Timoteo 2:2) 

Es deber nuestro orar por el gobierno de la nación, los ministros, diputados, senadores, magistrados, intendentes, alcaldes y toda autoridad civil. No es algo protocolar sino una necesidad para que exista en la sociedad un clima de armonía, orden, justicia y libertad. Dios bendice la nación por la que Su pueblo está rogando: 

“14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. / 15 Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar” (2 Crónicas 7:14,15) 

El propósito de esta oración es lograr que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” Poder vivir en paz, sin discordias, peleas, desencuentros, protestas ni manifestaciones de odio y rebelión, permitirá tener una vida de piedad, es decir de oración, reflexión y contemplación de la gloria de Dios. Anhelamos un mundo que viva bajo los principios y valores del Evangelio, en que la honestidad sea el sello de nuestras relaciones humanas; no temer siempre el robo, la trampa, el engaño, la falsedad, la usura y todas esas conductas propias de las tinieblas. 

Necesitamos orar por tener un estilo de vida y contagiarlo a la sociedad en que vivimos, puesto que somos la luz del mundo: 

14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. / 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. / 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (San Mateo 5:14,15) 

La oración por los gobernantes de la nación permitirá que se forme un clima adecuado para una vida honesta y piadosa. Debemos orar por todos y también por nosotros, la Iglesia, para que el Reino de Dios se establezca completamente en nuestras vidas produciendo un estilo de vida cristiano que impregne nuestro medio. 

 

3.     Orar para agradar el corazón de Dios.

“3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,” (1 Timoteo 2:3) 

Agradar a nuestro Padre Celestial es el primer deseo del discípulo de Jesucristo. No le servimos por miedo al castigo o al Infierno, ni por interés en recibir Sus bendiciones, sino paras alegrarlo. Es también un modo de expresarle nuestra gratitud por tantos favores que, por misericordia, nos ha hecho. 

Oramos por nuestra patria, ciudad y barrio porque eso agrada al Señor. Invitemos a otros hermanos a hacer lo mismo y a acompañarnos también en la oración. Que cada cristiano comprometido cree en su hogar una instancia de oración, un verdadero “cenáculo de Jesús” es una iniciativa que pondrá feliz el corazón de Cristo, pues Él desea que vivamos cristianamente, que desarrollemos las virtudes de fe, paz, amor y esperanza; que hagamos obras de bien y actuemos correctamente; y que multipliquemos Su amor en nuevas vidas, que hagamos discípulos, que se conviertan a Él otras vidas. 

Oramos no tanto por nosotros sino por el Señor, para agradarle a Él. Orar es conversar con Dios, comunicarse con Él, intimar con Su Espíritu. ¿Qué padre no desea estar con sus hijitos amados? El Padre Dios anhela que compartamos con Él. 

 

4.     Orar por la salvación de las almas.

“4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:4) 

Finalmente, el texto nos presenta el motivo principal de la oración, que es también una de las tareas fundamentales, si no la más importante, que es predicar el Evangelio de Salvación, conforme a lo que nuestro Salvador y Señor ordenó antes de partir a los Cielos: 

“19 … id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (San Mateo 28:19,20) 

“15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. / 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos 14:15,16) 

“8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8) 

El propósito final de Dios es la salvación de las almas. El deseo de Dios es que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Ciertamente no sucederá así pues hay muchos corazones rebeldes, endurecidos, incrédulos que prefieren continuar en su ceguera espiritual y seguir otros caminos que no les conducirán al Cielo, pero eso ya es responsabilidad personal. Nuestro deber cristiano es dar a conocer el Evangelio, el modo en que los seres humanos pueden salvarse de la condenación eterna: 

“17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. / 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. / 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” (San Juan 3:17-19) 

Todo discípulo de Jesucristo debe cubrir en oración a aquellas personas que el Espíritu Santo le presenta para evangelizar. Nuestra tarea es predicarles y el Señor se encargará de producir fe en sus corazones. Orar por la salvación eterna de nuestros familiares, amigos y compañeros de ruta es nuestro primer deber en la oración. 

CONCLUSIÓN.

Los cristianos debemos orar por todos, organizando rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por la nación. También por la Iglesia, para que se produzca en ella un estilo de vida conforme al Evangelio. Hacemos oración para agradar a Dios que, como Padre amoroso, anhela que conversemos con Él. Orar por la salvación eterna de nuestros prójimos es nuestro primer deber en la oración. 

ORACIÓN: Padre, te damos gracias por habernos dado la oración, esta arma tan importante para dar nuestra lucha espiritual contra las tinieblas. En este día oramos por todos los habitantes de nuestra tierra, los ciudadanos de nuestra nación, sin distinción de ningún tipo, pues todos son seres humanos creados por Ti con amor. Y Tú deseas la salvación de todos ellos, que vengan al conocimiento de la Verdad y sean también ciudadanos de Tu Reino. Te pedimos por el presidente, sus ministros, diputados y senadores, magistrados, intendentes, gobernadores y alcaldes, para que les ilumines con sabiduría, equilibrio y espíritu de servicio, para que vivamos en paz, conforme a nuestro estilo de vida basado en el Evangelio de Jesús y continuemos nuestra labor evangelizadora con libertad y así muchos puedan convertir sus vidas a Jesucristo y alcanzar la salvación eterna de sus almas. Te lo rogamos en el nombre de nuestro Amado Salvador y Señor. Amén. 

Valparaíso, domingo 18 de septiembre de 2022.



domingo, noviembre 07, 2021

UNA BOCA QUE HABLA SABIDURÍA

 




MAYORDOMÍA

CONSEJO 4 


© Pastor Iván Tapia

 

“La lengua de los sabios adornará la sabiduría;

Mas la boca de los necios hablará sandeces.” (Proverbios 15:2) 

 

E

l dístico que encabeza este capítulo hace una relación entre boca y sabiduría. La boca y la lengua contenida en ella, es el órgano que se usa para la comunicación humana. La sabiduría es en un sentido práctico, tal vez para la cultura hebrea, la facultad para actuar con sensatez y prudencia; pero también implica un conjunto de conocimientos amplios y profundos de la vida, basados en el estudio y la experiencia. La comunión con Dios y Su Palabra, más las experiencias y la reflexión de ellas, nos entregarán esa sabiduría de la que habla la Biblia. 

Cada dicho de una persona sabia hace más hermosa esta virtud de sabiduría,  en cambio el necio la afea hablando torpemente. Un cristiano no puede ser un necio, ya que tiene el Espíritu Santo habitando en él y uno de los dones del Espíritu es la sabiduría: 

“Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” (Isaías 11:2) 

Parte de la mayordomía cristiana es el dominio de la lengua, el correcto hablar. En nuestro tiempo mucha comunicación se da por escrito, sea en cartas en papel o en forma virtual. En ese ámbito también debe darse esta ética del hablar, la buena conversación, aplicando los valores cristianos. A continuación veremos la relación  que hay entre boca y sabiduría. 

¿Qué relación hay entre la boca y la sabiduría? 

  1. La sabiduría viene de la boca de Dios.

 “Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” (Proverbios 2:6) 

La sabiduría del mundo no es la sabiduría de Dios, suele ser astuta e interesada. La sabiduría de Dios es eterna. Santiago, el líder de la Iglesia de Jerusalén, define las características de la sabiduría Divina: 1) pura, 2) pacífica, 3) amable, 4) benigna, 5) llena de misericordia, 6) fructífera, y 7) verdadera. Lo expresa de este modo: 

“13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. / 14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; / 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. / 16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. / 17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. / 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.” (Santiago 3:17) 

Es conveniente acercarse a la Palabra de Dios escrita en la Biblia para adquirir la sabiduría Divina y por tanto desarrollar la inteligencia espiritual: 

“Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca (Proverbios 4:5) 

El Apóstol oraba para que los discípulos de Éfeso adquirieran esa sabiduría e inteligencia espiritual: 

“16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, / 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (Efesios 1:16,17) 

Las palabras del ser humano, cuando está dotado de experiencia, cuando ha sufrido y reflexionado sobre la vida, cuando de alguna forma se ha acercado a Dios o a los principios Divinos, entonces esas palabras que salen de su boca son como aguas profundas que brotan limpias y refrescantes cual manantial: 

“Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.” (Proverbios 18:4) 

La mujer virtuosa, según la Biblia, habla palabras sabias y siempre es sensible a las necesidades humanas; es misericordiosa, compasiva, benevolente con su prójimo: 

“Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.” (Proverbios 31:26) 

De la boca de Dios surge Su Palabra, la que está llena de sabiduría para alimentar el alma humana. 

 

2.      La sabiduría no abunda en la boca del necio

“Los sabios guardan la sabiduría; Mas la boca del necio es calamidad cercana.” (Proverbios 10:14) 

Así como los hombres sabios atesoran sabiduría, los necios la despilfarran, no la reconocen y actúan de tal forma que cosechan sólo calamidades. Seguramente usted puede identificar a aquellas personas faltas de sabiduría y orar por ellas, pues caminan al despeñadero. 

Casi siempre el necio es soberbio. Su necedad le hace ser imprudente y orgulloso. Y su soberbia lo conduce a la necedad. Esto se expresa en sus palabras que agreden con soberbia y vanidad. Muy al contrario los sabios suelen callar, suavizar la crítica haciéndola constructiva y guardando siempre humildad: 

“En la boca del necio está la vara de la soberbia; Mas los labios de los sabios los guardarán.” (Proverbios 14:3) 

“La boca de los sabios esparce sabiduría; No así el corazón de los necios.” (Proverbios 15:7) 

Quien es inteligente y ha cultivado su alma en la sabiduría de Dios busca más conocimiento y desea crecer interiormente. En cambio el torpe reúsa la buena comida espiritual y alimenta su alma con basura: 

“El corazón entendido busca la sabiduría; Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.” (Proverbios 15:14) 

La sabiduría es como un objeto de lujo para el necio, le resulta inalcanzable y cuando se enfrenta a ella permanece callado porque la sabiduría le resulta aplastante: 

“Alta está para el insensato la sabiduría; En la puerta no abrirá él su boca.” (Proverbios 24:7) 

La persona necia carece de sabiduría y su lengua transmite palabras torpes que yerran y hieren al interlocutor. 

 

3.      La sabiduría se expresa en una boca prudente.

 “El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría.” (Proverbios 11:9) 

La Escritura relaciona la sabiduría con la boca; la sabiduría está en el interior del hombre sabio y la boca habla lo que hay en su interior, como dijo Jesús a los fariseos: 

¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (San Mateo 12:34) 

La Biblia llama hipócritas a quienes aparentan santidad pero sus corazones están llenos de pecado, por tanto lo que de sus labios son palabras de ironía, mordacidad, murmuración, odio, prejuicios, en fin expresiones que no edifican sino que destruyen al interlocutor. Hay personas que por sus labios sólo destilan veneno. Son personas muy peligrosas en la sociedad y también en la Iglesia. 

Si queremos ser cristianos sabios, necesitamos aprender a retener nuestros labios para hablar palabras prudentes y que den gracia al que las escucha: 

“El corazón del sabio hace prudente su boca, Y añade gracia a sus labios.” (Proverbios 16:23) 

Las groserías, las frases de doble sentido, las palabras ociosas, las burlas crueles, el chisme, la murmuración,  son palabras que corrompen el alma del que las dice y del que las escucha: 

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” (Efesios 4:29) 

La prudencia es la virtud que consiste en la recta razón en el obrar. Dirige y gobierna todas las virtudes, puesto que sin prudencia podemos exagerar, lastimar o lastimarnos, errar en el actuar, incluso en el buen actuar. Así la prudencia es una gran virtud que debe gobernar la lengua y nuestras acciones. 

La boca del sabio es prudente en el hablar.

 

CONCLUSIÓN.

La Escritura hace una vinculación entre la boca y la sabiduría. La boca es el órgano que sirve tanto para alimentarnos, respirar, besar y también hablar. Entonces es un órgano de comunicación. La lengua y todo el aparato fonador se utilizan para hablar. Pero el contenido de lo que se habla o lenguaje es una expresión de algo que está dentro de nosotros, en nuestro cerebro y es el pensamiento. Por tanto la boca transmite el pensamiento. En éste puede haber o no haber sabiduría; su ausencia es la necedad. 

La Biblia declara que: 1) La sabiduría viene de la boca de Dios; 2) La sabiduría no abunda en la boca del necio; y 3) La sabiduría se expresa en una boca prudente.