jueves, diciembre 27, 2007

OVEJAS DE SU PRADO (1)

ROLES EN LA IGLESIA
II PARTE

Pastor Iván Tapia



Lectura bíblica: Salmo 100:3

Propósitos de la charla: a) Comprender cual es la esencia de ser ovejas del Buen Pastor; b) Descubrir rol en la Iglesia e identificar los dones que Dios nos ha dado; c) Evaluar nuestra conversión; d) Revisar actitud ante la diversidad; e) Clarificar mi ubicación en el Cuerpo; y f) Vincularse afectiva y efectivamente al pastor como al Pastor.

Reconocemos que el Señor es nuestro Dios. él nos creó y como tal es Dueño absoluto de nuestra vida. Ésta no nos pertenece, toda vez que Él nos ha salvado de la condenación eterna por medio de la muerte de Su Hijo. Por lo tanto somos Su pueblo, así como lo es Israel. Él es nuestro Pastor y nosotros ovejas de Su prado.
En el Evangelio de San Juan, Jesucristo se nos presenta como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas. Ya hemos estudiado cuales son las características de un buen pastor; ahora corresponde adentrarnos en el rol de ser oveja. Los cristianos no necesitamos esforzarnos por ser ovejas sino más bien reconocer que ya lo somos. El mismo texto nos permite encontrar nuestra esencia y rol de ovejas.

1. LAS OVEJAS CRUZAN LA PUERTA
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador" (San Juan 10:1)
He aquí una gran verdad declarada por nuestro Maestro, Jesucristo, y es que el verdadero pastor entra por la puerta y no por otra parte; el pastor de las ovejas no necesita esconderse ni entrar por otro lugar que no sea la puerta. El pastor de una comunidad cristiana es alguien que ha cruzado la Puerta del Reino, es decir ha conocido a Jesucristo como Señor y Salvador; además ha sido legítimamente ungido como ministro de Dios. Podríamos aplicar esta enseñanza también a las ovejas, los discípulos de Jesús, señalando que toda oveja perteneciente al rebaño cruzará la Puerta y no entrará por la ventana. Una oveja de Su prado es la que ha nacido de nuevo del agua y del Espíritu.
Las ovejas cruzan la puerta del Reino de Dios; nadie puede ser oveja de Jesucristo si no se ha convertido a Él, si no le ha entregado la vida completa, creyendo en Su mensaje de Salvación y haciendo suya Su muerte, si no ha nacido de nuevo.

2. LAS OVEJAS TIENEN VIDA ABUNDANTE
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (San Juan 10:10)
En muchas oportunidades hemos comentado este pasaje, el cual está entre mis preferidos. En este versículo se confrontan dos personajes: el ladrón y Cristo. El primero no es otro que el diablo, el cual vino a esta tierra para hurtarnos la vida eterna, para matar nuestra alma, para destruir todo lo que Dios construyó en nosotros. En cambio el Hijo de Dios vino a rescatarnos y devolvernos todo lo que Satanás nos había usurpado. Jesús declara que Él ha venido a este mundo para que tengamos vida. Obviamente no se refiere sólo a la vida biológica, sino también y sobre todo a la vida de Dios, esa que viene de Él. No es poca, tampoco la suficiente, sino que es "abundante". La vida que nos da el Padre a través de Jesucristo y Su Espíritu Santo es una vida que sobrepasa la necesidad de las ovejas, ¡una vida abundante! Las ovejas de Su rebaño son llamadas a tener y experimentar una vida abundante, victoriosa, exitosa y no una vida pobre, derrotada y de fracasos. Esta es la calidad de vida que el Buen Pastor viene a otorgar a Sus ovejas. ¡Alabado sea Jesucristo!
Las ovejas tienen vida abundante, su característica es una vida de satisfacción espiritual, de gozo y contentamiento, en que buscan permanentemente las cosas espirituales más que las materiales. Las ovejas disfrutan de bendiciones en Cristo: bendiciones espirituales, corporales y materiales. (3 Juan 2)

3. LAS OVEJAS IDENTIFICAN LA VOZ DEL PASTOR
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen," (San Juan 10:14)
Así como Jesucristo conoce a Sus ovejas, estas también le conocen. Aquí se trata de un reconocimiento o identificación. Ciertamente Dios nos conoce completamente, nada en nuestra persona escapa al conocimiento de Cristo. Él, como Cabeza conoce todo Su Cuerpo. Nosotros identificamos Sus ordenes y el Espíritu Santo nos ayuda a discernir Su voluntad. Pese a que nos hemos convertido a Él, aún no le conocemos completamente. Cada oveja está en un proceso de conocimiento, aprendizaje de Dios; lo cual tiene directa relación con la vida de intimidad que la oveja tiene con el Pastor. Pero sí todos poseemos, desde el día en que nacimos de nuevo, un conocimiento de Su Voz, de Su amor y Espíritu. Todo cristiano, toda oveja del Señor, puede reconocer la cálida y amorosa Voz de su Pastor. Es una maravillosa capacidad que Él nos ha dado.
Las Ovejas identifican la voz del pastor, tanto de su Pastor Celestial como del pastor terrenal; saben exactamente quien es su pastor. Siguen a Jesucristo y en este mundo a uno de Sus ministros.

4. LAS OVEJAS BUSCAN LA UNIDAD
También tengo otras ovejas que no son de este redil; áquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (San Juan 10:16)
La explicación más ortodoxa a este pasaje se refiere a la voluntad de Jesús de traer a los gentiles al Reino de Dios. El redil serían los judíos, a quienes está manifestando esto el Maestro, y aquellos que no pertenecen a ese redil también tendrían acceso a la salvación. Su llamado es universal y no es excluyente. Tomando en cuenta ese espíritu del mensaje divino, los discípulos tendríamos que ser personas siempre abiertas y dispuestas a recibir como hermanos a todos los que el Señor llamare, sin hacer discriminación de nacionalidad, sexo, raza, cultura, nivel socio económico, capacidades, condición moral, etc. "Habrá un rebaño, y un pastor" dice Jesucristo, invitándonos a la no discriminación y a la unidad. Las buenas ovejas buscan la unidad del rebaño. Las ovejas buscan la unidad, no producen divisiones ni separaciones en la Iglesia, están siempre dispuestas a perdonar y aceptar la diversidad de caracteres, opiniones, pensamientos, estilos, etc. en el Cuerpo de Cristo.

5. LAS OVEJAS OBEDECEN AL PASTOR
"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen." (San Juan 10:27)
La Palabra de Dios nos repite hasta el cansancio que no basta con ser oidores de ella sino que es necesario ponerla por obra, hacerla, obedecerla. Las verdaderas ovejas de Jesucristo oyen Su voz y le siguen. Las ovejas son obedientes al pastor. Nosotros, los cristianos, tenemos un pastor terrenal, aquel siervo o sierva del Señor que nos pastorea en la comunidad cristiana. Sobre él o ella está Jesucristo, Pastor y Obispo de nuestras almas (1 Pedro 2:25). A ambos las ovejas deben obediencia pues ambos están en consonancia y unidad por medio del Espíritu Santo. La voz del pastor no contradice la Voz del Pastor. Las buenas ovejas obedecen al pastor.
Las ovejas obedecen al pastor, no se burlan de él, no le menosprecian sino que lo respetan, lo aman, lo valoran como siervo del Dios único, aprecian su enseñanza como inspirada por Dios y le cuidan como los hijos lo hacen con sus padres.
Es el mismo Señor Jesucristo quien nos ha indicado qué es una oveja nacida de nuevo en la majada del Padre, plena de la vida del Espíritu Santo, conocedora de Su Voz, buscando la unidad del rebaño y obedientes al pastor.

PARA REFLEXIONAR:
1) Escriba su testimonio de conversión en una página y entréguelo a su pastor.
2) Haga un listado de las bendiciones que el Señor le ha dado y de gracias por ellas.
3) Pregúntele al Señor qué pide Él de usted, como oveja.
BIBLIOGRAFÍA.
Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.

sábado, octubre 27, 2007

EL LLAMADO PASTORAL



ROLES EN LA IGLESIA
I PARTE


Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: Salmo 23

Propósitos de la charla: a) Comprender la naturaleza e importancia del ministerio pastoral; b) Discernir si tenemos un llamado a ser pastor/a; c) Colaborar con el pastor de la comunidad cristiana.

Jehová "Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño. / Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos. / Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha. / Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel." (Salmo 78:52-55)

Jamás olvidaré aquellos días de infancia en que, estando de vacaciones en el campo, acompañaba a un joven pastorcillo cuando guiaba el piño de ovejas y cabritas a pastar a los cerros. La imagen de un rebaño de esos tiernos y dóciles animalitos guiados por el pastor; la preocupación de éste tan bien explicada en el Salmo 23, son la mejor descripción del oficio pastoral y su relación con el pueblo cristiano.

En el Antiguo Testamento se nos muestra al pueblo de Dios como un rebaño, al cual Dios libertó, guió, defendió, llevó a la Tierra Prometida, dio tierras y habitación. Jesucristo es el Buen Pastor que nos libertó del yugo del pecado, del reino de tinieblas y del diablo. Él nos guía por medio de Su Espíritu Santo en medio de toda circunstancia; nos defiende del mal, de la tentación y de nuestras propias debilidades. El Señor nos conduce a la Tierra Prometida, el Reino de Dios que ya comenzamos a vivir en este mundo desde el momento que vivimos Sus principios para ser felices. El buen Padre nos dará tierras y habitación, nos dará responsabilidades sobre otras vidas y el privilegio de vivir en la Casa de Dios, Su Iglesia.

UN PASTOR EJEMPLAR
Dice la Palabra que Dios escogió un líder o pastor de entre el rebaño y lo escogió de las ovejas más jóvenes. Este líder apacentó el rebaño, fue íntegro de corazón y tuvo pericia. Muchos líderes como David tuvo Israel. Es curioso que casi siempre ellos fueran capacitados en el pastoreo de ovejas, antes de pastorear personas; como Abraham, como Moisés que luego de ser educado finamente en el palacio de faraón en Egipto, fuese enviado por la Providencia a pastorear ganado en Tierras de Madián. David fue ungido muy joven, sacado del aprisco o corral de las recién paridas -no hay edad para el llamado pastoral- para que apacentase al pueblo de Dios. Aprendió en lo natural y con un corazón recto, justo, honesto e íntegro, condujo como buen pastor al pueblo de Israel.

"Eligió a David su siervo, Y lo tomó de las majadas de las ovejas;/ De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase a Jacob su pueblo,Y a Israel su heredad./ Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos." (Salmo 78: 70-72)

Hoy día la Iglesia y la sociedad también requieren de líderes que, con corazón íntegro y experticia, pastoreen al pueblo. Contrariamente a lo que algunas personas piensan, la función pastoral es la de cuidar las almas más que administrar recursos. El pastor no es un gerente, no es un psicólogo ni es un asistente social. La labor pastoral tiene relación con el desarrollo espiritual de los discípulos.

Tal vez usted sienta un fuerte llamado a ocuparse en el cuidado de las ovejas del Señor. No vacile en acercarse a su pastor y comunicárselo. No es mala cosa anhelar servir en la obra de Dios, sobre todo cuando se trata de pastorear y ponerse bajo las órdenes del Príncipe de los Pastores. ¡Qué Jesús, el Buen Pastor, le bendiga!

APACENTAD LA GREY DE DIOS
"Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, / a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, / hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:11-13)

El pastorado es un importante, útil y necesario ministerio en la Iglesia. Su propósito, como lo declara San Pablo, es perfeccionar a los cristianos. El pastor es un instrumento en las manos del Señor para instruir, corregir, apoyar y desarrollar el carácter de Jesucristo en los discípulos. A diferencia de los demás ministerios, el pastoral tiene una característica especial: la de un padre que cobija en su pecho a cada una de sus ovejas. El amor misericordioso y fraterno es una de las virtudes más notorias en el ministerio pastoral.

¿Qué es ser pastor? Un pastor es antes que nada un discípulo de Jesucristo, es decir alguien sujeto en obediencia a Cristo y Su Iglesia. Lejos debe estar de él todo orgullo y soberbia. El pastor es un discípulo con un llamado diferente. Ha sido llamado por Jesucristo al ministerio de cuidar las vidas de una comunidad cristiana. El proceso de llegar a ser ungido pastor es largo, pues requiere de toda una capacitación espiritual y práctica, de parte de otros ministros con experiencia. El pastorado no es un ministerio que se adquiera por medio de cursos teológicos, sino que requiere el desarrollo de una personalidad cristiana y pastoral en el discipulado.

Es necesario que recordemos que el pastor es una persona normal. No es un asceta, alguien que esté alejado de toda costumbre o ejercicio de la vida social. Tampoco es un anacoreta, que vive en soledad sólo entregado a una vida mística, aún cuando ayune, se prive de ciertos placeres y busque el retiro a veces para estar con el Señor. Un pastor es un hombre o una mujer que ha recibido este encargo del Señor:

"Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; / no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. / Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria." (1 Pedro 5:2-4)

Su pastor ha sido llamado para servirle, y usted ha sido llamado por Dios para escuchar la Palabra de boca del pastor. El respeto mutuo construirá el Cuerpo de Cristo. Quizás usted también ha sido llamado para ser un ministro del Evangelio.

SEÑOR, ¿QUÉ QUIERES QUE YO HAGA?
"Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; / y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? / El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. / El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer." (Hechos 9:3-6)

Cuando estaba recién convertido actuaba y sentía como un enamorado. Lo único que anhelaba era comunicar a todo el mundo mi alegría y mi fe en Jesucristo. En tal apasionado intento actuaba muchas veces imprudentemente y no respetaba ciertas normas sociales. Ese "primer amor" necesitaba ser educado (Apocalipsis 2:4). Pensaba como niño y soñaba ser un misionero en tierras lejanas (1 Corintios 13:11). Tendría que pasar mucho tiempo de formación en el discipulado, años de tratamiento del Señor, para llegar a comprender el llamado o vocación espiritual que había recibido de Dios.

Como en lo natural es necesario que descubramos nuestra vocación y así definamos nuestro futuro laboral; en lo espiritual también es preciso descubrir el llamado específico de Dios para con nosotros en la Iglesia. Nuestros líderes y la propia búsqueda en oración, nos ayudarán a identificarlo. Diversas son las vocaciones espirituales; para algunos el ser ministros de Dios en sus distintas connotaciones (Efesios 4:11), para otros el diaconado, el desarrollo de un ministerio o apostolado específico (carcelario, discapacidad, drogadictos, etc.) o un servicio, como la música, la secretaría, la portería, etc.(Nehemías 12:44-47)

DISCERNIMIENTO DEL LLAMADO.
Entre las vocaciones eclesiales destaca la del "pastor". Queremos destacar que es muy distinto ser pastor a ser evangelista o ser maestro. Debemos diferenciar estos llamados y no entrar en confusión. Pero ¿cómo discernir el llamado al pastorado? Hay algunos signos inequívocos que podrán señalarnos en un cristiano, el llamado de Dios al pastorado:

  • Pasión por las almas
  • Deseo intenso de formar comunidad
  • Apasionado acercamiento a Dios en la oración
  • Hambre por la Palabra de Dios
  • Visiones, revelaciones y mensajes de Dios

Los líderes, el tutor y los hermanos que rodean al discípulo, serán quienes confirmen ese fuerte llamado que nace en el corazón de un hermano o hermana. Se llega a ser pastor cuando una comunidad lo levanta como tal. El reconocimiento del liderazgo pastoral por parte de la comunidad cristiana, más la aprobación de los líderes, será el paso final al pastorado.

¿Siente usted una fuerte carga por la salvación de las almas? ¿Es atraído intensamente a formar comunidad? ¿Vive una permanente relación con Dios a través de la oración, buscando siempre estar a solas con Él? ¿ Tiene hambre de la Palabra de Dios? ¿Recibe visiones, revelaciones y mensajes espirituales del Señor? Probablemente usted o aquella persona en quien observa estas características, está recibiendo un llamamiento Divino al pastorado. ¡El Príncipe de los pastores le bendiga en Su llamado!

PASTORES MADUROS
"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, / os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén." (Hebreos 13:20,21)

¿Es correcto que una comunidad cristiana tenga más de un pastor? Aparentemente puede ser ésta una pregunta sin importancia o muy sencilla de responder; pero al intentar dar una contestación bíblica, veremos que nos aclara varios aspectos de gran importancia para el desarrollo de una iglesia.

En primer lugar consideremos que la Iglesia es una sola y que en el Nuevo Testamento se describe como un sólo organismo, el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27), del cual Jesucristo es la única Cabeza (Efesios 1:22,23). La Iglesia, de acuerdo a la Palabra de Dios, tiene una sola Cabeza, no es bicéfala ni tiene varias cabezas. Una sola Cabeza piensa y dirige la Iglesia: el Señor Jesucristo, Primogénito de entre los muertos (Colosenses 1:18).

Cuando nuestro Señor se presenta como el Buen Pastor que da Su vida por las ovejas, asegura que habrá un único rebaño del cual Él es el Pastor (San Juan 10:16). El apóstol Pedro, al aconsejar a los ancianos sobre su trabajo ministerial, les recuerda que tendrán que rendir cuentas al Príncipe de los pastores, al Pastor y Obispo de nuestras almas (1 Pedro 5:4; 2:25). Podemos inferir de estas palabras, y la experiencia lo confirma, que en la Iglesia hay muchos pastores, pero que el principal Pastor está sobre todos ellos y Ese es Jesucristo.

La Iglesia es enorme y universal, unida por el Espíritu Santo que le da vida y la gobierna. En cada comunidad cristiana, sea grande o pequeña, se refleja esa Iglesia universal y única. Por tanto, así como en la Iglesia universal Cristo es la Cabeza y muchos pastores se sujetan, obedecen y siguen a Él, también en la Iglesia local o comunidad cristiana, gobernará Jesucristo y sus pastores se sujetarán a Él. Por tanto, podemos concluir, que no hay problema en que coexistan dos o más pastores en una comunidad, si ellos están sujetos al Único Pastor: Jesucristo.

El pastorado es uno de los cinco ministerios de la Iglesia (Efesios 4:11), es un rol ministerial, es decir su función es fundamentalmente dentro del ministerio de la Palabra de Dios, al contrario de la diaconía cuya función es de servicio (Hechos 6:2-4). Tampoco su función es administrativa como en el caso de los ancianos gobernantes (1 Timoteo 5:17). Si quitamos al pastorado ese rol autoritario que comunmente se le asigna, estaremos salvaguardándolo para el ejercicio de la Palabra, la exhortación, la formación espiritual de los discípulos, dejando toda otra preocupación económica, administrativa y social a quienes han recibido ese particular llamado. Los pastores, junto a maestros, evangelistas y otros ministros, forman parte del llamado Ministerio propiamente tal, en contraste con el Diaconado y el Presbiterio. Son tres poderes bien coordinados entre sí y con funciones específicas: los primeros la ministración de la Palabra de Dios, los segundos el servicio misericordioso y los terceros el gobierno de la Iglesia.

Volviendo a la interrogante inicial de si pueden en una comunidad cristiana coexistir varios pastores, no encontramos oposición ya que el ministerio es colegiado. En la iglesia de Jerusalén del libro de Gálatas se nos presenta a Santiago, Pedro y Juan como compañeros en la obra, "considerados como columnas" de la comunidad (Gálatas 2:9). La autoridad ejercida en aquella época no era despótica ni individualista, sino que se expresaba en el conjunto de los apóstoles y ancianos, como de toda la iglesia, guiados por la Persona del Espíritu Santo, como se deja ver en el concilio de Jerusalén:

"Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; / y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud." (Hechos 15:22,23)

Cuando una comunidad cristiana crece en cantidad de discípulos, la presencia de dos o más pastores permite una mejor atención de la grey. Como buenos consiervos, ellos pueden compartir el ministerio de la Palabra y respetarse mutuamente, reconociendo la gracia que Dios ha dado a cada uno, sin necesidad de reclamar derechos o autoridad sobre los otros. Es como debe suceder en una comunidad de cristianos maduros, donde la competencia, la envidia y el caudillismo son enemigos derrotados por amor a Dios Padre, en Jesucristo. ¡Qué el Señor de la Iglesia nos lleve a esa madurez!

LA FORMACIÓN
La formación de un pastor no puede ser limitada a un tiempo específico. Esto va a depender de las características de la persona y de los propósitos que el Señor tenga con este hermano.

Siempre escuchamos esta pregunta: ¿Quién nombra a los pastores? ¿Quién lo nombró a usted? Primeramente Dios nos escoge, pero es la Iglesia la que reconoce ese llamamiento. La asamblea identifica las características propias de un hombre o mujer de Dios y el liderazgo de la Iglesia finalmente lo unge (1 Timoteo 4:14)

UN CORAZÓN DE PASTOR (LAS FUNCIONES PASTORALES)
"Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. / Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor." (San Mateo 9:35,36)

La función pastoral es muy necesaria en la Iglesia, ya que en torno al pastor se desarrolla y crece la obra de Dios. Aún cuando los evangelistas permiten el ingreso de muchos nuevos cristianos a la Iglesia y tienen un marcado carisma, es el pastor el que cohesiona a la comunidad cristiana. Tampoco son los maestros, con todo su conocimiento bíblico, los que formarán comunidad. El pastor, con su don paternal y sanador, con su capacidad para alimentar a las ovejas de los más tiernos pastos de la Palabra, congrega a los discípulos. Sin embargo no debemos desestimar el trabajo mancomunado de todos los ministros (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros); cada uno tiene algo importante y necesario que aportar.

Predicar el Evangelio, sanar toda enfermedad y dolencia, acoger y reunir a las ovejas, son los roles pastorales que se desprenden del texto de San Mateo 9:35,36. Jesús se autodenomina "el Buen Pastor", porque es capaz de entregar su vida por las ovejas. Esta actitud de renuncia a lo personal y entrega a la comunidad cristiana, es un aspecto fundamental del Modelo a imitar por todo pastor.

Pero ¿cuáles son sus funciones o tareas? Podemos resumirlas en el acróstico que forma la palabra "pastor":

Padre. Es la principal característica y rol del pastor. Formar un carácter paternal es vital para quien tiene este llamado. El padre es afectuoso, preocupado de sus hijos, los sustenta con alimento espiritual, está preocupado de sus necesidades en forma integral (psicológicas, espirituales y físicas), les ama como a sus propios vástagos, son sus hijos espirituales (1 Corintios 4:15)

Administrador. El pastor es un mayordomo, más que del templo y los recursos materiales, de las vidas. Su función es velar por las almas que están bajo su cuidado, de lo cual tendrá que rendir cuenta (Hebreos 13:17)

Sacerdote. Interceder por los hombres ante Dios e interceder por Dios ante los hombres es la función de todo sacerdote. Procurar que las ovejas escuchen la Voluntad de Dios y rogar por las ovejas ante el Padre es la función sacerdotal de un pastor, a imitación del Principal Pastor, nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo. Prédica y oración son acciones muy importantes en la vida pastoral (Efesios 3:14-19)

Testigo. El pastor es un discípulo cristiano que da testimonio de Jesucristo en su vida. Este testimonio es resultado de un directo y verdadero conocimiento de Él. Todos los aspectos de su persona y su vida entera es una demostración de la realidad de Dios. El testimonio es resultado directo de la Presencia del Espíritu Santo en su vida (Hechos 1:8)

Orador. Hablar la Palabra de Dios y vivirla. (Hebreos 13:7)

Restaurador. El pastor está llamado a restaurar vidas, es decir recuperarlas, repararlas, renovarlas y volverlas a poner en el estado que siempre quiso Dios para ellas. Dice Jesús que "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (San Juan 10:10) La labor del Buen Pastor es restaurar y reparar las vidas del deterioro que han sufrido en el reino de tinieblas.

¡Quiera el Señor de toda misericordia, que al ver a la gente, desamparada y dispersa, tengamos compasión de ellas y un corazón de pastor!

El pastor apacienta las ovejas (1 Pedro 5:2-4) He aquí otro acróstico que puede ayudarnos a visionar las distintas actividades del pastor, en lo que llamamos "El plan oveja":

  • Orar por sus ovejas, sacerdocio.
  • Visitar sus ovejas, atender a sus necesidades más cercanas.
  • Enseñar a sus ovejas y evangelizar nuevas ovejas.
  • Juntar el rebaño, liderando la oración comunitaria.
  • Amar a sus ovejas.

El pastor tiene el deber de hablar cuando Dios le muestra un error en el hermano (como el evangelista habla al impío). En rigor, este texto es para evangelistas, pero también es para pastores, ya que éstos son "mensajeros" (ángeles en Apocalipsis). La responsabilidad del pastor es alertar, no obligar (Ezequiel 33:7-9)

No interesa qué cantidad de ovejas tiene un pastor. Tener un grupo mayor no lo hace más efectivo en su función, sino la formación de los discípulos. En definitiva, lo que interesa es formar vidas bien cimentadas, que sean capaces de sostener a otros. Jesucristo formó a 12 y con esa pequeña cantidad levanto la Iglesia.

La costumbre de cambiar a los pastores de comunidad es como si un poder superior nos cambiara cada cierto tiempo de familia. El pastor es un padre espiritual y se debe a su familia espiritual. Que algo se haga en otras o todas las iglesias, no justifica su aplicación.

PASTOR Y TIPOS DE IGLESIAS.
Iglesia tradicional: el pastor tiene toda la autoridad en la iglesia
Iglesia celular: el pastor delega autoridad en líderes responsables, comparte su autoridad espiritual. Hay otros ministros que comparten el ministerio de la Palabra.

EL PASTOR Y LOS DEMÁS MINISTERIOS.
- El pastor no es un maestro, aunque su palabra sea didáctica. El espíritu del pastor siempre será paternal, de protección, cobijo, ayuda, consuelo.

- El pastor no es un evangelista, aunque evangelice. Su principal carga está por los que el Señor le ha encargado.

- El pastor no es un profeta, aunque Dios hable a través de él. su mirada de la Iglesia no es la de un visionario sino la de un padre.

- El pastor no es un apóstol, aunque haya plantado y edificado su propia comunidad cristiana. No está interesado en desarrollar una obra mundial de plantación de iglesias.

Por tanto la Iglesia, además del pastor, necesita maestros, evangelistas, profetas y apóstoles.

VIRTUDES PASTORALES
Cualidades que debe desarrollar un pastor: El amor y sus nueve características, paciente, bondadoso, humilde, delicado, altruista, sereno, jovial, compasivo y magnánimo. Además es necesario que esté bien entrenado en blandir la espada de dos filos, que es la Palabra de Dios, con su doble filo: Ley y Gracia.

Un pastor es un árbol crecido, bajo quien hacen morada otras vidas. Alto, crecido y en permanente crecimiento, fuerte, visto de todos, con follaje hermoso, de fruto abundante, alimenta a todos, da sombra, morada y es mantención de toda carne (Daniel 4:10-12)

PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Comprendo mejor ahora en que consiste ser pastor o pastora?
2. ¿Tengo un llamado pastoral en la Iglesia?
3. ¿Hago frecuentemente oración por mi pastor, su esposa y familia?

BIBLIOGRAFÍA.
- Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
- Diccionario en línea, Real Academia Española.
- "La Santa Biblia", © Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/

miércoles, septiembre 19, 2007

LOS SIETE YO SOY DE JESÚS.




Serie: LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO, I PARTE
Pastor Iván Tapia


Lectura bíblica: San Lucas 11:1-4
Propósitos de la charla: a) Desarrollar una vida devocional y comunión personal con el Señor más rica, vital y dinámica; b) Aprender formas creativas de oración para relacionarse mejor con Dios.


Los discípulos de Jesús le preguntaron al Maestro cómo debían orar. Él les entregó un modelo, el llamado Padre Nuestro, del cual podemos aprender mucho sobre cómo orientar nuestra oración personal. En el capítulo 11 del Evangelio según San Lucas podemos encontrar varios principios para nuestra vida devocional, como también en el Sermón del Monte. En toda la Biblia hay mucho material para aprender a orar, desde oraciones hechas por diversos personajes, oraciones respondidas, consejos sapienciales, hasta las más bellas e inspiradas oraciones en forma de Salmos.

En resumen podemos decir que hay a lo menos cinco formas básicas de oración:
Oración de alabanza, acción de gracias y adoración.
Oración de petición e intercesión.
Oración de perdón y sanación.
Oración de reflexión y lectura de la Palabra de Dios
Oración contemplativa y silencio.
Estas cinco instancias se dan en el culto u oración comunitaria, dentro de la liturgia propia de la iglesia en que participemos.

En esta serie estudiaremos sólo la oración personal, aquella que hacemos en nuestra intimidad con Dios, sin presencia de otras personas. El propósito es que desarrollemos una vida devocional y comunión con el Señor más rica, vital y dinámica. De la profundidad, sinceridad, perseverancia, intensidad y tiempo de oración dependerá en gran manera la eficacia y éxito de nuestro servicio a Dios, como el crecimiento espiritual del discípulo. Oración personal y comunitaria, estudio y práctica de la Palabra de Dios, participación en el sacramento de la Santa Cena, sujeción al Cuerpo en el discipulado, testimonio y evangelización, son factores que propician el desarrollo cristiano. La oración, unida a la alabanza, el ayuno y la meditación de la Palabra de Dios, conforman lo que llamamos "vida devocional" y es el factor primordial para el buen crecimiento del discípulo.

Partiremos por decir que necesitamos separar o dedicar tiempo para la oración personal. Esto implica disciplina, tendremos que renunciar a ciertas horas de sueño o ajustar la distribución diaria de nuestro tiempo.

ALGUNOS CONSEJOS PREVIOS.
Conózcase a sí mismo. Cada persona es diferente en cuanto a sus gustos, Dios nos ha hecho distintos y esto es importante para enfrentar la oración. No se trata de que todos oremos en una misma posición corporal; tampoco se trata de hacer un "sacrificio". La oración es comunión con un Amigo, no es martirio. Habrá hermanos que prefieran orar de rodillas, de pie, sentados o acostados; otros preferirán hacerlo caminando e incluso haciendo alguna actividad. Todas estas formas son válidas, siempre y cuando permitan la concentración en Dios. Piense que la oración es un encuentro con una Persona muy importante, la más importante del universo, y Él querrá toda su atención. Busque la posición que a usted más le acomoda para permanecer en oración con Él.

Encuentre el clima personal. La intimidad con Dios cada uno la encuentra en un clima diferente. Para ciertas personas lo ideal es el retiro a un lugar natural o de campo, allí se sienten en plena comunión con el Creador y en libertad de hablar con Él, alabarle y aún gritar, lo que la Biblia llama "clamar". Otros requieren de un clima místico más eclesial y encienden velas, queman incienso y escuchan música adecuada. A otros les basta con encerrarse en su dormitorio y arrodillarse a la orilla de su cama. No importa como usted lo haga... ¡pero hágalo! Dios se agradará si usted conversa con Él, no importando como lo haga. No hay reglas para esto.

Lleve registros de oración. Personalmente, como soy escritor, gusto de reflexionar en forma escrita. Llevo un diario de meditaciones personales donde además registro mis peticiones y los textos bíblicos que el Espíritu Santo me muestra en la oración. Creo que es muy conveniente que todos tengamos por lo menos un registro de lo que hemos pedido al Señor y cuando y cómo lo ha respondido, constituyendo un testimonio de Su fidelidad y poder.

Defina qué tipo de oración hará. Al proponerse orar decida si su oración será de alabanza, acción de gracias y adoración; de petición e intercesión, de perdón y sanación; de reflexión y lectura de la Palabra de Dios o simplemente oración contemplativa y silencio. Al concentrarse en uno de estos cinco tipos, usted se sentirá más relajado y libre, no presionado a hacer todo como una obligación. En la vida actual no disponemos de tanto tiempo para hacer todas las formas de oración de una sola vez, salvo que hagamos un retiro personal de una mañana o un día, o hagamos vigilia. La eficacia de una oración así será mayor que la de improvisar con todo lo que se nos viene a la mente.

RUTAS DE ORACIÓN.
En esta primera parte quiero compartir con ustedes una oración de alabanza, acción de gracias y adoración a Dios, específicamente a Jesucristo, nuestro Amado Señor y Salvador. En la Biblia podemos encontrar numerosas "rutas de oración".

¿Qué es una "ruta de oración"? Es un camino prefijado que nos servirá para comunicarnos con Dios, es un tema o una serie de textos que podemos leer en la Biblia, tenerlos escritos en una tarjeta o bien saber de memoria. Estos textos, que pueden ser: los nombres de Dios y sus significados en el Antiguo Testamento; las siete palabras de Jesucristo en la cruz; los cuarenta nombres dados a Jesús en el Apocalipsis; las características de Jehová como Pastor de nuestras almas en el salmo 23; y tantos más que cada uno puede descubrir en las Sagradas Escrituras; constituyen caminos o rutas a seguir ante la presencia de Dios, son como un protocolo de conversación.

Como ejemplo tomaremos en esta oportunidad los siete nombres con que Jesucristo se presenta a sus seguidores en el Evangelio según San Juan. De aquí en adelante esto ya no es prédica sino una oración a Jesucristo. ¡Acompáñenme!

YO SOY EL PAN DE VIDA
"Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." (San Juan 6:35)
Gracias Señor porque Tú eres el Pan de Vida
Eres mi alimento diario. Más que Tu Palabra, más que la Santa Cena, Tu vida misma dentro de mí, me alimenta. Tu Presencia dentro de mi espíritu es el alimento diario para mí.
Te agradezco porque desde que entraste en mi vida, nunca me has dejado con hambre, como lo prometiste "el que a mí viene, nunca tendrá hambre".
Tus Palabras son espíritu y vida para mi alma y todo mi ser. De Ti viene la vida.
Como mi cuerpo necesita alimento, mi espíritu tiene hambre de Ti y sólo Tú puedes saciar el hambre de Dios que hay dentro de mí. Por eso te alabo, porque eres mi Pan de cada día. Amén.
Así como tu cuerpo sacia mi hambre, tu preciosa sangre calma mi sed, "el que en mí cree, no tendrá sed jamás."

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
"Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." (San Juan 8:12)
Tú dijiste, Señor,: "Yo soy la luz del mundo" porque iluminas todo con Tu amor. Tu amor es nuestra luz, más que el conocimiento intelectual.
Tú eres Señor la luz de mi vida ¿Qué haría yo sin la luz de Tu Presencia? Gracias por darme la luz que viene del cielo, esa luz sobrenatural de tu vida. Te alabo, Jesucristo, porque me has iluminado, porque me has vestido de luz, porque ya no camino en la oscuridad de las tinieblas, sino en la cálida luz del amor Divino.
Aseguras: "el que me sigue, no andará en tinieblas" y así es. Cuando hay algo que no comprendo, cuando tengo un sufrimiento por falta de amor en este mundo, cuando peco, Tu luz da claridad a mi mente, a mi corazón o a mi conciencia y soy liberado de toda oscuridad. Los cristianos no caminamos más en tinieblas.
Tenemos "la luz de la vida" en nuestro interior. Cristo es algo más que una lámpara, un faro o una antorcha encendida, es la Luz misma habitando dentro de nosotros. Una lámpara se apaga cuando se termina el combustible, un faro cesa de dar luz si se corta la energía, tampoco una tea puede encenderse e iluminar sin aceite. Nunca más se apagará nuestra alma porque lleva la Luz del mundo. "Ego sum Lux mundi" se lee en un antiguo templo al Cristo Pantocrator de Cataluña. Porque Tú eres la única Luz que puede iluminar este mundo en tinieblas.

YO SOY LA PUERTA DE LAS OVEJAS
"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos." (San Juan 10:9)
Amado Jesús: Tú eres la puerta de entrada al Reino del Padre. No hay otra Puerta de acceso. Hay tantas bellas puertas en la arquitectura de este mundo, de las más humildes a las más artísticas y lujosas, todas dan entrada y resguardan bienes de distinto nivel, pero ninguna hay tan preciosa e importante como la que nos permite la entrada al Reino de los Cielos. Y tú eres esa Puerta maravillosa. Te doy gracias por haberte abierto para mí, pecador.
Como entré por ti fui salvo. Pero primero entraste Tú a través de la cruz. La madera de tu puerta es la madera de la cruz, tu propia carne y tu sangre son la puerta, rasgaste el velo del templo y permitiste la entrada, por medio de la fe en Ti, a ese Reino eterno. Gracias por morir por nosotros y constituirte en Puerta de entrada a la fe. Sin Ti no habría puerta y aunque rogáramos y gritáramos nadie nos escucharía desde el cielo. Dios Padre te envió para ser nuestra Puerta de acceso a Él, nuestra salvación y comunicación.
Por medio Tuyo podemos entrar en una vida nueva.
Por medio de Ti, podemos sentirnos libres y encontrar alimento para nuestro desarrollo espiritual. ¡Te alabamos por eso!

YO SOY EL BUEN PASTOR
"Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas." (San Juan 10:11)
Tú eres nuestro Pastor, el buen Pastor que nos conduce, como un rebaño de ovejas sumisas y obedientes, hasta la casa del Padre. Eres nuestro amado guía, que nos lleva por las colinas, montañas y valles del mundo, en busca de buenos pastos; que nos protege y nos busca si estamos perdidos, que nos espera con paciencia y cura nuestras heridas cuando nos accidentamos. Tú eres mi buen Pastor. ¡No hay Pastor más excelente que Tú, Señor Jesús!
Haz dado Tu vida humana por nosotros y aún más, renunciaste en parte a Tu vida Divina, al dejar los cielos para hacerte ser humano. "El buen pastor su vida da por las ovejas" dices en el Evangelio, porque así es un buen pastor de ovejas, es capaz de arriesgarse por ellas y hasta dar su vida por amor a éstas. ¡Te alabamos, Jesús Pastor!

YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
"Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá." (San Juan 11:25)
Cuando yo estaba muerto espiritualmente, aunque pensaba que vivía, viniste Tú, Señor, a mi existencia y me diste la vida eterna, porque eres "la resurrección y la vida". En la Biblia hubo quienes murieron y resucitaron, pero sólo Tú resucitaste para vida eterna. Yo era como Lázaro, quien volvió a morir, estaba tan muerto y podrido como él, pero viniste Tú y me resucitaste. Ahora ya no soy un muerto en vida sino uno resucitado por Tu amor. Por eso te alabo, Cristo Resucitado.
Tú eres "la vida". Me diste la vida biológica al nacer, me diste la vida bios; mas ahora me has otorgado la vida sobrenatural, la vida que entró en mí desde el día de mi conversión, cuando me otorgaste tu Espíritu Santo. Gracias por esa vida que viene de lo alto, por la vida zoé.
Haz dicho en Tu Evangelio: "el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá." Y eso es lo que hiciste conmigo, Señor, estaba muerto, me resucitaste para siempre y me has dado la vida eterna.

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (San Juan 14:6)
Cuando mi vida no tenía sentido, cuando buscaba una respuesta a las interrogantes trascendentales "¿Qué somos, de dónde somos y hacia dónde vamos?", apareciste y te revelaste a mi vida: "Yo soy el camino". No sabía qué camino tomar y cuando lo hacía sólo cometía errores. Era una persona insatisfecha de la vida, hasta que llegaste Tú, Camino, Verdad y Vida, con todas Tus respuestas. Gracias, Dios, por mostrarme el Camino.
Tú eres la Verdad, no eres Alguien que me muestra otra verdad sino que eres Tú mismo la Verdad personificada. Por ello te alabo. Cristo, Tú eres mi Verdad eterna y camino en ella.
Tú eres la Vida verdadera, fuera de Tu Persona nada hay. Por eso puedo decir, además, que eres mi Todo, porque respondes todas las interrogantes, contestas todas las dudas, completas todos mis vacíos. Nada puede dañarme si estás Tú en mi vida; nada puede faltarme si Tú me llenas completamente. Tú eres mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Amén.

YO SOY LA VID VERDADERA
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. / Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. / Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado." (San Juan 15:1-3)
Amado Salvador y Señor, lo dijiste claramente aquella noche de Pascua: "Yo soy la vid verdadera." Es como si estuvieras mostrando a Tus discípulos una parra cargada de racimos de uvas y les dijeses: Esa es una vid pero la verdadera Vid soy Yo. Sí, te revelaste a todos nosotros como una planta, un organismo vivo, una completa unidad formada por raíz, tronco, sarmientos, hojas y pámpanos. Tú y nosotros somos una completa unidad. Tú la planta labrada por el Padre, nosotros los pámpanos sujetos a Ti; nosotros el Cuerpo y Tú la Cabeza de ese Cuerpo. Gracias por el privilegio de pertenecer a Ti. No lo merezco mas Tú, en tu sabiduría y misericordia, me limpias, me alimentas y me capacitas para ser parte de Ti. ¡Alabado seas!
Gracias doy a mi Padre Celestial que es el Labrador de Su viña. Gracias doy a Él porque no nos encontró dignos pero sí nos hizo dignos, en Cristo, para formar parte de la Vid Verdadera.
Labrador Todopoderoso y Omnisapiente, respetamos Tu autoridad para quitar todo pámpano que no lleva fruto. Te presentamos nuestras vidas y te rogamos que nos hagas fructificar en virtudes, buenas obras y nuevos discípulos para Tu Reino, de modo que Tu planta crezca y de mucho fruto.
Si es Tu voluntad, Señor, límpiame para que lleve más fruto. Saca de mí todo aquello que estorba a Tu gloria, todos esos defectos y pecados que impiden que Tú te transparentes en mi vida. Quita la soberbia de mi corazón, que no sea una persona orgullosa sino humilde para Contigo. Quita toda envidia por el éxito de mis hermanos y prójimos, que aprenda a aceptar lo que soy y a descubrir lo maravilloso que es el camino personal que me has dado, sin desear los dones de otros. Te pido que saques de mí toda ira y enojo descontrolado, para no herir, para no amargarme y matar. Saca la avaricia de mi corazón, el deseo de acumular sin compartir, la inseguridad y falta de fe en Ti que eres Jehová Jireh, "Dios proveerá", Proveedor para nuestra tranquilidad. Que no sea objeto de la lujuria sino que viva equilibradamente mi sexualidad, líbrame de las tentaciones de la carne, del adulterio y la fornicación. Que la gula no me gobierne, sino que sea capaz de dominar mi apetito por medio del ayuno y la disciplina. Que no esté la pereza física ni espiritual en mi vida, sino que sea laborioso, activo y controlado, que sepa tener momentos de quietud y no caiga en la acedia, tedio o tristeza profunda. Límpiame, Señor, de todos los pecados capitales.
Gracias porque, como lo declaraste a los apóstoles, "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado", ya hemos sido limpiados por Tu Palabra. Que ésta tenga el poder en mi de mostrarme mis errores y vencer el mal. Te alabo, Jesús Maestro, por esta bella forma de darte a conocer a mi vida.

Te bendigo y te exalto porque eres mi Pan, mi Luz, mi Puerta, mi Buen Pastor, mi Resurrección, mi Camino, mi Verdad, mi Vida y la verdadera Vid a la que estoy sujeto. ¡Gloria a Jesucristo por siempre, a Su Padre que es mi Padre y al Espíritu Santo! Amén

TAREA PARA LA SEMANA:
1) Hacer la ruta de oración que he aprendido hoy.
2) Tomar nota de la experiencia.
3) Descubrir cuál es el clima más apropiado para mi oración personal.
4) Dedicar cada día más tiempo a la oración de alabanza, acción de gracias y adoración.

BIBLIOGRAFÍA.
- David Yonggi Cho, "Modelos para orar", Editorial Vida, 1995.
- Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
- "La Santa Biblia", © Sociedades Bíblicas Unidas 1960, http://www.gentle.org/biblia/

sábado, junio 09, 2007

LA AUTORIDAD COMO ELECCIÓN

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN EL REINO DE DIOS
VI PARTE
Lectura bíblica: Salmo 119:30

Propósitos de la charla: a) Darnos cuenta que así como Jesús nos ha escogido, también nosotros le hemos escogido a Él; b) delegar la autoridad sobre nuestra vida en Él, a través de un tutor.

A través de estas lecciones hemos visto: el concepto de autoridad, que Dios es la fuente de toda autoridad; que la autoridad de Dios se sustenta en santidad; la Gran Comisión como un mandato de Su autoridad para la Iglesia; y la autoridad espiritual como una capacidad a desarrollar. Nada podríamos hacer si Dios no hubiera depositado toda Su autoridad en el Hijo y éste no la hubiera delegado a los cristianos. Pero hay un proceso inverso y es desde la mirada del ser humano.

DIOS ESCOGE INDIVIDUALIDADES
Jesús escogió a unos pocos de una multitud de discípulos, para formar su grupo de doce. Los escogió con distintas personalidades. Asimismo nos eligió a nosotros, para formar parte de Su pueblo, para ser Sus discípulos. ¿Por qué nos escogió? Sólo Él sabe el motivo. Tal vez vio un rasgo en nosotros, una disposición, cierta característica que le sería útil para Su propósito. O quizás fue pura misericordia, compasión por la paupérrima condición espiritual en que nos encontrábamos. No sabemos el motivo de Su elección y tal vez eso es necesario, pues de lo contrario nos envaneceríamos. (Efesios 1:3-4)

Los que Jesús escogió para ser Sus apóstoles eran muy distintos en profesión, carácter, nivel social, creencias. El Maestro nos da un ejemplo de tolerancia a la diversidad, de aprecio de las distintas maneras de ser hombre, cuando escogió a sus discípulos con rasgos tan diferentes. Pastorear una comunidad cristiana con personas de distintas procedencias, culturas, pensamientos políticos, hábitos, profesiones, temperamentos, problemáticas distintas, no es tarea fácil. Pero es la voluntad del Señor que la Iglesia esté constituida por todo tipo de personas. (Apocalipsis 7:9)

Usted podrá preguntarse por qué le escogió Jesús, "¿por qué yo?". Pero tenga en cuenta que también usted decidió seguirle, obedecer a Su llamado. Podría haber dicho que no, rehusado por difícil o aburrido o porque tenía asuntos más importantes que resolver, como muchas personas lo hacen hoy. Sin embargo usted decidió decir que si, como María, la madre de Jesús. Una linda determinación, la cual ha traído a su vida grandes bendiciones. En otras palabras usted escogió a Jesús. Los apóstoles también escogieron seguir a Jesús. La pregunta que cabe en estas circunstancias es, entonces, "¿por qué sigo a Jesús? ¿Qué rasgo del Maestro ha calado más hondo en mí?" A continuación veremos cuales son los rasgos de Jesús que a cada discípulo impresionó con más fuerza. (San Mateo 4:19,20)

LOS DOCE QUE ESCOGIERON A JESÚS.
Simón, apodado Pedro, es decir "piedra", era de carácter indeciso; se aferraba al Salvador con la mayor fidelidad, firmeza de fe y amor íntimo; era atropellado tanto de palabra como en sus actos, lleno de fervor y entusiasmo, aunque de momento fácilmente accesible a influencias externas e intimidable por las dificultades. Cuanto mayor relieve toman los apóstoles en la narración del Evangelio, tanto más se destaca Pedro como el primero entre ellos. Cristo mismo inconfundiblemente acuerda una precedencia especial a Pedro y el primer lugar entre los apóstoles, designándolo así en varias ocasiones. El rasgo que Pedro más admiraba en Jesús era su extrema ternura. Pedro no se cansaba jamás de discurrir la paciencia de Jesús. Jamás olvidaría la lección acerca de perdonar al malhechor no siete veces tan sólo sino setenta veces más siete. Mucho pensó sobre estas impresiones del carácter misericordioso del Maestro durante esos lúgubres días de desesperación que vivió inmediatamente después de negar a Jesús sin pensarlo, y sin intención, en el patio del sumo sacerdote. (San Juan 21:17)

Andrés admiraba a Jesús por su transparencia, su permanente sinceridad, su dignidad sin afectación. Una vez que los hombres conocían a Jesús, se sentían poseídos del deseo de compartirlo con sus amigos; realmente deseaban que todo el mundo lo conociera. (San Juan 1:35-42)

Santiago Zebedeo admiraba la compasión afectuosa del Maestro. El interés comprensivo de Jesús en los pequeños y en los grandes, en los ricos y en los pobres, le resultaba muy atractivo.

Las características de Jesús que apreciaba Juan Zebedeo más eran el amor y el altruismo del Maestro; estos rasgos le impresionaron tanto que el resto de su vida estuvo dominado por los sentimientos de amor y de devoción fraternal. Relata en su Evangelio cuando por primera vez pudo contemplar esa consideración amorosa del Maestro por el prójimo, cuando a pesar de que aún no era el momento de hacer señales, accedió a la petición de su madre y convirtió el agua en vino. (San Juan 2:3-8)

Felipe era curioso. Admiraba tan continuamente la infalible generosidad del Maestro. Jamás halló nada en Jesús que fuera pequeño, mezquino o avaro, y él adoraba esta constante e infalible generosidad. Jesús conocía el corazón de su discípulo, por eso cuando los siguió la multitud al otro lado del mar de Galilea, le hizo una pregunta de fe "¿de dónde compraremos pan para que coman estos?" (San Juan 6:5-12)

Natanael o Bartolomé era un hombre honesto. Reverenciaba a Jesús particularmente por su tolerancia. No se cansaba de contemplar la compasiva generosidad del Hijo del Hombre. (San Juan 1:45-51)

Lo que Mateo Leví más apreciaba era la disposición del Maestro para perdonar. Nunca dejaba de repetir que la fe era lo único que se necesitaba para encontrar a Dios. Siempre se complacía en el Evangelio del Reino de Dios. Antes de ser llamado por Jesús, fue testigo de la sanidad y el perdón de un paralítico; cuando invitó al Maestro a su casa, Éste declaró "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. (San Lucas 5:17-32)

Tomás el Dídimo o gemelo, reverenciaba a su Maestro por su carácter magníficamente equilibrado. Probablemente disfrutaba de una mayor comprensión y apreciación de la personalidad de Jesús entre los doce. Tomás admiraba y honraba cada vez más a Aquél que era tan misericordioso y al mismo tiempo justo y equitativo; tan firme pero nunca obstinado; tan calmo, pero nunca indiferente; tan socorrido y tan compasivo, pero nunca entrometido ni dictatorial; tan fuerte y al mismo tiempo tan manso; tan positivo, pero nunca áspero ni rudo; tan tierno pero nunca vacilante; tan puro e inocente, pero al mismo tiempo tan viril, enérgico y fuerte; tan verdaderamente valiente, pero nunca temerario ni imprudente; tan amante de la creación pero tan libre de toda tendencia de reverenciar a la creación; tan lleno de humor y tan jovial, pero tan libre de ligereza y frivolidad. Era esta inigualable simetría de la personalidad lo que tanto encantaba a Tomás. Este apóstol era un hombre práctico, que exigía respuestas lógicas a sus interrogantes. Es así que dijo a Jesús "Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?" (San Juan 14:5) y cuando los discípulos le dijeron que el Maestro había resucitado, les dio esa razón por la cual se hizo tan conocido: "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré" Pero al aparecer Jesús ante él, sólo le bastó verlo y escucharlo para creer. Jesús no fue tan severo ni tan indulgente, le dio una lección de fe. (San Juan 20:24-29)

Jacobo Alfeo o "Santiago el menor", era un pescador común. Amaba especialmente a Jesús por Su sencillez. No podía comprender la mente de Jesús, pero sentía el lazo comprensivo entre él y el corazón de su Maestro. Su mente no era de un orden elevado; hasta se le podría considerar simple, pero tenía una experiencia auténtica en su naturaleza espiritual. Creía en Jesús; era hijo de Dios y miembro del Reino. Fue un hombre de carácter fuerte y apasionado.

Judas Alfeo, llamado también Lebeo o Tadeo, pocas veces interrumpía las palabras del Maestro con preguntas. Se sentía atraído hacia Jesús por la humildad sin ostentación del Maestro. Esa humildad, vinculada con tan grande dignidad personal, le resultaba particularmente atractiva a Judas. El hecho de que Jesús le ordenara siempre que no mencionara sus acciones extraordinarias, grandemente impresionaba a este discípulo. Fue un intenso y violento nacionalista con el sueño de poder mundial y dominio del pueblo escogido. Le preguntó a Jesús en la última cena: "¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?" pues estaba interesado en dar a conocer a Cristo al mundo, no como un Salvador sufriente sino como un Rey gobernante. La respuesta que Jesús le dio indica que el camino del poder nunca se puede reemplazar por el camino del amor. (San Juan 14:22)

Lo que más admiraba Simón "el zelote o cananista" era la calma del Maestro, Su seguridad, equilibrio e inexplicable serenidad. Fue un nacionalista fanático, un hombre devoto a la Ley, con un odio amargo por cualquier persona que se atreviera a comprometerse con Roma. Aún así, Simón claramente sobresalió como un hombre de fe. Abandonó todos sus odios por la fe que mostró hacia su Maestro y el amor que estuvo dispuesto a compartir con el resto de los discípulos y especialmente con Mateo, el cobrador de impuestos romano.

Los zelotes eran nacionalistas judíos fanáticos quienes tuvieron desatención heroica por el sufrimiento envuelto y la lucha por lo que ellos consideraron como la pureza de su fe. Los zelotes fueron enloquecidos con el odio por los romanos. Fue este odio por Roma lo que destruyó la ciudad de Jerusalén. Josefo dice que los zelotes fueron personas imprudentes, celosos en buenas prácticas y extravagantes e imprudentes en las peores clases de acciones.

No había ningún rasgo especial en Jesús que Judas Iscariote admirara. En general le agradaba su personalidad atractiva y exquisitamente encantadora. Judas nunca fue capaz de superar sus prejuicios judíos contra sus asociados galileos; aún llegaría a criticar, en su mente, muchas cosas de Jesús mismo. Este nativo de Judea, satisfecho de sí mismo, a menudo se atrevía a albergar crítica en su corazón sobre Aquél a quien once de los apóstoles consideraban el hombre perfecto, "aquel totalmente encantador, el más señalado entre diez mil". Realmente llegó a pensar que Jesús era timorato, que tenía cierto miedo de proclamar su poder y autoridad.

¿POR QUÉ HEMOS ESCOGIDO A JESÚS?
Es probable que lo que más nos atraiga en el Señor sea aquella virtud de la que nosotros carecemos –la rudeza de Pedro admiraba la dulzura de su Maestro- o quizás sea una característica nuestra pero en grado superlativo –aquello que admiramos de nosotros mismos- o sencillamente una necesidad, algo que no encontramos en nuestro entorno, como el perdón o la compasión. Analizar este aspecto nos enseñará mucho acerca de nosotros mismos, de nuestras carencias, defectos y debilidades.

¿POR QUÉ ALGUNOS NO ESCOGEN A JESÚS?
La personalidad perfecta y completa de Jesús encuentra cabida a la necesidad de todo hombre. No hay en Él nada criticable o repugnante al ser humano. Su persona, plena de amor y de seguridad, es completamente atractiva para nosotros. Así como Él nos escoge, nosotros los seres humanos, estamos fuertemente inclinados a escogerlo a Él. ¿Por qué algunas personas no lo hacen y lo rechazan? Hay varias razones:

- No les ha sido presentado Jesús como quién es realmente.
- Hay demasiado orgullo en sus corazones, el cual no les permite aceptar Su autoridad.
- Están prejuiciados con la Iglesia por experiencias traumáticas con cristianos.
- Han sido "evangelizados" de un modo inadecuado.
- Tienen una visión errada del cristianismo, por lo tanto desconocen el mensaje del Evangelio.
- Relacionan la fe con prohibiciones, y no están dispuestos a abandonar ciertos placeres por causa de la religión.
- No se les ha revelado Jesucristo.

El análisis de estas razones nos ayudará a detectar fallos en nuestro modo de acercarnos a Dios, en nuestra manera de entender el mensaje y darlo a conocer y en nuestra concepción de la Iglesia. Que muchas personas no conozcan al Señor no sólo es un asunto de que "no les ha llegado la hora" sino que nosotros hemos hecho las cosas tan mal que no hemos permitido que ese tiempo llegue a ellos. Hay mucho que corregir en el evangelismo.

NECESITAMOS ESCOGER UN MAESTRO.
Dios nos ha creado con un libre albedrío, con la facultad para decidir sobre nuestras vidas. Es decir que cada persona tiene autoridad sobre su propia vida. Pero cuando una persona decide pedir consejo por cierto problema o duda que tiene, delega esa autoridad de su vida en otro. El profesor tiene autoridad sobre mi en la escuela, el instituto o la universidad, en todo lo que es aprendizaje. Yo le he delegado esa autoridad. El médico tiene autoridad sobre mí en el aspecto salud. Le he transferido esa autoridad sobre mi cuerpo.

Del mismo modo es en lo espiritual. ¿Podremos autogobernarnos espiritualmente? ¿Es lícito que ejerzamos autoridad espiritual sobre nuestras vidas, prescindiendo de Dios? ¡No! Necesitamos de una autoridad entendida en el asunto espiritual para sujetarnos a ella. Todos requerimos delegar la autoridad espiritual de nuestras existencias a otro que sabe más que nosotros. Aquél es Dios. Para hacerlo se requiere de dos cosas: fe y humildad. Necesitamos escoger un Maestro.
PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Por qué creo que Jesús me escogió como discípulo/a?
2. ¿Por qué he escogido a Jesús?
3. ¿Qué rasgo del Maestro ha calado más hondo en mí?
4. ¿He delegado la autoridad de mi vida en Él?
5. ¿He delegado la autoridad de mi vida en un tutor o tutora?

BIBLIOGRAFÍA.
1) Apuntes del ministerio a los líderes de la Comunidad Cristiana Ecuménica Renovación de la Iglesia, obrero David Soto Godoy, 1981.
2) ¿Quiénes fueron los Doce?; http://es.bibleinfo.com/questions/question.html?id=747
3) http://ellibro.org/documents/los_doce.htm

lunes, mayo 14, 2007

LA AUTORIDAD COMO CAPACIDAD




EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN EL REINO DE DIOS
V PARTE:

Lectura bíblica: San Marcos 6:7-13
Propósitos de la charla: Comprender, valorar y desarrollar a) la autoridad espiritual como una capacidad dada por Dios; b) los requisitos previos para alcanzar autoridad espiritual; d) los niveles de autoridad cristiana.

El cristianismo no es magia ni superstición, sino una fe sólida nacida de la convicción en la revelación de Jesucristo. Por tanto el concepto de autoridad se sustenta en ciertas verdades que están claramente explicitadas en las Sagradas Escrituras y no en fábulas ni tradiciones humanas. La autoridad de Dios Padre fue traspasada a Jesucristo y de Éste a la Iglesia, como claramente lo señala el Evangelio. En la Gran Comisión vimos como Jesucristo delegó su autoridad a la Iglesia. A continuación veremos como los cristianos podemos llegar a ejercer esa autoridad.

"Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. / Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, / y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios" (San Marcos 3:13-15)

ESCOGIDOS
"Después subió al monte... (San Marcos 3:13a)

Al principio de Su ministerio de tres años, luego de haber sido tentado por el demonio tres veces y haberse bautizado en el Jordán; Jesús escoge de entre sus muchos discípulos a 12. Esa elección la hizo en oración con el Padre, no fue una decisión improvisada sino concienzuda. De esta determinación dependía el destino de Su obra, la Iglesia. Hoy día tomamos acuerdos trascendentes para nuestra vida y el destino de la comunidad; al igual que nuestro Maestro, necesitamos hacerlo en oración.

Por tanto, para ejercer autoridad, primeramente deben ser escogidos por Dios.

LLAMADOS
"Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él." (San Marcos 3:13)

El principio de "escoger" es un principio del discipulado. Él escogió a sus seguidores y los llamó. Un día el Señor le llamó a usted. Nadie por sí mismo es digno de un llamado tan importante. El llamado de Jesucristo es un llamado a la salvación para que pasemos de muerte a vida; para que seamos trasladados del reino de tinieblas al reino de luz; para que sean lavados nuestros pecados y accedamos a la vida eterna. Quien acepta ese llamado ya es justificado y salvado. Es un llamado que depende de una sola cosa: la fe. No requieres obra alguna para alcanzar la aprobación de Dios. Pero también es un llamado al crecimiento o edificación espiritual. Él desea que Sus discípulos den mucho fruto, lo cual se expresa en virtudes, buenas obras e hijos espirituales. Estas tres clases de frutos desea producir Cristo en nosotros, para hacer Su obra en la tierra: establecer Su Reino. Los apóstoles fueron obedientes a tal llamado.

Por tanto para ejercer tal autoridad, necesitamos ser escogidos y llamados.

CAPACITADOS
"Y estableció a doce..." (San Marcos 3:14a)

El Maestro estableció a estos Doce como Sus principales discípulos, Sus apóstoles. A los que escogió y llamó, también estableció junto a Él, para capacitarlos. Antes de enviarlos, Jesús les enseñó todo lo que era necesario que ellos conocieran. A cada uno formó en sus distintos caracteres, les dio nociones del Reino que Él establecería en los corazones de muchos cristianos, Sus valores y principios, el orden de los acontecimientos futuros, cómo se establecería el Reino de Dios en el milenio y cual sería el futuro del planeta y las vidas de los que lo pueblan; les entregó mandatos para practicar en su vida diaria y en las relaciones con Dios y el prójimo; les advirtió acerca de los enemigos internos y externos del discípulo; etc. Los habilitó, equipó y capacitó para ejercer el ministerio apostólico de la Iglesia.

"Y estableció a doce, para que estuviesen con él..." (San Marcos 3:14b)

Al estar los Doce con Jesús, verían su manera de ser con Dios, de relacionarse con los amigos y los enemigos. Era imprescindible que los discípulos observaran a su Maestro en acción y no sólo escucharan Sus enseñanzas. El ministerio de Jesús es muy práctico y ejemplar, es el modo en que nosotros necesitamos formar a los discípulos, de un modo directo, coloquial, sencillo, más práctico y menos teórico. Que el discipulado no se transforme en un estudio bíblico sino que sea una lección de vida y fe. El contacto con el tutor es fundamental, estar con él o ella para poder aprender de sus expresiones, conductas, ejemplos.

En el Antiguo Testamento encontramos el caso de un hombre que recibió autoridad; me refiero a ese gran jefe y libertador que fue Moisés. Para ello tuvo que ser capacitado por Dios. sabemos que no hay capacitación sin dolor, sin trabajo, sin esfuerzo. Dios capacita en la prueba. Moisés fue tratado durante mucho tiempo. Jehová le enseñó obediencia, confianza en que Él es poderoso, a través de un tratamiento que duró 40 años. Le mostró como sería el culto y el sacerdocio, le hizo ver el corazón del hombre y como guiar al pueblo a través del desierto. A través de todo ello Dios se mostró como un Ser que no actúa en la improvisación sino ordenado y racional, con un propósito claro y a largo plazo. Jehová escogió a Moisés, lo tuvo junto a Él, lo formó y luego lo mandó. Moisés se enfrentó al faraón con toda autoridad. La muerte de los primogénitos de Egipto fue algo impresionante no sólo para los egipcios sino también como para los hebreos y Moisés. Dios tardó 40 años en formar a este hombre en tierras de Madián. Aquél fue un tiempo de preparación para la misión, un tiempo de capacitación de un líder. Un ministro de Dios no se forma en un seminario teórico sino en el discipulado, en el trato de Dios y en la prueba; sólo así podrá desarrollar la autoridad que requiere para dirigir la Iglesia.

"En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. / Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. / Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. / Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. / Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. / Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. / Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? / Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? / ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? / Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos. / Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza." (Hechos 7:20-30)

En resumen, para ejercer autoridad, los cristianos debemos ser escogidos, llamados y capacitados.

ENVIADOS
"Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar" (San Marcos 3:14c)
Escogidos, llamados y capacitados, ya podrían ser enviados a cumplir la misión. Como ya lo estudiamos en el capítulo anterior, la Gran Comisión sería la tarea de los apóstoles y, por extensión, la tarea de toda la Iglesia hasta los tiempos actuales. ¿Qué es predicar? El diccionario lo define como "propagar o extender una doctrina o unas ideas, haciéndolas públicas y patentes". Es tarea de todo cristiano propagar el Evangelio, darlo a conocer; lo que predicamos no es una organización sino la buena nueva de que Jesús ha muerto y resucitado por nosotros. El anuncio se lleva especialmente a aquellos que viven sin Dios.

"y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios" (San Marcos 3: 15)

El envío de Jesús, según este pasaje, es tripartito: para predicar, para sanar enfermedades y para echar fuera demonios. Los apóstoles estaban llamados a anunciar el Evangelio, a sanar a los enfermos del cuerpo y del alma, y a expulsar los demonios de las personas. Estas tres cosas no las podemos hacer si no es con el apoyo y la autoridad del Espíritu Santo. Anunciamos la Verdad de Dios a través de nuestro comportamiento y las palabras apropiadas en el momento apropiado, pero es Dios quien convence y convierte. Sanamos por medio de la oración; los ministros de Dios están autorizados para ungir y orar por los enfermos, pero es Dios quien sana. Cuando hacemos las dos acciones anteriores, el mal comienza a retroceder; echar fuera demonios no es sólo decir unas palabras de reprensión a los espíritus negativos, también es orar porque el Reino de Dios venga sobre la vida de alguien. Cualquier cristiano no está autorizado a exorcizar, pues ello es tarea que requiere un conocimiento espiritual especial. Los apóstoles fueron capacitados para ese ministerio.

Jesús los escogió para que estuvieran con él y para hacer la obra. Para ello les dio autoridad apostólica. Antes de entregar esa autoridad a Sus apóstoles, Jesús debió escogerlos, llamarlos, capacitarlos y enviarlos. Igualmente nosotros no podremos ejercer autoridad si antes no somos escogidos, llamados, capacitados y enviados. Hemos visto que, si tenemos al Señor en nuestro corazón, por medio del Espíritu Santo, el río de Dios, ya tenemos autoridad para orar, evangelizar, testificar, servir, amar, discipular y obedecer. Al tener Su Espíritu disponemos del equipo básico para hacer la obra de Dios, pero necesitamos seguir capacitándonos. Una cosa es ser cristiano y cumplir con los trabajos comunes a todo creyente y otra cosa es estar encaminado en un llamado específico. Los apóstoles fueron capacitados por Jesús para una tarea bien definida. Finalmente, para ejercer autoridad, los cristianos primeramente deben ser escogidos, llamados, capacitados y enviados.

LA AUTORIDAD COMO CAPACIDAD
"Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. / Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, / sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. / Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. / Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad. / Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. / Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban." (San Marcos 6:7-13)

La autoridad espiritual no es un regalo de Dios, tampoco es un premio; la autoridad espiritual es una capacidad que viene como resultado del desarrollo de una serie de habilidades, conocimientos, principios y actitudes, operadas por el Espíritu Santo en el discípulo sumiso al Señor y sujeto a sus tutores, y que acepta el tratamiento de Dios para ser capacitado por medio de la prueba. La autoridad de los apóstoles en el libro de los Hechos no es otra cosa que el resultado de la capacitación que recibieron de Jesús y que encontramos en los cuatro libros del Evangelio.

Cuando nos convertimos a Cristo recibimos el Espíritu Santo y por tanto autoridad, pero ésta es la autoridad básica de la fe para hacer Sus obras. Mas Él desea que vayamos tras algo mayor: la autoridad espiritual del ministerio. ¿Qué estás haciendo para adquirir esa autoridad?

PARA REFLEXIONAR:
¿Has sido escogido por el Señor para ser un discípulo de Jesucristo?
¿Has sido llamado por Él a Su Reino y servicio?
¿Estás siendo capacitado para un trabajo específico?¿
¿Ora usted cuando tiene que tomar decisiones importantes?
¿Qué frutos está dando en su vida cristiana?¿
¿En qué aspectos considera usted que requiere una mayor capacitación como discípulo?
¿Cómo es el contacto con su tutor?
¿Son para usted las dificultades un medio de crecimiento?
¿Qué está haciendo usted para adquirir mayor autoridad espiritual?

BIBLIOGRAFÍA.
- Apuntes del ministerio a los líderes de la Comunidad Cristiana Ecuménica Renovación de la Iglesia, obrero David Soto Godoy, 1981.
- Diccionarios en línea; http://www.diccionarios.com/consultas.php

LA GRAN COMISIÓN

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN EL REINO DE DIOS
IV PARTE


Lectura bíblica: San Mateo 28:18-20
Propósito de la charla: Comprender, valorar y poner en práctica la Gran Comisión de Jesucristo a Su Iglesia.

Dios entregó a Jesucristo toda autoridad. Los once nacieron en Cristo y crecieron por Su guía. El Maestro dio su vida física por ellos y luego, resucitado, les entregó Su vida espiritual y eterna. Al resucitar venció todos los poderes diabólicos y Dios Padre le entregó todas las cosas para que pusiese orden en ellas. Aquellas cosas habían sido contaminadas y desordenadas por el diablo y la desobediencia de nuestros primeros padres. Ahora todo, menos el Padre, está bajo la autoridad de Jesucristo. Esta autoridad la delega en sus discípulos. Cristo transmite esta autoridad a la Iglesia. Así como cuando compro una casa adquiero dominio sobre ella, del mismo modo cuando Jesucristo venció a Satanás adquirió dominio y recibió toda potestad sobre el ser humano, en especial sobre aquellos que le reconocemos como Señor y que pedimos que venga Su Reino.

Analizaremos la llamada "gran comisión" que Jesús hizo a los apóstoles y, por extensión, a toda la Iglesia:

"Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. / Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. / Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. / Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (San Mateo 28:18-20)

OBEDIENCIA
"Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado." (San Mateo 28:16) Los once apóstoles –recordemos que Judas ya se había suicidado y que el Maestro está resucitado- obedecen ahora a Jesús; su actitud como personas que han visto la muerte de Cristo en la cruz y que ya han recibido el soplo del Espíritu Santo, es totalmente distinta. Ya no son esos rebeldes e incrédulos discípulos, sino que ahora son apóstoles, los llamados, capacitados y enviados por el Señor a anunciar Su Reino. Deberían acudir al llamado de Jesús a ese monte, donde le verían partir de esta tierra y alejarse físicamente de ellos. Sería su último encuentro con el Maestro, por lo tanto un evento muy importante, al cual no podían faltar. ¿Tendremos nosotros o hemos tenido una despedida similar en nuestra vida? Quizás el último momento con nuestro padre o madre; la despedida de un hijo que marcha a vivir a otro país; el adiós a alguien que jugó un papel trascendental en nuestra vida espiritual. Son esos momentos que jamás se olvidan. Pues bien, este era uno de esos encuentros en la vida de los apóstoles, que quedaría grabado en su memoria para siempre. Por eso el Evangelista lo registra, porque además, en ese encuentro se dijeron palabras vitales para todo hombre y mujer, a través de la historia.

ADORACIÓN
"Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban." (San Mateo 28:17) Al ver los discípulos a su Maestro sintieron en su corazón una gran alegría y un intenso amor, que les llevó a adorarle. Adorar significa rendir culto a la persona o cosa que se considera divina; es amar mucho algo o a alguien; gustar mucho de algo o sentir gran admiración por alguien, en este caso de Jesucristo. Los discípulos, como nosotros, rindieron culto a Su Persona, lo que pudo haber parecido idolatría y hasta blasfemia para los judíos. Ellos amaron a Jesús y expresaron ese sentimiento y la gran admiración que les despertaba. Probablemente expresaron en palabras su intenso amor por el Salvador, como nosotros lo hacemos orando y cantando. Diferenciamos la alabanza de la adoración en cuanto a su intensidad: la alabanza es la expresión de nuestra admiración por Jesucristo y la adoración es la exaltación de Su Persona y la expresión de todo nuestro amor por Él. Entre los presentes, en esa oportunidad, hubo algunos que no creyeron en la Divinidad de Jesús ni en Su calidad de Salvador ni en su condición de Resucitado. Hoy día también hay personas que asisten a nuestras reuniones pero que no creen que ellas sean guiadas por el Señor. Los incrédulos están hasta en las mejores iglesias. No son personas malas, sólo carecen de fe y pecan de incredulidad.

SUMISIÓN Y SUJECIÓN
"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra." (San Mateo 28:18) El Maestro se acerca a quienes creen en Él, pero también se acerca a los incrédulos. A los primeros se acerca para que desarrollen aún más su fe; a los segundos para escándalo, para definirlos, sea que le conozcan o que le rechacen. Él quiere nuestra definición, ama la decisión –ser frío o caliente- y desprecia la tibieza. Qué el Espíritu Santo nos haga personas de convicciones, seguras de nuestra fe y que caminemos con decisión el sendero de vida. Jesús se ha acercado a tu vida y quiere decirte algo muy importante: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" Todo el poder, toda la soberanía, toda autoridad ahora está en Sus manos; por ende ríndete y no discutas más con Él, no luches con Dios sino sométete a Su autoridad. La sumisión al Señor, la cual proviene de un corazón humilde, que se hace humus, que es verdaderamente humano, es imprescindible para caminar en el Reino de Dios, bajo la voluntad Divina. Sin sumisión no habrá sujeción. Esta última es la que debemos al Cuerpo de Cristo. Nos sometemos al Señor y nos sujetamos a la Iglesia. Nos sometemos al Señor y nos sujetamos a los pastores. Nos sometemos al Señor y nos sujetamos a nuestros tutores. Sumisión y sujeción son dos caras de una misma moneda: la obediencia a la autoridad.

MISIÓN
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (San Mateo 28:19) Este "por tanto" o "por lo tanto" expresa una conclusión o corolario. Lo que viene después en esta frase es el resultado de lo dicho anteriormente al "por tanto". Este "por tanto" es la relación que une las dos frases de una ecuación perfecta. "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" es la base, el elemento imprescindible para que se cumpla la segunda parte: "id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". Si Jesucristo no tuviera esa autoridad dada por el Padre, no podría enviar a Sus apóstoles a hacer discípulos en todas las naciones del mundo. De la autoridad de Cristo viene esta orden que resuena a través de los siglos, sobre cada discípulo de Jesucristo Hacer discípulos y bautizar en Su nombre a los convertidos, es resultado de la entronización de Jesús como Señor de la creación, Cabeza de la Iglesia, Obispo y Pastor de nuestras almas. Por tanto hacer discípulos no es un capricho nuestro, tampoco bautizar es algo que podamos apetecer o no, sino que es el cumplimiento de una orden emanada de la autoridad de Dios. Cumplir esa orden es nuestra obligación y no una opción. Hacer discípulos y bautizar son mandatos de Dios. Otro aspecto a resaltar en estas palabras es la fórmula del bautismo "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo", lo cual más que un asunto de palabras es un asunto de convicciones, de conceptos claros; somos bautizados y bautizamos no en nombre propio ni por alguna persona, sino en nombre de la Trinidad: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es Dios quien bautiza a través nuestro. Nosotros tan sólo cumplimos su mandato, nuestro oficio sacerdotal.

MANDAMIENTOS
"Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado..." (San Mateo 28:19a) Especial encargo hace el Señor Jesucristo a los apóstoles, y por ende a todos los que después escucharán Sus enseñanzas; que a todo aquel que sea hecho discípulo y sea bautizado en Él, se le enseñe a guardar "todas las cosas que" Él les mandó. ¿Cuáles serán esas cosas? Pues todos sus mandamientos del Evangelio, que son 90, desde "es necesario cumplir toda justicia" hasta "guarden todas las cosas que os he mandado". Aún cuando ya no funcionamos por un sistema legalista de orden, obediencia, premio y castigo, sino por un sistema de gracia basado en el amor que ha sido puesto dentro de nosotros, un amor que nos impulsa al bien; Jesús, como Señor y Dueño de nuestras vidas, nos pide que cumplamos principios éticos, morales y espirituales para ser dignos ciudadanos de Su Reino. Si creemos en Él y aceptamos Su sacrificio expiatorio somos salvos; mas si guardamos sus mandamientos nos hacemos merecedores de su Reino milenario. Una cosa es nuestra salvación eterna y otra el galardón en el Reino. Jesucristo murió para liberarnos de las tinieblas. En Su nombre somos libres de fetichismo, traumas, complejos, heridas y todo tipo de pecado.

COBERTURA
"y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (San Mateo 28:19b) Este Señor que nos ha mandado a predicar Su Evangelio, a hacer discípulos, a bautizar y enseñar a guardar todas sus enseñanzas, no nos abandona a nuestra capacidad ni nos deja a la aventura, sino que nos promete Su compañía permanente. Él es el Capitán de Su ejército y como tal se comporta.

ÉXITO
"Amén." (San Mateo 28:19c) Con este "así sea" ¿de Jesús, de los apóstoles o del Evangelista? Como sea, del Espíritu Santo. Es el cúmplase que está afirmando que así será, esta misión tendrá pleno éxito, lo cual se confirma en la gloriosa historia del cristianismo, una historia de evangelismo, misiones, persecuciones, martirios, plantación de millones de iglesias, salvación de innumerables vidas, etc. El Amén es el cumplimiento de Su voluntad, Él mismo es el Amén de Dios. Con esta palabra se sella la gran comisión de Jesús a Su Iglesia.

El texto estudiado expresa: 1) la obediencia de los apóstoles, aspecto fundamental para cumplir la gran comisión entregada por Jesús, 2) la adoración a Jesús como Señor, nacida de un sincero amor del discípulo por su Maestro; 3) la sumisión al Señor y la sujeción al Cuerpo de Cristo, ecuación imprescindible para lograr el triunfo de la misión encomendada; 4) los contenidos de esa misión: anuncio, hacer discípulos, bautizar y enseñar; 5) el cumplimiento de los mandamientos de Jesús en el Evangelio; 6) la promesa de Su cobertura de autoridad; y 7) el pleno éxito de la comisión de Dios.

PARA REFLEXIONAR:
Compare los siguientes textos relativos a la "gran comisión": San Marcos 16:14-18; San Lucas. 24:36-49; San Juan 20:19-23.
¿Qué estoy haciendo para obedecer a Jesucristo en la misión que Él ha dado a la Iglesia?
¿Cómo estoy adaptando a mi estilo personal el cumplimiento de la Gran Comisión?
¿En cuál de los siete aspectos de la Gran Comisión estoy mejor preparado?

BIBLIOGRAFÍA.
Apuntes del ministerio a los líderes de la Comunidad Ecuménica Renovación de la Iglesia, obrero David Soto Godoy, 1981.
http://www.tiempodevictoria.com.ar/producciones/p008.htm

LA AUTORIDAD DE DIOS SE SUSTENTA EN SANTIDAD.




EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN EL REINO DE DIOS
III PARTE

Lectura bíblica: San Mateo 5:48
Propósitos de la charla: Comprender que a) Dios es Santo; b) que Su autoridad se fundamenta en Su santidad y c) que somos pecadores llamados a vivir en santidad.



Hay una característica de Dios que supera cualquier otra, Su perfección moral, Su santidad. Sólo Él es absolutamente limpio de pecado, sin error moral. Dios es una Persona sin pecado; es un Espíritu santo. Como Soberano tiene toda autoridad, pero la ejerce desde Su santidad; no ejerce el poder como los hombres que utilizan todo tipo de ardides para lograr la obediencia de sus subalternos. Es un Dios Absoluto, Único, Eterno, Inmenso, Omnipresente, Omnisciente, Todopoderoso y Santo. No podremos entender la naturaleza de la autoridad de Dios si no comprendemos que antes que nada Dios es Santo. No hay Alguien más coherente que Dios, Él exige de Sus criaturas la conducta que Él mismo ejemplifica. Nada enseña Él que no lo haya practicado. Enseña con autoridad, la cual emana de Su santidad. Nuestro Dios es Santo.

A continuación veremos como Él es adorado en los cielos por Su santidad.

UN TRONO ALTO Y SUBLIME.
"En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo" (Isaías 6:1)

Cuando murió el rey Uzías, estaba el profeta Isaías ministrando a Dios en el templo, muy probablemente pensando en el rey recién fallecido, cuando Dios le abrió los ojos para ver las realidades celestiales.

El rey Uzías fue un rey maravilloso. Habiendo sido instruido en el temor del Señor por Zacarías, el Señor le dio éxito tras éxito. No obstante, no prestó atención a la instrucción de la ley de estar especialmente alerta durante los días de la prosperidad. Cuando llegó a ser poderoso, en su orgullo usurpó una labor delegada específicamente sólo a los sacerdotes. El resultado fue que el Señor le afligió inmediatamente con lepra, enfermedad que tuvo hasta el día en que murió.

Cuando murió Uzías fue un tiempo de luto nacional, y también fue un tiempo para crecer en el temor del Señor. El Señor era un Dios Santo que no toleraría el pecado en su pueblo. Así que Isaías estaba temblando aun antes de la visión.

Cuenta el profeta, que tuvo una visión extraordinaria: vio al Señor sentado en Su trono. Lo ve vestido como un Sacerdote, al parecer, y sus vestiduras llenan el templo. Las características de este trono, según las palabras del profeta, son:

Un trono alto. La altura siempre simboliza lo elevado, lo superior, lo que tiene autoridad. El trono de Dios de por sí, por ser un trono, es signo de Su plena autoridad. Él es el Sumo Sacerdote.

Un trono sublime. La palabra sublime tiene su etimología en el latín sublimis, que significa muy alto. Designa algo "Admirable, extremadamente bueno o extraordinario" El trono de Dios y Dios mismo son admirables, dignos de toda nuestra admiración y adoración. El Señor es extremadamente bueno, Su bondad no tiene límites, al punto de haberse dado Él mismo en sacrificio por la humanidad, para que nosotros alcanzáramos la salvación. El adjetivo extraordinario indica "que excede lo normal o lo ordinario", es algo o alguien fuera de la norma. Dios supera toda expectativa humana, por eso no terminamos nunca de conocerle ni de definirle. Extraordinario también implica "de tamaño, cantidad o calidad mayores de lo ordinario o de lo normal". Jehová es inmenso, como no es materia sino espíritu, y en Cristo materia glorificada, no puede limitarse en tamaño o cantidad.

UN TRONO DE SANTIDAD.
"Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. / Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria." (Isaías 6:2,3)

Isaías vio a Dios con vestiduras sacerdotales y rodeado de unos seres angélicos llamados serafines. Estos serafines son mencionados por primera vez en Isaías. El profeta no estaba familiarizado con ellos; un ángel más reconocible y familiar, como los querubines que estaban encima del arca del pacto, hubieran hecho la escena más fácil para él. Serafín deriva del hebreo saraph, que significa arder; por tanto los serafines son seres de apariencia ardiente. Son de profunda humildad y reverencia, obedientes ejecutan con prontitud la voluntad de Dios -esto significan sus alas- alabándole con cánticos alternativos.

Otro profeta describe a estos seres: "Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. / Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1:13,14)

"Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego" (Hebreos 1:7)

El nombre Serafín se toma de ardor, que pertenece a la caridad. El amor es un don común a todos los ángeles, más en ellos es preponderante. Nunca bajan a la tierra, giran constantemente en torno al trono divino y se dice que entonan permanente el Kaddish, una oración judía que dice "Santo, Santo, Santo, es el Señor de los Ejércitos, toda la tierra reboza en su gloria". Se piensa que cantan la música de las esferas y regulan el movimiento de los cielos para que no se produzca el caos, este movimiento es producido por la perfección divina. Los profetas que les han contemplado cuentan que son ángeles flamígeros.

AUTORIDAD QUE ESTREMECE.
"Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo" (Isaías 6:4)

La estructura de las puertas tiembla frente a la autoridad Divina. Una puerta es un lugar de entrada y salida. Representa nuestra alma que puede ser tocada por Dios y entender Su Verdad. Cuando esto sucede nuestra casa interior es inundada por Su Presencia. El mismo temblor de los quiciales de las puertas lo podemos observar en el profeta:

"Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos" (Isaías 6:5)

Podemos conocer la autoridad de Dios al contemplar Su santidad. Contemplar Su perfección moral es una potente luz que ilumina nuestra condición. Sólo así llegamos a comprender que somos pecadores y que hemos sido llamados por Jesucristo a vivir en santidad.

PARA REFLEXIONAR:
¿Qué tipo de seres celestiales nos muestra Ezequiel 1:24 y 2:1-3?
¿Cuánto tiempo dedico a la oración y a la contemplación del Señor?
¿Me dejo iluminar por la Persona de Jesucristo?
¿Conozco exactamente cuáles son mis pecados y áreas débiles?
¿Tengo como meta de mi vida vivir en santidad?

BIBLIOGRAFÍA.
1) Apuntes del ministerio a los líderes de la Comunidad Ecuménica Renovación de la Iglesia, obrero David Soto Godoy, 1981.