martes, noviembre 01, 2011

LA ORACIÓN EFICAZ.

© Pastor Iván Tapia Contardo

Mensaje a la familia Tapia en Culto Familiar.
Quilpué, Día de la Reforma, 31 de octubre de 2011.

Querida familia, queridos hermanos y amigos:

En el encuentro anterior vimos la importancia de encontrar el alimento espiritual. Jesús nos aconseja: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.” (San Juan 6:27)

Nos preguntamos en esa oportunidad, en casa de Marisol, ¿De qué se alimentará el espíritu? La respuesta la da Jesucristo: “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.” (San Juan 6:55)
Es decir DE SU VIDA Y de SU MUERTE.

Pero, en forma práctica, ¿Cómo podremos alimentarnos de Jesús? Muy simple:

- ORANDO CON FE.
- LEYENDO Y APRENDIENDO SU PALABRA.
- ALABANDO Y ADORANDO A DIOS.
- OBEDECIÉNDOLE.

Hoy día vamos a conversar del primer punto: ORANDO CON FE. Para ello, leamos en el Evangelio Según San Lucas, capítulo 11, versos 1 al 10.

“1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. 5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; 7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (San Lucas 11:1-10)

La silla vacía.
La hija de un hombre le pidió al pastor que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el pastor llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el pastor asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.

"Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre. "Soy el pastor que su hija llamó para que orase con usted, cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo"

"Oh sí, la silla", dijo el hombre enfermo, "¿Le importa cerrar la puerta?" El pastor sorprendido la cerró.

"Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: "José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas... te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo pues Él nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes." Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo"

"Así lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos".

El pastor sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición, lo ungió y se fue a su iglesia.

Dos días después, la hija de José llamó al pastor para decirle que su padre había fallecido. El pastor le preguntó:

-¿Falleció en paz?

-Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que pueda significar esto?"

El pastor se secó las lágrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".

Como en este cuento, el Evangelio también resalta la necesidad que tenemos todos de aprender a orar. “Enséñanos a orar” le pidieron los discípulos al Maestro. Y Él les hizo un esquema de cómo hacerlo en forma efectiva. Todos conocemos el Padre Nuestro.

Para muchas personas, orar significa pedirle a Dios, pero en realidad esa es sólo una parte y tampoco es imprescindible. Orar es conversar con Dios, tener una amistad con Él, disfrutar estar un tiempo diario con el Creador de todas las cosas. Él le ha dado a los seres humanos esa capacidad de comunicarse con Él, una capacidad que los animales no poseen. Como los ángeles y Dios, los hombres somos seres espirituales.

El modo sencillo de imaginar a Dios que tenía este hombre, era sentándolo en una silla. Tal vez nosotros no vamos a hacer esto, pero sí podremos “ver” con nuestros ojos espirituales o nuestra comprensión interior, a Jesucristo que es “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15), “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3).

Es probable que cada uno de nosotros tenga peticiones para el Señor. Las necesidades humanas son de todo tipo. Las más básicas de pan, techo y abrigo, hay muchas personas que no logran saciarlas. Pero también están las necesidades de amor, compañía, afecto de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo. También están las de personalidad; necesitamos superar debilidades, aspectos personales, adquirir virtudes, etc.

Quizás usted hace mucho tiempo pide algo a Dios y aún no ha recibido una respuesta. A veces nos dicen que no recibimos respuesta a ellas porque no pedimos con fe, pero también se nos ha dicho que pedimos mal. Otros piensan que Dios no responde porque ellos están lejos de Dios, pero podemos ver que a muchos buenos cristianos tampoco Dios les responde conforme ellos piden. La pregunta es entonces:

¿Cómo debo orar para tener una respuesta eficaz?

Si entendemos por eficacia la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera, la oración eficaz debería seguir los siguientes principios bíblicos:

1. Sinceridad.
“5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.” (San Mateo 6:5)

En la amistad sincera con Dios está la fuerza que hará que nuestro servicio a los hombres traiga la luz de Cristo a las vidas. Un cristiano debe ser humilde y reconocer sus limitaciones e incapacidades ante Dios, buscando las energías que vienen de Él, por medio de Su Espíritu Santo, en oración

2. Intimidad.
“6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (San Mateo 6:6)

No podemos alcanzar crecimiento espiritual ni de ningún tipo en la vida cristiana, si no hay una diaria y personal comunicación con el Padre. Aunque Él conoce las necesidades del corazón humano, desea intimar con él y responder a cada inquietud, enseñándonos una completa dependencia de Su amor

3. Sencillez.
“7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” (San Mateo 6:7)

La oración es un diálogo en palabras sencillas. No es necesario utilizar un lenguaje especial o rebuscado. Sólo tiene usted que decirle a Él lo que siente, sus problemas, anhelos, necesidades, etc.

4. Perdón.
“14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;” (San Mateo 6:14)

Estar en paz con el prójimo y con una conciencia tranquila ante Dios, es clave para una perfecta relación con el Padre. No quiere hipocresía sino transparencia en la oración, la que no puede existir si estoy enojado con mi hermano.

5. Insistencia.
“7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (San Mateo 7:7,8)

“1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (San Lucas 18:1-8)

“5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; 7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.” (San Lucas 11:5-8)

El quinto aspecto es la insistencia que requiere la oración. Jesús recalca este principio contándoles la “Parábola del vecino que pide tres panes.” Es necesario insistir en nuestra oración. Es algo que debe hacerse todos los días, sin desmayar. Dios quiere que repitamos nuestras oraciones, no como rezos sino desde el corazón, no porque Él sea sordo o de mala memoria, sino porque debemos demostrar nuestro interés en Él, nuestra dependencia de Él y nuestra fe en Él.

Pedir, buscar, llamar a la puerta de Dios, como en la parábola del amigo impertinente o de la viuda y el juez, es el imperativo para lograr las peticiones de nuestro corazón, pues para Él no somos molestos y premia la perseverancia. Jesús nos enseña a pedir, buscar y llamar a Dios. Tal vez las necesidades nuestras y las peticiones que hacemos sean sólo un pretexto de Dios para mantenernos cerca de Él, porque nos ama y nos necesita como hijos amados. Jesús le asegura que si usted pide, Él dará; que si usted busca, hallará; y si usted llama, Él abrirá.

6. Dirección.
“21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; 22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.” (1 Juan 3:21-22)

Debemos orar de acuerdo con la voluntad de nuestro Padre Celestial, no pidiendo cosas, sino pidiendo directivas para lograr esas cosas. Si tenemos a Dios sólo como uno que me otorga lo que le pido y ante el que voy como un mendigo, no creceré en la comprensión de Su voluntad para mi vida, seré un cristiano pasivo. Pero si antes de pedir pregunto a Dios que quiere para mí, estaré orando con la dirección dada por Él. La mejor señal de que estamos caminando en la dirección correcta, es la paz interior, “si nuestro corazón no nos reprende.”

7. Fe.
“5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:5-8)

¿Le falta a usted sabiduría u otra cosa que a Dios agrada? Pida creyendo que lo recibirá.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)

“18 Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? 21 Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” (San Mateo 21:18-22)

8. En Su Nombre.
“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” (San Juan 16:24)

El Señor Jesucristo nos insta en el Evangelio a pedir en Su nombre al Padre. Para completar nuestro gozo de ser cristianos salvados por Él, podemos dirigirnos al Padre, en Su nombre, y obtendremos lo que necesitamos para ser felices en esta tierra.

9. En Su voluntad.
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. / Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14-15)

Pedir a Dios conforme a Su voluntad, no sólo cosas para nuestra satisfacción.

CONCLUSIÓN.
Para tener una respuesta eficaz en la oración, es preciso hacerlo siguiendo estos principios: 1) Sinceridad; 2) Intimidad; 3) Sencillez; 4) Perdón; 5) Insistencia; 6) Dirección de Dios; 7) Fe; 8) Orar en Su Nombre; y 9) Orar en Su voluntad.

Amados hermanos, familiares y amigos:

Todos nosotros, de una u otra forma fuimos formados y enseñados en los principios cristianos, en especial el de la ORACIÓN EFICAZ. Tuvimos el mayor ejemplo en la hermana Estercita Tapia, una mujer de oración. De ella aprendimos la absoluta fe en el Señor, la dependencia de Su amor y misericordia, la práctica diaria y persistente de la oración. En muchas oportunidades oramos con ella en el templo, bajo el púlpito. Ella oraba, lloraba y reía con el Señor, se gozaba espiritualmente en Su presencia. Fue y es un ejemplo para muchos. Su oración aún pesa en las vidas de los que estamos aquí. Si ella estuviera hoy, de seguro tendría mucho que decirnos a cada uno.

Necesitamos recuperar nuestra relación con el Señor, volver a las antiguas sendas comenzando por la oración. No podremos respirar espiritualmente si no dedicamos un tiempo diario a conversar con el Señor. No importa cómo ni donde lo hagamos, pero hagámoslo, por nosotros mismos, por nuestra salud espiritual. Como la hermana Estercita lo hizo, ahora nos corresponde a nosotros orar por nuestros cónyuges, hijos, nietos y familiares. Los tiempos que corren son difíciles, los que vienen lo serán más aún. Todavía hay vidas en nuestra familia, entre nuestros amigos y compañeros de trabajo que necesitan reconciliarse con el Señor. Es nuestra obligación conducirlos hacia ese encuentro o esa reconciliación con Dios. El Señor nos lo ha encargado y qué mejor que cultivando la oración diaria.

Ahora quiero invitarlos a orar. Demos gracias por Su Palabra que nos anima.

Si usted desea que haga una oración especial por su persona, le invito a acercarse aquí adelante, le impondremos las manos y pediremos al Señor por la salud de su alma y de su cuerpo. Amén.