domingo, junio 28, 2009

LA SINFONÍA DE LA CREACIÓN.


ADOREMOS
II PARTE
Pastor Iván Tapia

Lectura Bíblica: Salmo 148

Propósitos de la Charla: a) Aprender el significado de términos relativos a la alabanza; b) Comprender que toda la creación alaba al Señor y que los seres humanos debemos y necesitamos alabar a nuestro Creador; c) Alabar como cristianos a nuestro Salvador y Señor.


Dios desea habitar en el hombre por medio del Espíritu Santo y Éste siempre nos motivará a una vida de alabanza y adoración en santidad porque Él habita entre las alabanzas de Su pueblo. Como aquella anciana muy pobre que tenía el hábito de decir: “Bendito sea el Señor, Amén”, cuando el predicador, un ministro de Escocia, decía algo destacado. Esto molestaba mucho a aquel pastor, hasta que un día le dijo: “¿Sabe hermana Elizabet, que cuando usted dice: “Bendito sea el Señor”, durante el sermón, interrumpe mis pensamientos? Si no lo hace durante todo este año le regalaré un par de frazadas nuevas”. La hermana Elizabet era muy pobre y esta oferta le pareció buena. Hizo lo que pudo por ganárselas. Permaneció quieta domingo tras domingo; pero un día vino un pastor visitante a predicar; era un hombre de cuyo corazón rebosaba el gozo de su salvación.

A medida que predicaba acerca del perdón del pecado y de todos las bendiciones que le siguen, la visión de las frazadas prometidas comenzó a desvanecerse mientras el gozo de la salvación aumentaba. Al fin no pudo contenerse más y se levantó diciendo con voz fuerte: “¡Frazadas o no frazadas, aleluya!”
Cuando pensamos en las maravillas de Dios, se llena nuestro ser de gran gozo. Nuestra reacción natural es querer alabar a Dios por lo que ha hecho y hace por nosotros.

Alabamos y adoramos al Señor porque hay gratitud en nuestros corazones. Han de saber ustedes que el alabar no es un asunto sólo de salvos ni tan sólo de humanos. Toda la creación alaba permanentemente a Jehová. ¿No ha visto usted caer las hojas suavemente en el otoño en una bella danza que ni el mejor programa computacional podrá imitar? Ellas ofrecen esa danza al Creador. Tal vez usted piense que estoy fantaseando y haciendo poesía, pero ha de saber que la Biblia declara que todo lo creado por Dios reconoce Su Majestad en alabanza. Las aves no cantan sólo por instinto y el viento no silva sólo por efecto del roce contra los árboles y casas. La Sagrada Escritura nos revela en el libro de Salmos que:

· Los seres celestiales alaban a Dios.
· Los cielos alaban a Dios.
· Los seres vivientes y los elementos alaban a Dios.
· Los seres humanos alaban a Dios.
· Todo Su pueblo alaba a Dios.

LOS SALMOS.
Imaginemos que nuestra civilización desapareciera y sólo quedara de nuestra cultura nada más que nuestro himnario de culto. Cuando lo encontrasen generaciones futuras, procurarían discernir quienes éramos sus autores, como pensábamos y sentíamos y cuáles eran nuestras creencias. La Poesía tiene esa particularidad de transmitir emociones, pensamientos y vivencias, de un modo muy diferente a la prosa. Probablemente las conclusiones que esos investigadores obtendrían no serían del todo correctas pero estarían muy cerca de la verdad por la honestidad de los escritos. Cuando el ser humano deja hablar al corazón y no tanto su lógica, es más verdadero. Dios escogió este género literario para hablarnos a través de aquellos escritores, en el libro de los Salmos. Quizás no nos están entregando aquella clara doctrina de Levítico o Deuteronomio, ni la certeza teológica de San Pablo, pero están transmitiendo algo muy importante para todo creyente: sus sentimientos frente a Dios y la vida.

Salmos es el libro de alabanzas de los hebreos y se escribió para ser cantado. Pertenece al grupo de libros bíblicos, llamado Poéticos, los que surgen en su mayoría, en la edad de oro de la historia hebrea, la era de David y Salomón. Se constituyó en el himnario del templo y libro de oraciones de Israel, destinado para uso de la vida particular y en el culto público. Por lo tanto era una guía para la oración y la alabanza. Es el libro más amado del Antiguo Testamento, una joya literaria de la edad de oro de Israel. De 283 citas del Antiguo Testamento mencionadas en el Nuevo Testamento, 116 son de los Salmos, o sea el 41 por ciento. Hoy día, como en toda la historia del cristianismo, los Salmos son 150 temas espirituales cantados en el culto de la Iglesia.

Suele denominarse este libro como “la Biblia dentro de La Biblia” pues hace un resumen del contenido de los libros anteriores y anticipa el pensamiento de los posteriores.

El libro de los Salmos es el primero y principal de la tercera parte de la Biblia hebrea (Ley – Profetas – Escritos), la que se denomina “los escritos” (del hebreo ketubim). La expresión “salmos” que leemos en Lucas 24:44, probablemente se refiera a toda esta tercera parte del Antiguo Testamento. La palabra hebrea es tehillim, es decir alabanzas. La palabra salmo, que designa una alabanza particular, tiene su origen en el griego y significa canto con acompañamiento instrumental o ejecución de instrumento de cuerdas.

Los Salmos hablan al lector de la Biblia de los sentimientos de aquellos hombres que temían a Dios. Son expresados, ya sea en oraciones, confesiones, alabanzas o expresiones de dolor, más abundantemente que en otros libros de las Escrituras. El lector de la Biblia podrá verse reflejado en muchas de estas circunstancias, por lo que será especialmente atraído y enseñado por los Salmos.

Los salmistas no sólo describen sus propios sentimientos sino que son de notorio carácter profético. El Espíritu de Cristo ha trabajado en ellos, ha compartido con ellos tristezas y gozo y ha estado en ellos (Isaías 63:9; 1 Pedro 1:11). Este es el motivo por el cual hallamos a Cristo en todos los Salmos, y no sólo en los Salmos mesiánicos (16, 22, 24, 40, 68 y 118). Los Salmos mesiánicos se refieren a Cristo muy puntualmente. No obstante, en el Nuevo Testamento hallamos menciones de Salmos que también se refieren al Señor, y que no son mesiánicos.

Casi la mitad de todas las citas mesiánicas provienen de los Salmos. Si contemplamos el vínculo espiritual que había entre Cristo y los creyentes israelitas que escribieron los Salmos, entonces podremos percibir el carácter claramente profético de estos últimos. El Espíritu de Cristo estaba compenetrado con las experiencias y los sentimientos de aquellos creyentes israelitas. Los sentimientos y sufrimientos del Señor, como hombre verdadero y perfecto, son descritos de una forma muy conmovedora, pues ellos son una prueba del interés que Él tenía en su pueblo terrenal.

Jesús amaba los Salmos. A tal extremo, que llegaron a ser parte de su misma mentalidad, de manera que expresó en citas de ellos Su agonía mortal sobre la cruz (San Mateo 27:46; San Lucas 23:46); manifestó que muchas cosas en los Salmos fueron escritas acerca de Él (San Lucas 24:44)

El carácter profético de los Salmos puede observarse en la descripción de la historia del remanente judío de los últimos días. Pero, recordemos, no son los eventos externos los descritos sino los sentimientos íntimos de este remanente. Esto explicaría las súplicas por castigo o venganza sobre sus enemigos (Salmo 137:9), las cuales resultan difíciles de comprender para muchos lectores. Los sentimientos expresados en esos Salmos provienen de creyentes, pero no de cristianos que pertenecen a la época de la gracia (Romanos 12: 17-21). Son los sentimientos de creyentes judíos que vivirán en los últimos días. Ellos esperarán la salvación de Dios y el justo castigo de sus opresores, especialmente del Anticristo.

LA POESÍA HEBREA.
En cuanto a la poesía hebrea, sus principales características son:
a) No posee rima (ritmo fonético)
b) No utiliza el arte de la estructura (Métrica)
c) La estrofa no es esencial en la poesía hebrea. Sólo se usa en los salmos 42, 43 y 46.
d) Destaca el estilo poético en cuanto a su espíritu y expresión cargada de emoción.
e) Hace uso del ritmo lógico o paralelismo, que es el ritmo y fuerza de los pensamientos con reiteración.

Esta poesía acude a otros recursos literarios tales como:
a) El sinónimo (cuando el segundo verso repite el pensamiento del primero, pero con otras palabras, o un pensamiento semejante: “Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida”.
b) El verso antitético, cuando el pensamiento del primer verso se hace más claro por el contraste del segundo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (San Mateo 8:20).
c) El paralelismo sintético, cuando el pensamiento del segundo verso y los que siguen, explican o completan la idea del primero: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:3)
d) El paralelismo escalonado o de clímax, en que el pensamiento va en graduación hasta su término: “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Salmo 121:3,4)
e) El acróstico. El salmo 119 lo utiliza. Son 22 grupos cada uno con ocho versos y comienza con la primera letra del alfabeto hebreo.

EL SALMO 148.
1 Alabad a Jehová desde los cielos;
Alabadle en las alturas.
2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

3 Alabadle, sol y luna;
Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
4 Alabadle, cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre los cielos.

5 Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados.
6 Los hizo ser eternamente y para siempre;
Les puso ley que no será quebrantada.

7 Alabad a Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos los abismos;
8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,
El viento de tempestad que ejecuta su palabra;

9 Los montes y todos los collados,
El árbol de fruto y todos los cedros;
10 La bestia y todo animal,
Reptiles y volátiles;

11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos,
Los príncipes y todos los jueces de la tierra;
12 Los jóvenes y también las doncellas,
Los ancianos y los niños.

13 Alaben el nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y cielos.

14 El ha exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a él cercano.
Aleluya.

¿QUÉ SE HA DICHO SOBRE ESTE SALMO?
«El último en ser creado, el hombre, pero el primero en canto, no puede contenerse. Danza, canta; da órdenes a todos los cielos con los ángeles en ellos que le ayuden; «bestias y ganado, reptiles y aves», todos deben hacer lo mismo; incluso los «dragones» no deben quedar silenciosos; y «todas las profundidades» deben aportar su contribución. Trae incluso objetos inertes a su servicio –tambores, trompetas, arpas, órganos, címbalos–, por si por algún medio, puede él dar expresión a su amor y su gozo». John Pulsford.

«Milton, en su Paraíso Perdido, ha imitado este Salmo de modo elegante, y lo ha puesto en boca de Adán y Eva en su estado de inocencia como su himno matutino». James Anderson. (1678-1739), pastor presbiteriano.

«Este Salmo no es ni más ni menos que una gloriosa profecía del día venidero en que no sólo se habrá extendido el conocimiento del Señor sobre toda la tierra, como las aguas cubren el mar, sino que todo ser creado en el cielo y en la tierra, animado e inanimado, desde el arcángel más elevado a través de todos los grados y fases del ser, hasta el átomo más pequeño; jóvenes y doncellas, viejos y niños, y todos los reyes y príncipes y jueces de la tierra – se unirá en su himno milenial a la alabanza del Redentor». B. Bouchier

¿QUÉ SIGNIFICA ALABAR?
“Hallel” es un verbo que significa “alabar”. Se emplea más de 200 veces en la Biblia, de las cuales 120 están en los Salmos. Quiere decir: “gritar de gozo, aclamar”. Puede aparecer también como “tehillah”, expresión que traducimos como “alabanza”.

En algunas ocasiones se utiliza este verbo para exaltar las virtudes de una persona como cuando dice: “Se alaba al hombre según su prudencia” (Proverbios 12:8), pero generalmente se lo emplea para dirigirse a Dios. El diccionario común lo define como “Decir de alguien o algo sus virtudes o méritos; celebrar con palabras a una persona o hecho”
En el libro de los Salmos “hallel” aparece 120 veces sobre todo en la expresión “¡Aleluya!” que es la combinación de hallel más Yahveh, el nombre de Dios. Es una aclamación frecuente entre judíos y cristianos, que significa: ¡Alaben al Señor!
A lo largo del libro de los Salmos, llamado también Salterio, se advierte un movimiento ascendente que nos conduce irresistiblemente a la alabanza y la adoración, para terminar en su máxima expresión de adoración en los salmos 148 a 150.

El salmo 148, que estudiaremos ahora y que encontramos en el Libro V de los Salmos, convoca al cielo, la tierra y todo el universo a celebrar el nombre de Dios. El motivo de la alabanza y la adoración es el admirable orden de la creación.

El salmo 148, que ahora se ha elevado a Dios, constituye un verdadero “cántico de las criaturas”, una especie de Te Deum del Antiguo Testamento, un aleluya cósmico que implica todo y a todos en la alabanza divina. Es un cántico sobre la naturaleza y la gracia. Como un relámpago cruza el espacio y su resplandor envuelve cielo y tierra en un ropaje de gloria, así la adoración del Señor en este Salmo ilumina todo el universo y hace que resplandezca con el fulgor de la alabanza. El canto empieza en los cielos y va descendiendo hasta las profundidades, para volver a ascender de nuevo, hasta que el pueblo cercano a Jehová se ha unido a su melodía.

1. Los seres celestiales alaban a Dios.
“1 Alabad a Jehová desde los cielos;
Alabadle en las alturas.
2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.”

El Creador de todo habita en luz inaccesible, en los cielos de los cielos. San Pablo habla de un tercer cielo, como considerando el cielo que vemos en el día primer cielo, el que observamos en la noche –pleno en constelaciones- como segundo cielo y aquella realidad externa a la creación, donde habita Dios, un tercer cielo indescriptible, al cual el Apóstol llama “inefable”, indecible, que no se puede explicar con palabras. En esas alturas Dios es loado. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3)

En esa realidad superior, en esa otra dimensión, en términos más actuales, Dios es adorado: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4:8-11)

En relación al “ejército de Yahvéh”, encontramos en la Biblia estos pasajes: “Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? / El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? / Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.” (Josué 5:14) y “Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.” (1 Reyes 19:9,10)

La invocación a Yahvéh como "Yahvéh de los ejércitos” no debe entenderse como Jehová “de los ejércitos de Israel” sino como “de los ejércitos celestiales”: "Señor de los ejércitos, si miras la miseria de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu servidora y le das un hijo varón, yo lo entregaré al Señor para toda su vida, y la navaja no pasará por su cabeza" (1 Sam 3:11)

Lo mismo que ocurre con la expresión campamento de Dios: “Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. / Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.” (Génesis 32:1,2)

2. Los cielos alaban a Dios.
3 Alabadle, sol y luna;
Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
4 Alabadle, cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre los cielos.

5 Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados.
6 Los hizo ser eternamente y para siempre;
Les puso ley que no será quebrantada.

Alaban a su Creador: el sol, la luna y las estrellas, aquellas luminarias creadas por Dios el cuarto día. “Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, / y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. / E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. / Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, / y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.” (Génesis 1:14-18)

Alaban a Dios los cielos del día y de la noche. La concepción de la Antigüedad era que había agua en los cielos. En cierto modo esto es real, puesto que la atmósfera contiene agua en estado gaseoso, que son las nubes. Éstas son una alabanza al Señor de la creación.

¿Por qué habrán ellos de alabar a Dios? Porque Él ordenó y fueron hechas por el poder de Su Palabra: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3) Imitemos nosotros, los humanos, esa alabanza permanente de la creación. Él “Los hizo ser eternamente y para siempre; Les puso ley que no será quebrantada.” Su creación es imperecedera y se sostiene por leyes naturales, las cuales están sujetas a una ley sobrenatural: Jesucristo. “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; / el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:2-3)

En la Antigüedad los pitagóricos, filósofos matemáticos, hablaron de “la música de las esferas”. Esto que parecía ser una fantasía bastante poética, ahora se ha comprobado como una realidad. Un satélite de la Nasa ha confirmado la ancestral tradición de la música de las esferas, según la cual los cuerpos celestes emiten sonidos armónicos. Aunque la música de las esferas ha derivado primero en la noción de armonía universal y después en simetría, ahora se ha descubierto que la atmósfera del Sol emite realmente sonidos ultrasónicos y que interpreta una partitura formada por ondas que son aproximadamente 300 veces más graves que los tonos que pueda captar el oído humano. Realmente, como canta el salmista, los cielos alaban a Dios.

3. Los seres vivientes y los elementos alaban a Dios.
7 Alabad a Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos los abismos;
8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,
El viento de tempestad que ejecuta su palabra;

9 Los montes y todos los collados,
El árbol de fruto y todos los cedros;
10 La bestia y todo animal,
Reptiles y volátiles;

La tierra alaba al Señor. No es esa diosa “Madre Tierra” que tienen las culturas panteístas precolombinas y que ahora pretenden resucitar los de la Nueva Era, sino la sencilla tierra creada por nuestro Dios, la tierra que nos da cultivos, metales y un suelo donde vivir.

Los monstruos marinos y todos los abismos alaban al Creador. Aún el fuego, el granizo, la nieve, el vapor y el viento lo hacen. No veamos más el chisporrotear del fuego entre los leños como un simple proceso de combustión; sorprendámonos con el granizo cuando canta sobre los pavimentos y vehículos; hasta el sonido del agua hirviendo y su vapor es una canción al Señor; no sea ya más el viento en nuestros cerros, costas y llanuras algo más que sucede… sino veamos con los ojos y los sentidos del salmista. Los pueblos originarios tienen este sentir frente a la creación. Es algo muy importante para nuestra felicidad y que hemos perdido: la capacidad de asombrarnos ante la creación, de unirnos a su canto y alabar al Creador.

El escritor del salmo habla del viento de tempestad que ejecuta la Palabra. La tempestad desgaja los árboles, levanta las casas, destruye todo; si es en el mar hunde barcos y azota los puertos; cumple una Voluntad que el hombre no puede desobedecer.

También alaban los montes, los collados o colinas, los árboles frutales, los enormes cedros de casi 40 metros de altura y gruesos troncos enhiestos; todo animal, incluido los más grandes feroces, los reptiles y aves, rinden culto al Señor que los creó. Y si es así, ¿por qué no alaba el hombre, la mujer, el niño, el joven y el anciano, al Dios que les dio la vida?

4. Los seres humanos alaban a Dios.
11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos,
Los príncipes y todos los jueces de la tierra;
12 Los jóvenes y también las doncellas,
Los ancianos y los niños.

13 Alaben el nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y cielos.

El salmista invita a alabar el nombre de Dios a todo ser humano. En su concepción teocrática del mundo, comienza hablando a los reyes de la tierra y engloba a todos los pueblos; luego se dirige a los príncipes –que estarían bajo la autoridad de los reyes- y todos los jueces de la tierra, encargados de impartir justicia. Pensamos en nuestro sistema democrático: presidente, ministros, legisladores (diputados y senadores), jueces, fuerzas armadas, autoridades civiles.

Los jóvenes y las señoritas no son olvidados por el salmista, que es la voz de Dios. Él les encarga a ellos que le alaben y enaltezcan sólo Su Nombre, no el nombre de ídolos y artistas populares, a los cuales siguen con fanatismo muchos jóvenes de hoy.

Los ancianos y los niños, los que están al inicio de sus vidas y los que ya están finalizándola en esta tierra, ambos grupos extremos deben alabar al Señor. Los que están aprendiendo a hablar deben ser enseñados por sus padres a adorar al Padre; los que están aprendiendo a caminar; los que comienzan su aprendizaje de lectura y escritura deben ser acercados a la Biblia y al himnario, para alabar al Señor. Los ancianos canten y oren con alegría en esta llamada “tercera edad” al que les creó y recreó en Cristo.

¿Cuál es la razón por la que debemos alabar el Nombre de Jehová? Según el salmo 148, hay dos razones:
a) “Porque sólo su nombre es enaltecido.” Sólo el Nombre de Dios brilla tanto como el de Jehová y está en todos los niveles de la creación, desde los lugares celestiales hasta los abismos.
b) “Su gloria es sobre tierra y cielos.” Se puede apreciar Su gloria sobre todo lo creado.

5. Todo Su pueblo alaba a Dios.
“14 El ha exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a él cercano.
Aleluya.”

El versículo final destaca los privilegios de Israel como pueblo elegido por Dios. Él ha exaltado a Su pueblo: los judíos y los cristianos. A partir del 12 de Mayo de 1948, según estaba profetizado en la Biblia, Israel ha regresado a su tierra. Los gentiles creyentes en Jesucristo hemos sido injertados en el pueblo de Israel y constituimos con ellos pueblo de Dios, el Israel de Dios. “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:28-29). El exégeta Franz Mussner comenta al respecto: “La iglesia e Israel se sitúan en una relación histórico-salvífica indisoluble que, vista desde el planteamiento paulino, no supone que El Todopoderoso haya sustituido a Israel por la iglesia o que haya plantado en el mundo un segundo olivo natural junto al ya existente Israel; en realidad existe un solo olivo natural, Israel, y en él ha sido injertada la iglesia”.

Judíos y gentiles conversos adoramos a Dios porque Él está cercano a Su Pueblo. Ambos constituimos un solo pueblo, “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:6,12) El fin de todo es la alabanza de Dios, una gran sinfonía de Su Creación. Como el máximo Artista, como el excelso Poeta, Él ha creado la más bella obra de arte.

CONCLUSIÓN.
¿Qué nos enseña este salmo? Que toda la creación alaba al Señor y, por lo tanto, los seres humanos no podemos ser menos y alabar a nuestro Creador. Mayormente los cristianos, que tenemos un Salvador y Señor.

Había una pobre mujer, tejedora a mano en aquellos tiempos cuando el obrero tenía que rendir largas horas de trabajo en sus tareas. Debido al gran esfuerzo que tenía que hacer para mantener a sus hijos, pues era viuda, enfermó de gravedad. Al fin logró reestablecerse. Un día su médico le dijo: - Bien, ya podemos decir que usted está curada. Pronto volverá a su trabajo. Pero una cosa le voy a ordenar, que el domingo lo pase todo el día descansando.
-¿Es que ni siquiera podré ir al templo a adorar al Señor? – Preguntó la mujer.
- No se preocupe, señora. El templo y Dios muy bien pueden pasarse sin usted – le dijo el médico.
- Pero yo no puedo pasarme sin Dios y sin ir al templo – respondió la mujer.

No sólo necesitamos acudir al templo para orar y alabar a Dios, también es nuestro deber, una función tan importante como trabajar y servir a nuestros seres queridos. Alabar y adorar al Señor es tan necesario como respirar y alimentarnos.


PARA REFLEXIONAR:
1) ¿Qué seres celestiales conoce usted en la Biblia?
2) ¿Qué significa que “los cielos alaban a Dios”?
3) ¿Cree usted que todos los seres vivientes alaban a Dios?
4) ¿En qué ocasiones alaba usted a Dios?
5) ¿Cómo es la forma de alabanza y adoración en su Iglesia?


BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua RAE, en línea; http://www.rae.es/rae.html
3) Claudio Daniel Olszanski; “Orando con los salmos”; Capítulo 3: Hallel.
4) José Herrera Rodríguez, Presentación del Instituto Teológico Interdenominacional, ITI, Chile, 2006
5) Donald E. Demaray, “Introducción a la Biblia”, Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos FLET, Editorial Unilit, 1996.
6) Sígueme net; ilustraciones.
7) http://www.baruxhaba.com/el-buen-olivo.html
8) Eduardo Martínez. “Un satelite de la Nasa confirma la música de las esferas”; Tendencias Científicas: html http://www.tendencias21.net/
9) http://www.aguasvivas.cl/revistas/44/estudio3.htm

domingo, junio 07, 2009

LA HABITACIÓN DE DIOS.


ADOREMOS
I PARTE


Lectura Bíblica: Salmo 22

Propósitos de la Charla: a) Conocer la manifestación del deseo de Dios de habitar en el hombre; b) Motivar a una vida de alabanza y adoración en santidad.


El Salmo 22 es un grito de angustia y un canto de alabanza. Escrito por David, para ser interpretado por el músico principal; sobre la melodía Ajelet-sahar, "la cierva de la mañana". Pertenece al grupo de salmos acerca del Mesías Pastor. El Salmo 22 canta acerca del Buen Pastor que sufrió; el Salmo 23 canta acerca del Gran Pastor que ministra; y el Salmo 24 acerca del Pastor Principal que reinará. Este Salmo es además, uno de los salmos mesiánicos más gloriosos. Un salmo mesiánico habla acerca de Jesucristo y es citado en el Nuevo Testamento. Pero en esta oportunidad no analizaremos el Salmo en esta perspectiva, sino que profundizaremos aquella interesante afirmación que hace el salmista acerca de la habitación de Dios:

“Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.” (Salmo 22:3)

¿Qué quiere expresar el poeta y músico con esto de “habitas entre las alabanzas”? ¿Dónde vive Dios? Podemos asegurar que:
· Dios no habita en construcciones humanas.
· Dios habita en luz inaccesible.
· Dios escoge habitar en el hombre.
· Dios habita entre las alabanzas de su pueblo.

DIOS NO HABITA EN CONSTRUCCIONES HUMANAS.
Nuestro lenguaje humano y comprensión son limitados. Solamente podemos referirnos a Dios en términos humanos. Por esto decimos que está en todas partes, que está en el templo o en algún lugar que consideramos sagrado. Dios no es un ser humano. El hecho de vivir en alguna parte sólo se aplica para los seres que fueron creados por Él. Dios no se encuentra en "un lugar físico específico", Dios es Omnipresente, y esto quiere decir que está en todo lugar con Su pensamiento. Dios es Espíritu.

Esteban advierte: “El Altísimo no habita en templos hechos a mano, como dice el profeta Isaías: El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7:48-51). Inmediatamente después de estas palabras, los sacerdotes lo hicieron matar.

Isaías había escrito exactamente esto: “Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? / Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Isaías 66:1 -2)

Estos textos establecen claramente lo siguiente:

1. “El Altísimo no habita en templos hechos a mano” Dios, el Creador de todo, no puede habitar en un objeto hecho por el ser humano, aún cuando sea lo más hermoso, perfecto y grande. Dios es inmenso y mayor que todo lo creado.
2. “El cielo es mi trono” Toda la bóveda celeste, las constelaciones, estrellas y planetas, el universo completo puede ser Su trono. Esta declaración es poética más que una verdad objetiva. Su asiento, teniendo en cuenta que Él no es hombre para necesitar sentarse, puede ser el universo entero.
3. “Y la tierra el estrado de mis pies” Del mismo modo, y para dejar bien claro lo poco que somos los seres humanos y este mundo en que habitamos, uno de los tantos millones de millones de astros creados, Él puede usarlo para poner Sus pies, si es que tuviera pies.
4. “¿Qué casa me edificaréis?” ¿Cómo nosotros podemos pretender edificar una “casa” para Dios? Ciertamente hay grandes templos, como los hubo en el pasado, el Templo de Salomón, las grandes catedrales de la Edad Media, y las mega iglesias de acero y vidrio de hoy, pero no son más que una expresión de admiración hacia Aquél que honramos, como también, a veces, expresión de nuestra vanidad y osadía de edificar un lugar para contenerle. En verdad los templos son para congregar a los cristianos que adoran a Dios y no para contenerlo a Él. Él es incontenible porque es Eterno, Inmenso, Infinito, Creador de todo cuanto existe. Por lógica, lo menor no puede contener a lo mayor.
5. “¿O cuál es el lugar de mi reposo?” Mayor insolencia es ésta: querer darle a Dios un lugar en el cual Él repose. No nos corresponde a los humanos aquello.
6. Su respuesta es: “¿No hizo mi mano todas estas cosas?”; “pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” Su mirada compasiva estará puesta no sobre el soberbio, sino con el humilde y obediente. “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.” (Salmo 138:6)

DIOS HABITA EN LUZ INACCESIBLE.
Dios habita en Su gloria, rodeado de seres celestiales que le adoran y obedecen. En el templo celestial, todo se verá con claridad, a la luz de la gloria de Dios: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.” (Apocalipsis 21:23) Allá “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 22:5). Allí Dios habita en una luz inaccesible. Dios es “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” (1 Timoteo 6:16)

DIOS ESCOGE HABITAR EN EL HOMBRE.
Dios ama tanto a su creación que por el puro afecto de Su voluntad, como decir “por puro gusto”, ha escogido soberanamente el lugar donde habite Su Nombre en este mundo. Pero lo dio a conocer paulatinamente, después de la caída del hombre, concretamente comenzó a revelarlo luego de la salida del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto. Veamos la secuencia de esa revelación:

1. No adorar ídolos ni altares, sino adorar a Dios en el lugar que Él indicare de entre todas Sus tribus:“No haréis así a Jehová vuestro Dios, / sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis.” (Deuteronomio 12:4,5)

2. Hacer un sacrificio de paso o “pascua”, que celebra la liberación de la esclavitud y la redención del pecado, en un lugar escogido por Dios para habitar en él: “Y sacrificarás la pascua a Jehová tu Dios, de las ovejas y de las vacas, en el lugar que Jehová escogiere para que habite allí su nombre.” (Deuteronomio 16:2)
3. Hacer el sacrificio de la pascua en el lugar escogido y a la hora indicada: ”sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto.” (Deuteronomio 16:6)

4. Entregar a Dios las primicias de lo que Él nos da, los primeros frutos, en el lugar en que Él hará habitar Su Nombre: “entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre” (Deuteronomio 26:2)

5. Sólo Dios podrá habitar en el tabernáculo o mishkán, morada, porque sólo Él es Santo: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Salmos 15:1)

6. Jehová escogió a Sion para habitarla. Sion es un término arcaico que originalmente se refiere a un sección de Jerusalén, la cual, por definición bíblica, es la Ciudad de David. Tras la muerte de David, el término comenzó a usarse para definir la colina en que se situaba el templo de Salomón. Más tarde, Sion comenzó a usarse para hacer referencia al templo y a sus propios cimientos. “Porque Jehová ha elegido a Sion, La quiso por habitación para sí. / Este es para siempre el lugar de mi reposo; Aquí habitaré, porque la he querido.” (Salmos 132: 13,14)

7. Jesucristo anunció que Él se manifestaría a Sus seguidores y vendría a morar dentro de aquellos que le buscan y le obedecen: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él./ Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? / Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (San Juan 14:21-23) También dice que Él se hace presente en la congregación de los santos: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (San Mateo 18:20)

8. Los cristianos somos como un tabernáculo en el que habita el Espíritu Santo de Dios. El atrio es el cuerpo, el lugar santo el alma y el lugar santísimo el espíritu: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.” (2ª Corintios 6:16)

DIOS HABITA ENTRE LAS ALABANZAS DE SU PUEBLO.
“Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.” (Salmo 22:3)
La expresión “habitas entre las alabanzas” quizá podría entenderse como el Dios que mora en el santuario celestial, rodeado por los que cantan su alabanza. Sin embargo, sin desconocer lo anterior, y atendiendo a Su promesa, Él ha derramado Su Espíritu en nuestros corazones: “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5) Ahora, Él habita en nosotros, puesto que el Espíritu Santo es Dios. Aquí se contradice aquello de que “lo menor no puede contener lo mayor”, mas Él, como Dios, sí puede hacerlo. ¿Tenemos todo el Espíritu Santo o parte de Él? No lo tenemos en porción menor, sino que completo “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.” (San Juan 3:34). Dios ha dado a cada cristiano todo Su Espíritu Santo. ¿Cómo puede ser esto que muchos puedan contener al mismo? No podemos entender esto desde nuestra perspectiva humana, ya que si ponemos, por ejemplo, agua en un tiesto y agua en otros tiestos, cada tiesto contendrá agua, pero será agua diferente la de cada uno. No sucede así con el Espíritu Santo, todos tenemos el mismo Espíritu Santo. Siendo de este modo, esta realidad nos unifica en un solo Cuerpo, la Iglesia. Todos tenemos el Espíritu Santo y la Iglesia entera posee el Espíritu Santo. No que exista una congregación que tiene el Espíritu y todas las demás están vacías de Dios, sino que el Espíritu Santo habita en Su Iglesia, que es una sola.

La alabanza y la adoración a Dios es una práctica permanente del cristiano y la Iglesia. Alabamos y adoramos a Dios, tanto individual como colectivamente, porque estamos agradecidos del Señor, porque le amamos y porque Él es digno de toda adoración, tanto en la tierra como en el cielo: “Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, / diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apocalipsis 7:11,12)

Donde hay adoración a Él, allí está Su Presencia. Adorar es construir un tabernáculo para Dios. Nuestro altar es la adoración. ¡Adorémosle!

CONCLUSIÓN.
Dios no habita en construcciones humanas, sino en luz inaccesible y en santidad, pero es tan grande Su amor y misericordia para con el ser humano que ha escogido habitar en nosotros y constituirnos como templo de Su Espíritu Santo. Puesto que lo contenemos, le alabamos y adoramos, y así podemos aseverar junto con el salmista: Dios habita entre las alabanzas de su pueblo.

PARA REFLEXIONAR:
1) ¿Qué importancia tiene para usted la alabanza y la adoración a Dios?
2) ¿Cómo cree usted que se expresa la adoración en la vida cristiana?

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.