miércoles, abril 22, 2009

EVANGELIZAR CON LA PALABRA.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
VIII PARTE


Lectura Bíblica: 2 Timoteo 4:1-5

Propósitos de la Charla: a) Comprender la importancia de conocer la Palabra de Dios para utilizarla en la Evangelización; b) Valorar la Palabra como la Espada del Espíritu Santo; c) Conocer y experimentar el poder de la Palabra de Dios.

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, / que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. / Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, / y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. / Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (2 Timoteo 4:1-5)

Muchos hablan y desean predicar con poder. (1) Recuerdo que en mis tiempos de juventud se hablaba de “predicar con poder”, refiriéndose a una actitud agresiva, un discurso de mucha vehemencia, voz golpeada y segura. Indudablemente el poder de la Palabra de Dios no reside en algo tan externo y que es nada más que la apariencia del predicador, sino que se basa en que esa Palabra no es humana sino que procede de la Divinidad. La Palabra es Sagrada y por ello, es poderosa, ya que se origina en el Todopoderoso. Es el Verbo de Dios. El predicador tan sólo la repite, la cita, la transmite y en muchas ocasiones la interpreta. En tanto esa interpretación no la distorsione y conserve su sentido original, conserva Su poder. De lo contrario oculta, desactiva y ahoga Su poder.

Algunos hermanos dudan y desprecian las Escrituras, acudiendo a “filosofías y huecas sutilezas” para tratar de “convencer” a los incrédulos. Esto es falta de fe y un gran error, que probablemente cometimos algunos cuando recién caminábamos en el Evangelio, puesto que desconocíamos el tremendo poder que hay escondido en la Palabra del Señor. En vez de utilizar los conocimientos mundanos o la filosofía, los cristianos debemos usar el método más poderoso, la predicación de la Palabra de Dios. Puesto que la Biblia es la espada del Espíritu Santo, Dios obra a través de ella.

Tres poderes nos ha dado el Señor para evangelizar eficazmente: a) la oración; b) el Espíritu Santo; y c) la Palabra de Dios. En esta lección examinaremos este último, sin el cual los apóstoles y la Iglesia no habrían podido anunciar el Evangelio en esta era de la Gracia.

EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS
¿Cuánto poder tiene la Palabra de Dios? El escritor de Hebreos señala varias características importantes que tiene la Palabra de Dios, las que ha de ser útil conocer y considerar a la hora de la Evangelización (Hebreos 4:12). No es menor esta sagrada herramienta dada por Dios, una verdadera arma de defensa y ataque en la armadura del cristiano, “la espada del Espíritu” al decir de San Pablo (Efesios 6:17)

Los discípulos de Jesucristo necesitamos aprender a utilizar la espada del Espíritu en la Evangelización del mundo

La palabra de Dios es poderosa porque:
· La Palabra de Dios es viva.
· La Palabra de Dios es eficaz.
· La Palabra de Dios es la espada del Espíritu.
· La Palabra de Dios discierne los pensamientos y las intenciones.
· La Palabra de Dios quebranta el corazón.
· La Palabra de Dios hace sabio para salvación.

1. LA PALABRA DE DIOS ES VIVA.
“Porque la palabra de Dios es viva” Ya que la Palabra se origina en la mente de Dios y Éste es una Persona viva, Su Palabra se moviliza, opera milagros en el corazón del hombre, transmite vida, produce fruto. La Palabra de Dios es un ente gestor de vida.

Los alimentos para el cuerpo son de diferentes tipos: animales ya muertos, aunque no en estado de descomposición; vegetales arrancados de la planta y minerales y líquidos que no tienen vida, pero igualmente, procesados por el cuerpo humano, pasan a formar parte de éste y estimulan, ayudan y posibilitan las funciones vitales. La Palabra de Dios en cambio es un alimento vivo. Jesús dijo: “Mis palabras son espíritu y vida” (San Juan 6:63) porque transmiten los principios de lo alto, las verdades eternas, el camino para alcanzar la plenitud del ser humano, las claves para nuestra felicidad y también porque son sopladas por el Espíritu Santo en nosotros.

Dios siempre declaró Su Palabra en el Antiguo Pacto, mas llegó un día en que hizo que esa Palabra se hiciera Hombre, pudiese ser vista ejemplificada en un ser humano que, evidentemente fue un Dios-Hombre. Este fue Jesucristo, el Verbo de Dios hecho carne. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan 1:14) El mismo Verbo, Palabra o “Logos” que fue pronunciado para crear el universo, ahora venía a este mundo con vestidura humana. Jesucristo es la Palabra Viva de Dios.

Cuando usted o yo pronunciamos la Palabra de Dios estamos pronunciando a Cristo. Cuando leemos Su Palabra, la escuchamos o reflexionamos en ella, estamos alimentándonos de Cristo. Jesucristo y la Palabra de Dios son una sola cosa. Por tanto no hay nada más poderoso que evangelizar con la Palabra de Dios.

2. LA PALABRA DE DIOS ES EFICAZ.
“…y eficaz” La eficacia es la “capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.” Una acción es eficaz cuando finalmente obtiene lo que se ha propuesto. Un medicamento que no sana o que no tiene efecto sobre el dolor, nos resulta ineficaz e inútil. La eficacia de un maestro está en su capacidad de lograr aprendizajes en sus alumnos. Un pastor será eficaz en su labor si es capaz de mantener, sustentar y animar la fe de sus feligreses. El evangelista es eficaz cuando logra el propósito por el cual fue llamado por Dios: convertir almas al Señor.

Es característica notoria de la Palabra de Dios su eficacia. El profeta afirma que la Palabra de Dios no vuelve vacía, siempre tiene un efecto sobre el que la recibe: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, / así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:10,11)

Semejante a los fenómenos naturales, los cuales están regidos por leyes físicas diseñadas por el Creador, así también la Palabra de Dios, regida por leyes sobrenaturales: a) hace germinar la fe y la visión en quien la escucha; b) produce vida en el alma y el espíritu del hombre; c) da semilla al que la siembra, es decir Palabra de Dios trae más Palabra al que la esparce; d) alimenta al hambriento espiritual; e) siempre trae una bendición de regreso; f) hace la voluntad de Dios, y g) cumple con creces el propósito de Dios, que la envió.

3. LA PALABRA DE DIOS ES UNA ESPADA.
a) La Palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos: “y más cortante que toda espada de dos filos”
¡Qué imagen tan potente es ésta! La Palabra de Dios es cual una espada de dos filos. No hay espada más cortante que una de dos filos. Se abre paso en las carnes y penetra hasta lo más profundo. ¿Ha experimentado usted alguna vez este poder de la Palabra, de llegar tan hondo, conmover su corazón, descubrir un error o pecado en usted e interpelarle a cambiar? Yo creo que todos hemos sido sorprendidos muchas veces por esta capacidad de la Palabra de Dios. Más de alguno ha culpado al predicador, ha creído que fue su intención humana decir ese sermón que estaba dirigido a usted; otros se han marchado molestos de la iglesia, porque no supieron aceptar o discernir que era el mismo Dios hablándoles. Sí, la Palabra que sale de la boca de Dios por boca de sus mensajeros, es penetrante y poderosa.

La Palabra de Dios, según el salmista, entre otras virtudes:
- Vivifica el alma “Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.” (Salmo 119:25)
- Sustenta y quita la ansiedad “Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra." (Salmo 119:28)
- Es verdadera y justa “No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero.” (Salmo 119: 43)
- Trae consuelo “Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.” (Salmo 119: 50)
- Enseña la sabiduría y a ser juiciosos “Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído.” (Salmo 119: 66)
- Es más valiosa que las riquezas materiales “Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata.” (Salmo 119: 72)
- Es eterna “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.” (Salmo 119: 89)
- Es digna de amarse y meditarla “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.” (Salmo 119: 97)
- Es dulce como la miel “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” (Salmo 119: 103)
- Es inteligente y conduce al camino verdadero “De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.” (Salmo 119: 104)
- Ilumina el camino del ser humano “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.” (Salmo 119: 105)

b) La Palabra de Dios penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos: “y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos”
Comúnmente hacemos sinónimos de las palabras “alma” y “espíritu”, sin embargo la poderosa Palabra de Dios hace una diferencia grande entre ellas. El alma o psique es la sede de la personalidad humana, está formada por el intelecto y las emociones, posee el poder de la libre voluntad. Es la parte que tiene consciencia de si misma. En cambio el espíritu nos comunica con Dios, tiene consciencia de la Divinidad. Dios vive en el espíritu, el yo vive en el alma, mientras que los sentidos viven en el cuerpo. “Coyunturas” y “tuétanos” representan al cuerpo que se articula y moviliza de acuerdo a las órdenes del alma.

La Palabra de Dios llega a nuestro oído en el caso de ser escuchada y a nuestros ojos cuando es leída, es procesada en nuestra alma como vida, alimento, verdad, consuelo, juicio, riqueza, luz. Enseña, redarguye, corrige e instruye en justicia, “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16,17)

c) La Palabra de Dios actúa en coordinación con el Espíritu Santo
El Espíritu Santo que vive en el espíritu del cristiano toma la Palabra de Dios y:
1) revela que esta es la Verdad “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (San Juan 16:13)
2) guía (San Juan 16:13)
3) convence de pecado a la conciencia “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. / De pecado, por cuanto no creen en mí” (San Juan 16:8,9)
4) enseña la Palabra al alma, una y otra vez, como nuestro Maestro interior “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (San Juan 14:26)
5) la archiva en nuestra memoria y nos la recordará cuando la necesitemos “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (San Juan 14:26)

4. LA PALABRA DE DIOS DISCIERNE LOS PENSAMIENTOS Y LAS INTENCIONES DEL CORAZÓN.
“y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”
Puesto que la Palabra de Dios toca el alma del cristiano, conmueve aquello que la Biblia nombra “corazón” y que no es otra cosa que el asiento de nuestras motivaciones. ¿Qué pensamientos, ambiciones, deseos frustrados, aspiraciones, deseos inconfesables, guardamos en nuestro interior? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones que se esconden tras las “buenas” acciones humanas? Pues bien, como la Palabra de Dios procede de un Ser Omnisciente y Santo, tiene la virtud de discernir, saber, conocer y aún distinguir entre pensamientos e intenciones. Nadie está cubierto ante Dios. Adán y Eva se encontraban desnudos en el Paraíso, habían desobedecido a Dios e intentaron esconder su pecado con algunas hojas de higuera, intentando vanamente engañar a Dios. Los seres humanos estamos desnudos ante el Creador y es así como debemos presentarnos a Él en conciencia. Recibamos la Palabra de Dios con un corazón sincero, humilde y desnudo de toda vanidad.

Dos últimas ideas debemos considerar en esto de evangelizar con la Palabra de Dios.

5. LA PALABRA DE DIOS QUEBRANTA EL CORAZÓN.
“A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras.” (Jeremías 23:9)

Por causa de escuchar la Voz de Dios en boca de los mensajeros de Dios, hemos creído, hemos cambiado malos hábitos, confesado pecados, creído que Él es nuestro Salvador, Señor, Sanador y mucho más. Su Palabra quebranta el corazón, toca emociones, razones y conciencias, mueve voluntades, es inevitable. El ser entero tiembla ante Su magnífica sabiduría. El Espíritu Santo nos hace actuar como borrachos, llenos de Su amor y de Sus visiones, por cierto de fe, optimismo, positivas para nuestras vidas y familias. Sus Palabras son santas y penetrantes, nadioe puede huir de ellas. Conducen a una permanente y cada vez más profunda conversión.

6. LA PALABRA DE DIOS HACE SABIO PARA SALVACIÓN.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3:15)
Si alguien desea saber el camino de la salvación eterna, tendrá que leer o escuchar el plan de salvación para la humanidad, manifestado en la Palabra de Dios. No hay otra forma, hacerlo diferente es caer en fábulas e interpretaciones humanas, de algo que está claramente expresado en la Escritura.

Todo discípulo debe saber manifestar ese plan tan sencillo y real:
1) Dios nos ama. Dios creó al ser humano para ser feliz, Dios entregó leyes naturales y espirituales para que las cumplamos. “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3)
2) Todos somos pecadores. El ser humano no cumplió la voluntad de Dios (es lo que llamamos pecado), estamos condenados a la infelicidad lejos de Dios. “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)
1) Cristo murió por nosotros. Dios proveyó una solución extraordinaria para el hombre: Jesucristo, el Hijo de Dios que dio Su vida en la cruz por la Humanidad, es el camino, la Verdad y la Vida. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (San Juan 3:16)
2) Usted puede ser salvado ahora. Sólo creyendo en Él y aceptando su maravilloso regalo podemos recuperar la felicidad. El hombre no es feliz porque no tiene fe. La palabra felicidad comienza con una sílaba que es clave: fe. ¿Quiere usted ser feliz junto a Dios eternamente? Decida creer y aceptar a Jesucristo como su Salvador y Señor. Pero antes reconozca que ha pecado desobedeciendo a Sus Leyes o Mandamientos. Él le espera. “…Esta es la palabra de fe que predicamos: / que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. / Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:8-10)

PARA REFLEXIONAR:
1) Lea y analice los siguientes textos: 2 Corintios 2:17; 1 Corintios 2:13.
2) ¿Qué actitudes adoptaría usted, cuando predica la Palabra de Dios, a partir de la reflexión anterior?
3) ¿Qué entiende usted por “acomodar lo espiritual a lo espiritual” en la evangelización?
4) Desarrolle con sus propias palabras, en forma escrita, el “Plan de Salvación”.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Pastora Ida Kim, “Discipulado”, Seminario Teológico de la Gracia Para América Latina, 2009.
3) Watchman Nee, “El Hombre Espiritual”, Editorial CLIE, España, 2005.


(1) San Mateo 7:28,29. Jesucristo predicaba con autoridad a la gente, la que se admiraba de su doctrina y autenticidad.
Hechos 18:24, 25. Apolos era un converso judío al mensaje de Juan el Bautista "elocuente, poderoso en las Escrituras" que fue orientado hacia el Evangelio de Jesucristo, por Priscila y Aquila.

domingo, abril 05, 2009

UNA VOLUNTAD EVANGELIZADORA.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
V PARTE

Lectura Bíblica: San Marcos 16:15

Propósitos de la Charla: a) Adquirir una mentalidad evangelizadora; b) Desarrollar actitudes y acciones evangelizadoras.


Texto central: “1 Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. 2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. 3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:1-6)

Dar testimonio y evangelizar son deberes inexcusables de todo discípulo de Jesucristo. Él dio la orden de hacerlo, puesto que si no hay evangelización Su muerte no tiene sentido. Él aceptó la cruz para nuestra redención y si el mensaje de que Él ha muerto por la Humanidad no llega a los hombres ninguno se entera y su sacrificio habría sido en vano. Tal vez usted tiene un vecino que no ha escuchado claramente acerca de Jesucristo; quizás algún familiar suyo no entiende el mensaje del Evangelio; o alguno de sus amigos o compañeros de trabajo o estudio todavía no ha recibido el mensaje de salvación. Probablemente sea usted la única persona en que ellos tendrían confianza de escuchar este valioso comunicado. Pero usted, por desconocimiento, temor, vergüenza, desinterés o cualquier otra causa personal, no lo hace. Es hora que todos recordemos el mandato de Cristo “Predicad mi evangelio a toda criatura” (San Marcos 16:15) y nos transformemos en discípulos evangelizadores.

Todo discípulo de Jesucristo debe tener una voluntad evangelizadora.

¿Cómo hacerlo? ¿Cómo obra el discípulo con mentalidad evangelizadora? Pone en práctica las siguientes actitudes y acciones:
· Evangeliza sin desmayar.
· Evangeliza al modo de Dios.
· Evangeliza abiertamente.
· Descubre al enemigo.
· Predica a Jesucristo Señor.
· Ilumina el alma del inconverso.

1. EVANGELIZA SIN DESMAYAR.
“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.” (2 Corintios 4:1)

Los cristianos tenemos un ministerio a cumplir, un servicio al Señor y a la Humanidad, cual es anunciar el Evangelio de Jesucristo. Este es un trabajo importante que no se puede delegar, no podemos decir “no, esta es función de los evangelistas y yo no lo haré”. Por cierto es una misión encargada por el Señor antes de partir a los cielos: “Id y haced discípulos a todas las naciones” (San Mateo 28:19)

Dios fue tan misericordioso que nos sacó de las tinieblas mediante la muerte de Su Hijo. Estábamos en delitos y pecados, andábamos según nuestras propias concupiscencias siguiendo al diablo. ¡Cómo no vamos a estar agradecidos de su misericordia! En esta misma medida debiéramos reaccionar, anunciando ahora nosotros el Evangelio, como nos fuera anunciado. Recuerde a aquellas personas que le hablaron a usted de Cristo y Su magnífica salvación y ore por ellas. Es una forma de honrar el trabajo de Dios en su vida. No es poca cosa anunciar el Evangelio de la paz. ¡Cuán hermosos son los pies del que anuncia el Evangelio de la paz! (Isaías 52:7; Efesios 6:15)

No podemos desmayar, tenemos que seguir adelante en la tarea que el Señor nos ha encomendado. “De gracia recibisteis, dad de gracia” (San Mateo 10:8) y con mucho entusiasmo. No siempre tendremos el éxito esperado en nuestra labor, pero sabemos que siempre será del Señor la victoria. “No nos cansemos, pues de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos” (Gálatas 6:9). El que desmaya o abandona la lucha es alguien a quien faltó la fe. ¿Ha desmayado usted en su misión de anunciar el Evangelio?

2. EVANGELIZA AL MODO DE DIOS.
“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.” (2 Corintios 4:2)

Es necesario que todo evangelizador renuncie al modo humano de evangelizar, el cual es:

a) Andar en forma oculta, que no oculte más el Evangelio, el cual es como una lámpara que ilumina a todo el mundo. Dios ilumina en primer lugar con Su gran amor, pues Dios es luz y también es amor. En segundo lugar ilumina el entendimiento, haciendo comprender a las personas que están en pecado y en tinieblas y que necesitan un Salvador.

b) Tampoco se trata de andar astutamente, usando argucias para atraer a las personas a Jesucristo. No necesitamos comprar a la gente con ofertas baratas, ni convencerlas con filosofía o falsa ciencia. Basta con el Evangelio. Dios se defiende solo, no necesita que yo le defienda. Para eso está el Espíritu Santo que convence al mundo de pecado.

c) Si por atraer a otros le ocultamos o adulteramos la verdad de Dios escrita en Su Palabra, estaremos cometiendo un gran pecado y fallando a la fe.

La única forma de predicar el Evangelio es manifestándolo tal como está escrito y viviéndolo como testigos de Jesucristo. El Evangelio se manifiesta por palabras y por obras, debe haber una perfecta concordancia entre lo que usted habla y lo que usted hace, esto se llama coherencia y consecuencia. Somos coherentes con nuestro discurso cuando actuamos conforme a él. Usted será coherente y más creíble en el Evangelio, si lo pone por obra. Una persona consecuente es la que demuestra con sus hechos lo que dice y cree.

El contenido de la evangelización es Jesucristo y Su Evangelio, pero este va envuelto en el mensajero. Muchas veces no se cree al mensaje por el mensajero que lo trae. Usted y su persona moral y espiritual acreditan o desacreditan el mensaje, lo recomiendan. No es que nos recomendemos a nosotros, puesto que nada somos ni tenemos aparte del Señor, sino que nos empeñamos en hablar y mostrar a Jesucristo, y en aconsejar al prójimo para que s acerque a Él, se arrepienta y lo siga. Toda conciencia humana necesita ser enfrentada al Dios que la creó. Este es nuestro trabajo y obligación.

3. EVANGELIZA ABIERTAMENTE.
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (2 Corintios 4:3)

El Evangelio cristiano no es un conocimiento para ciertos iluminados, no es estrictamente esotérico sino que un mensaje para ser anunciado “desde las azoteas” (San Lucas 12:3) a todo el mundo. Así lo han entendido muchos cristianos comunicándolo en todo momento y lugar. No debe estar encubierto sino a la vista de la gente.

Por otro lado, el Evangelio es sencillo, no es un mensaje complicado. A veces los comunicadores lo volvemos complejo, pero en verdad su contenido es simple: 1. Dios le ama a usted y quiere que usted viva eternamente con Él; 2. Dios ha dado una Ley para ser cumplida, si usted no lo hace está cometiendo pecado, éste le separa a usted de Su santidad; 3. Dios ha provisto un medio para que usted pueda acceder a Dios y la salvación, Jesucristo crucificado y resucitado; 4. Dios le invita a creer en Él y aceptarle como Salvador y Señor; y 5. Dios quiere que usted crezca como persona cristiana siendo un discípulo de Jesucristo.

Si alguien piensa que el mensaje del Evangelio aún está oculto esto es cierto entre los que se pierden. Para los que aún no han conocido y aceptado a Jesucristo, el Evangelio es un misterio y está oculto para sus mentes. Nuestro trabajo es sacar el Evangelio de la oscuridad e incomprensión y traerlo a la luz. Hay muchos prejuicios con el Evangelio: a) que es cosa de ignorantes, b) que es de otra época, algo pasado de moda; c) que se opone a la ciencia; d) que es algo religioso. A todos estos prejuicios con el mensaje propiamente tal, se suman los prejuicios hacia la Iglesia: a) está dividida y no se ponen de acuerdo; b) han asesinado, perseguido y robado; c) sólo ansía el poder; d) oculta la verdad para dominar. Pero detrás de todos estos prejuicios está el enemigo de las almas que no quiere que vean la luz del Evangelio. El evangelizador debe abrirse paso en toda esta maraña de prejuicios, desbaratar malos espíritus, y traer a la luz el Evangelio que se encuentra encubierto a los que se pierden.

4. DESCUBRE AL ENEMIGO.
“en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” (2 Corintios 4:4)

El diablo es el dios de este siglo. La gente no lo sabe y hay que aclarárselo. Todos dicen ¿por qué hay tanta calamidad en el mundo? Y culpan a Dios de ello. No se dan cuenta que Satanás lleva al ser humano a los vicios, la perdición, la mentira, el asesinato, la rebelión, etc. El blanco de la evangelización muchas veces será desenmascarar al enemigo de nuestras almas. Éste ha probado distintas tácticas para no ser descubierto y la más astuta ha sido negar su existencia. El mal existe, es real y hay un ente sobrenatural que lo promueve. Necesitamos dejar esto muy en claro en la mente de las personas, que tienen un enemigo que les desorienta y aleja de Dios.

Este ser de maldad ha enceguecido a la gente para que no vea su realidad ni la realidad de Dios, ha oscurecido su entendimiento espiritual. Hay dos reinos espirituales en este mundo, sólo dos: el Reino de Tinieblas y el Reino de Dios. Esto es algo que todos deben conocer para descubrir bajo qué reino está viviendo. El incrédulo no cree fundamentalmente en esta realidad espiritual, sólo cree lo que perciben directamente sus sentidos y es reforzado por la ciencia con lo que se puede comprobar. Se puede no creer en: a) la existencia de Dios; b) el Dios que predicamos los cristianos; c) el espíritu y el mundo espiritual; d) la Biblia como Palabra de Dios; e) el pecado. Estos son obstáculos a la evangelización, los cuales hay que sobrepasar.

Para poder recibir el mensaje del Evangelio es necesario creer que: a) Jesús existió realmente como personaje histórico e hizo todo lo que dicen los cuatro evangelios; b) Jesús es el Hijo de Dios, nacido de la virgen Maria, y que vino como Salvador de la Humanidad; c) todos los seres humanos somos pecadores porque hemos transgredido la Ley de Dios; d) Jesucristo resucitó y ascendió a los cielos como Señor de toda la creación. Si la persona cree esto, se arrepentirá y será salva.

¿Cómo nos puede resplandecer la luz del Evangelio? Si nuestros ojos espirituales son abiertos, si llevamos nuestro entendimiento más allá de lo sensorial, más allá de lo que vemos y tocamos, abriéndonos a la realidad de los reinos. Sabiendo esto podremos conducir a otros hacia la luz, podremos ser verdaderamente guías de ciegos.

En este texto San Pablo describe “la luz del Evangelio” como “la gloria de Cristo”, es decir que el mensaje que Jesucristo trajo a la Humanidad es como Su propio resplandor que ilumina al ser humano. Cuando usted predica a Jesús, está traspasando Su gloria al prójimo, está siendo un conducto de la luz de Dios. ¿Quiere usted hacer resplandecer la gloria de Cristo en las mentes y corazones de los que aún no le conocen? ¿Qué está haciendo para lograrlo?

El Señor Jesucristo es la imagen de Dios. Nuestro Creador ha sido tan bondadoso con el ser humano que, ya que éste siempre necesita de una imagen perceptible para adorar, le ha dado en Jesucristo Su propia Imagen de perfección y santidad. “El que me ha visto a mi ha visto al Padre” (San Juan 14:9) dice Jesús. “Él es la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3) Si alguien desea saber cómo es la Persona de Dios, pues contemple a Su Hijo, que es de la misma sustancia, y podrá descubrir Su santidad, justicia, poder, etc. Por lo tanto una de las cosas más importantes en la evangelización es dar a conocer la Persona del Señor Jesucristo.

5. PREDICA A JESUCRISTO SEÑOR.
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.” (2 Corintios 4:5)

Hasta acá queda claro que el contenido del Evangelio es: a) La voluntad de Dios de que vivamos en eternidad con Él; b) La necesidad de ser limpiados de nuestro pecado por medio de la sangre de Su hijo, c) Creer en Jesucristo, escucharle, seguirle y obedecerle. No nos predicamos a nosotros mismos, el centro de nuestra tarea evangelizadora no es dar a conocer nuestros conocimientos, virtudes, simpatía, autoridad, capacidad, etc. Todo ello es vanidad. El centro del evangelismo es la Persona de Jesucristo. Por lo tanto debemos conocer a Jesucristo de dos formas: a) objetivamente a través de la lectura de la Palabra de Dios; y b) subjetivamente por medio de la experiencia de fe, en oración y vivencia de sus mandamientos. Cada discípulo evangelizador requiere ambas cosas: a) estar instruido en la Biblia y b) vivir una vida de profunda comunión con el Señor Jesucristo.

¿Qué tipo de Jesús predicamos? ¿El Jesús almibarado de Hollywood, el Jesús sólo humano y humanista de los movimientos políticos, el Jesús sufriente de muchos templos, el Jesús mágico del movimiento de la Nueva Era, acaso un Jesús personal? Prediquemos el Jesús de San Pablo y los Apóstoles: “Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.” Jesucristo tiene un nombre sobre todo nombre, el es ahora el Kyrios, el Señor de Su Reino. El Reino de Dios es gobernado por Jesucristo; la Iglesia tiene una Cabeza que es Él, el Señor Jesucristo. Si el es el Señor, nosotros somos Sus siervos.

Si somos siervos o esclavos de Dios, también lo somos de Su Iglesia, por amor de Jesús. Si amamos a Dios, también amaremos a Su Iglesia, que es la prolongación de Él aquí en la tierra. La Iglesia es columna y baluarte de la Verdad (1 Timoteo 3:15) y por tanto debe ser altamente respetada. No es una organización al modo humano, como un club social o una empresa, sino un organismo vivo, al modo Divino. Cada cristiano es un miembro de ese Cuerpo espiritual y debe amarlo y servirlo como su siervo. Por lo tanto, cuando usted sirva en la Iglesia, no piense que sirve al pastor, al maestro, al diácono, al tutor o al hermano, sino que sirve al Señor de la Iglesia.

6. ILUMINA EL ALMA DEL INCONVERSO.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:6)

En el Antiguo Testamento Dios ordenó: Sea la luz; y fue la luz. (Génesis 1:3) Sólo Él puede tener ese poder para hacer que en medio de las tinieblas resplandezca la luz. En el Nuevo Testamento Él hace resplandecer Su luz en los corazones humanos. Cuando usted evangeliza está trayendo luz a corazones entenebrecidos ¿No es algo maravilloso poder participar en Su obra de dar luz, de dar vista a los ciegos?

La verdadera iluminación es la conversión a Dios y no aquella que propician sectas y religiones orientales. El ser humano necesita ser iluminado con el conocimiento de Dios. Este conocimiento es el mensaje de la buena nueva, el Evangelio de salvación, el Evangelio del Reino de Dios, el Evangelio de la Gracia. Este mensaje es el rostro iluminado de Jesucristo, nuestra Señor y Salvador. ¡Que el Señor le bendiga e inspire en la expansión de Su Evangelio, llamando a otras vidas a Su Reino! Amén.

PARA REFLEXIONAR:
1. Recuerde a aquellas personas que le hablaron de Cristo y Su magnífica salvación y haga una oración por ellas.
2. ¿Ha desmayado usted en su misión de anunciar el Evangelio?
3. ¿Qué está haciendo para hacer resplandecer la gloria de Cristo en las mentes y corazones de los inconversos?
4. Haga una lista de obstáculos que usted puede tener para evangelizar. Luego, frente a cada obstáculo, escriba una promesa del Señor.
5. De acuerdo a la lección, confeccione un test para mediar la “voluntad evangelizadora” y aplíquelo en su Iglesia.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Pastora Ida Kim, “Discipulado”, Seminario Teológico de la Gracia Para América Latina, 2009.