jueves, mayo 19, 2016

¿DÓNDE ESTÁ EL PRÓJIMO?


 
 

"...amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo Jehová"
Levítico 19:18

 
He trabajado durante más de treinta años con personas ciegas. Se de sus sufrimientos, sus anhelos y frustraciones. He aprendido a "ver" el mundo desde su perspectiva, casi sentir en carne propia la condición de rechazo y discapacidad a la que se enfrentan. Mucho o poco ha hecho la sociedad por ellos, particularmente los educadores y rehabilitadores, mas aún no se ha alcanzado la tan acariciada meta: integrarse plenamente en la vida laboral y ser aceptados como individuos capaces de valerse por sí mismos, no merecedores de lástima sino de comprensión por parte de los que tienen vista. 

Esta situación de menosprecio o subvaloración como personas no es privativa de los ciegos, sino que de la mayoría de las personas con discapacidad y quienes en alguna medida son diferentes  al común de la gente. Tanto nos cuesta aceptar al otro, al que piensa distinto, al que camina de otra manera, al que le falta un miembro de su cuerpo, al que no siente como nosotros. Nos decimos una "cultura cristiana", sin embargo al relacionarnos con aquellos que presentan alguna diferencia de raza, color, cultura, etc., somos intolerantes e incapaces de aplicar aquello de que "el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". ¿Es acaso esta una palabra para los discapacitados? A ellos le exigimos que tengan paciencia, tolerancia y amor hacia Dios y los hombres, mientras nosotros seguimos siendo intolerantes, despreciativos, indiferentes, o bien nos damos el lujo de una caridad mensual o anual para alivianar nuestra conciencia cristiana.

Pareciera que hemos olvidado aquella igualdad que tenemos los hombres y mujeres frente a Dios, como iguales somos los cristianos entre nosotros y frente a nuestro Salvador y Señor; concepto que tan claramente expone San Pablo en Gálatas 3:28, cuando asevera que "ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". Podríamos agregar -sin ánimo de adulterar la Palabra de Dios- ya no hay ciego ni vidente, inválido ni normal, deficiente mental ni inteligente; porque todos somos iguales, con los mismos derechos y deberes a la vida en Dios. 

LAS RAZONES DE DIOS

En mi experiencia profesional y ministerial he palpado que la solución para la discapacidad está más allá de las técnicas y métodos que se utilicen. En verdad hay una voluntad de Dios expresada en la misma existencia de la discapacidad, la cual se aprecia muy claramente en aquel pasaje en que San Juan nos relata: "Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo." (San Juan 9:1-5) 

La natural inclinación del ser humano, por su naturaleza legalista y porque siempre queremos darle una explicación a todas las cosas, en especial a los sufrimientos; es buscar culpables y señalar culpabilidades. Algún grave pecado contra la Ley de Dios debe haber cometido este hombre o sus padres, que hoy se encuentra ciego o sordo o con SIDA. Buscamos maliciosamente, escarbamos en la herida, muchas veces nos acercamos curiosos al que sufre, más que para ayudarle, para conocer su maldad. Sin embargo el Maestro nos dice misericordioso: por ninguna de estas razones, sencillamente Dios lo permitió para que ahora se manifieste su gran Amor.

Tal como Jesús, nosotros los cristianos estamos aquí entre los que sufren cegueras y sorderas de todo tipo, no para culparles sino para sanarles. Una sanidad que comienza por el anuncio del Evangelio y termina con la completa restauración espiritual de la persona. Si aquel hombre o aquella mujer recuperan su vista o se incorporan de su silla de ruedas, es asunto de Dios; mas sí abrirán sus ojos a la Luz y podrán cruzar la Puerta y movilizarse en  el Camino que es Jesucristo, Verdad y Vida. 

Él dijo "Yo soy la luz del mundo", pero también señaló "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder." Es misión de todo cristiano iluminar su entorno con obras de amor, nacidas de un corazón regenerado por el Espíritu Santo. Recordemos lo que San Pablo asegura en Efesios 2:10 "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". 

Jesús decía que cumpliría su misión diligentemente mientras durase el día, su momento. Asimismo para nosotros hay una oportunidad de servir al que sufre, hay un tiempo de anunciar el Reino de Luz de Jesucristo, hay una corta vida en la cual debemos cumplir nuestro trabajo de sanidad espiritual, hemos sido puestos en un lugar y en una época para extender nuestra mano y nuestro corazón al necesitado. Luego vendrá la noche, ya sea para cada uno el tiempo de dormir en el Señor o cuando sobrevenga sobre este mundo aquella noche espiritual que será el tiempo de tribulación, cuando la Palabra de Dios sea pisoteada o quitada de esta sociedad. Hoy es tiempo de servir. 

EL ESPEJO DE LA LEY

San Lucas en uno de los evangelios más humanitarios, quizás porque su autor es de profesión médico, quizás por su cercanía al gran apóstol Pablo; en el capítulo 10, versículos 25 al 42, relata la parábola del buen samaritano. Comienza diciendo: "Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; has esto, y vivirás."  

La intencionalidad del legalista intérprete es probar cuan apegado a la escritura es Jesús. Su pregunta no es para saciar un hambre de conocimiento espiritual, sino para pesar a este maestro que es seguido de tanto pueblo. Jesús, conocedor del alma humana, le responde con la misma ley de Dios, que el judío dice defender. "¿Qué está escrito en la ley?" le pregunta. Casi irónicamente, como insinuando ignorancia en su interlocutor, le insiste "¿Cómo lees?" La respuesta es simple y profunda. El intérprete de la ley la sabe, pues se encuentra en Deuteronomio 6:4,5 y Levítico 19:18: a) amor integral a Dios con todas las potencias de nuestro ser;  b) amor al prójimo como si fueran extensión nuestra y c) amor a sí mismo, que no es egolatría sino una justa apreciación del ser que Dios nos ha regalado. 

También conoce la promesa de vida que trae el cumplimiento de tal ordenanza (Deuteronomio 30:15,16), pero en su fuero interno sabe que el disfrute de ella sólo es posible por el absoluto cumplimiento de la triple norma de amor. Así es que nuestro buen judío se encuentra, como dice mi mujer "en un zapato chino": conoce la ley de Dios y anhela la promesa de vida eterna, mas sabe en su corazón que no puede gozarla sin cumplir a cabalidad con el amor. ¿Qué hacer? Jesús no le dice la solución, sólo lo enfrenta a su propia ley, a su incapacidad, a su culpa ante Dios, en un plan magistral que conduce a cualquier ser humano a una derrota total y a la entrega al Salvador. De lo contrario permanecerá en las normas y se esforzará toda una vida por agradar a Dios cumpliendo su ley, unas ordenanzas que la naturaleza humana no puede satisfacer por sí sola. 

DIVINA IRONÍA

Continúa contando Lucas que el judío "queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero  un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo de lo pagaré cuando regrese." 

En este cuento tan hermoso creado por Jesucristo, se refleja muy bien la falta de coherencia de muchos religiosos de todos los tiempos. Personas que, aún asumiendo investiduras de ministros, pasan indiferentes al dolor del mundo. Tanto el sacerdote como el levita conocían los mandamientos de Dios, la misericordia que se ha de tener hacia el que está en una situación crítica; pero  por diversas razones no ayudaron al ser humano despojado, herido y medio muerto. ¿No estaría poniendo Jesús al maestro de la ley frente a un espejo? Muchas veces somos insensibles y argumentamos acerca de la pobreza y el dolor de otros, para evitar asumir nuestro rol cristiano.  

Lo curioso es que otros asumen la más de las veces el papel que debiéramos tomar nosotros. El mundo incrédulo o aquellas iglesias que criticamos como paganas nos dan lecciones de verdadero amor cristiano. Es el mundo al revés. Y así sucede también en la parábola de nuestro Maestro: un sectario despreciado por los judíos, un samaritano impuro asumió el rol de ser "sacerdote" del que sufría botado en el camino. Él le ungió, le sanó, lo protegió en un mesón, lo cuidó y pagó todos sus gastos hasta que se hubo rehabilitado. Este samaritano, como tantos otros personajes de la buena literatura, ha pasado a ser tan real y un símbolo de humanidad y verdadero amor cristiano. ¡Qué ironía! Un pagano es símbolo de una actitud y proceder propio de los discípulos de Jesucristo. El buen samaritano es la encarnación del servicio, del buen proceder de los cristianos, de la buena obra. Uno que pasa por la vida de otro y luego, humildemente se retira. No hay vanidad ni ostentación en su servicio al prójimo. 

BUENOS SAMARITANOS: VIRTUDES Y HERRAMIENTAS

Antes de continuar con esta historia, veamos algunas características que se dejan ver en el buen samaritano. Preciso es decir que Jesucristo es por excelencia el Buen Samaritano de la Humanidad. Él no sólo nos ha curado de toda herida y conduce al mesón celestial que es la Iglesia, sino que se ha puesto en nuestro lugar muriendo en la cruz del Calvario. Fue él quien fue despojado (repartieron sus vestidos), herido (con una lanza en su costado, crucificado horadaron sus manos y pies, coronado de espinas) y muerto, por nuestro pecado. 

El buen samaritano es a) altruista, tiene misericordia hacia el que sufre y busca el bien de los demás, por sobre su propio bien; b) bondadoso, pone en acción esa misericordia; baja de su cabalgadura y actúa; no es teórico en su amor ni en su fe; c) compasivo, presenta un sentimiento respetuoso y vivencia el dolor del otro como suyo; d) dispuesto, deja lo suyo para ir en pos del necesitado, se posterga a sí mismo; e) esmerado en su servicio, responsable, sirve al otro como a Dios y g) generoso, da espiritual y materialmente al prójimo. 

Además se vislumbran a través de esta alegoría, las herramientas que poseemos como samaritanos de la Humanidad: vendas, aceite, vino, cabalgadura, mesón, mesonero y denarios. Veamos los símbolos: 

1.      Vendas para cerrar heridas, apretar carnes y enderezar huesos: la Palabra de Dios que "es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12); que "es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16,17). 

2.      Aceite para suavizar las llagas: el Espíritu Santo Consolador expresado en nuestro amor misericordioso. "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios" (2 Corintios 1:3,4). 

3.      Vino para desinfectar y limpiar las heridas: la sangre de Jesucristo "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7); "sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (San Mateo 26:28) y que "nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7b). 

4.      Cabalgadura para conducir al salvado hacia lugar seguro: el padre o tutor que conduce en el camino del discipulado al recién convertido, hasta llevarlo a su madurez espiritual, "Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del Evangelio" (1 Corintios 4:15). 

5.      Mesón donde cobijarlo, sanarlo y restaurarlo: la comunidad cristiana donde se desarrolla el cristiano en virtudes, dones, frutos y talentos. "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:41,42). 

6.      Mesonero que lo atienda: el ministro de Dios cuya función es el servicio para el crecimiento del Cuerpo de Cristo, pues "él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 5:11-13) y "sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve" (San Lucas 22:26). 

7.      Denarios que sostengan esa obra: diezmos y ofrendas. "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7). 

VE, Y HAZ TÚ LO MISMO

Volviendo al texto de Lucas, en la parábola del buen samaritano, luego de hacer Jesús el relato, preguntó: "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo". 

Cuando actuamos misericordiosamente, como buenos samaritanos, estamos siendo prójimo en el sentido evangélico. Prójimo no es cualquier persona. Podemos ser próximos a otros, pero jamás acercarnos a ellos para ser sus prójimos. Hoy Cristo nos interpela a que seamos prójimos del que sufre, buenos samaritanos, como Él ha sido para cada ser humano el mejor Prójimo. 

El que sufre está en las cárceles, hospitales, hogares de ancianos, orfanatos, sidarios, está en las calles, bajo los puentes, en las poblaciones marginales, los psiquiátricos, como en todo lugar de la ciudad. No es vana la obra social, pues es tarea de la Iglesia no sólo ayudar al hermano en problemas sino también a aquel incrédulo u oveja perdida de la casa de Israel. La comunidad cristiana en la administración de sus recursos humanos, materiales y técnicos no sólo debe fomentar programas de bienestar interno sino también capacitar y enviar samaritanos a aquellos lugares donde, como decimos en Chile, "las papas queman" (¿ha tomado usted una patata recién sacada de las brasas?).  Hay que acudir allí donde el sufrimiento nos grita, como clamaba el ciego Bartimeo: "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!", donde no es cómodo servir y hay que ensuciarse un poco con el pecado de ellos y de otros. Ahora más que nunca, Cristo requiere de buenos samaritanos que sean prójimo de un mundo sufriente. Recuerde: mucho dolor existe para que se manifieste la gloria de Dios. ¿Y cómo se habrá de manifestar si los hijos de Dios no acuden? Estamos muy ocupados en culpar y buscar culpables, pero recordemos que quienes están en el Reino de Tinieblas no sólo son culpables de pecado, sino que también son víctimas de ese oscuro gobierno de maldad. Vayamos en pos de aquellos y seamos su prójimo. Dios no necesita jueces, sino prójimos misericordiosos. 
 
 

FICHA BIO-BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR.

Iván Tapia Contardo, nacido en 1953 en Valparaíso, Chile; Especialista en Educación de Ciegos (Universidad de Chile) y Bachiller en Teología (Grace Mission University); se ha desempeñado desde 1975 como docente en diversas escuelas especiales de ciegos de su país y servido en la formación de profesores en instituciones de educación superior. Creó, junto a un equipo de samaritanos, la Corporación Resplandor, para la atención de personas ciegas, y llevó a cabo el proyecto Ministerio del Buen Samaritano, brindando capacitación a hermanos cristianos en iglesias evangélicas. Actualmente es académico del Instituto Profesional Helen Keller y pastor de la Iglesia Cristiana Discípulos de Jesucristo.
 

domingo, mayo 08, 2016

EL PECADO DE LOS HIJOS DE ELÍ.


 
 
SAMUEL, EL VIDENTE
MENSAJE 3

Pastor Iván Tapia Contardo

Lectura bíblica: “10 Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. / 11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.” (1 Samuel 4:10,11)

Idea central: Disciplina, honestidad y pureza en la familia y el ministerio.

Objetivos: a) Comprender el motivo de la muerte de los hijos del sacerdote Elí; b) Comprender y enseñar el verdadero conocimiento del Señor; c) Inculcar en la familia y la Iglesia la honestidad y el respeto a las ofrendas al Señor; d) Vivir y enseñar la pureza castigando la inmoralidad sexual; e) Abstenerse de pecar contra Dios, especialmente los ministros del Señor; f) Enseñar y practicar en la Iglesia y la familia la buena crianza de los niños y jóvenes; g) Desarrollar la fidelidad para con Dios en el servicio familiar, laboral y eclesial; y h) Ejercer el sacerdocio cristiano, ministrando al Señor e intercediendo por nuestro prójimo.

Resumen: Los hijos de Elí no fueron honestos ni respetuosos con los asuntos del ministerio que Dios puso en sus manos. Por ello habrían de tener el mayor castigo. Su padre también fue afectado ya que fue blando e indulgente en la educación que les dio. Este capítulo del libro de Samuel contiene grandes lecciones para la familia y el ministerio pastoral.

E

l sacerdote Elí, a quien Ana presentó su hijo Samuel, tenía dos hijos, Ofni y Finees, con quienes ejercía el sacerdocio en Silo, recibiendo los sacrificios de Israel y ministrando al Señor. La conducta de estos dos hijos no era propia de sacerdotes. Tan grave fue su pecado que Dios decidió eliminarlos, cosa que hizo en el campamento de batalla, en manos de los filisteos cuando éstos capturaron el arca de la alianza, el objeto más sagrado de Israel.

¿Por qué Dios permitió la muerte de los hijos de Elí?

  1. Los hijos de Elí no tenían conocimiento.
“12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová” (1 Samuel 2:12)

 El hecho de que un padre sea sacerdote del Dios Altísimo, no significa que sus hijos sean santos como él. ¿Por qué unos hijos, como los del sacerdote Elí, no guardan respeto a Dios ni tienen “conocimiento” de Él? En primer lugar es necesario decir que la salvación y la actitud que tengamos hacia Dios, es personal. La Escritura no nos habla de la esposa de Elí, pero se deja ver que no hubo una intervención positiva de ella en cuanto a la fe de sus hijos; tampoco su padre pudo formarlos. La crianza de los hijos es una tarea del matrimonio. Elí les daba ejemplo con su ministerio y seguramente les hablaba de la Palabra de Jehová, pero esto no tuvo resultados en ellos, como sucede en muchos matrimonios cristianos, sobre todos en las parejas mixtas, en que uno es creyente y el otro no. Ahora bien, es más probable que los hijos sigan el buen camino si la madre es convertida, por la preponderancia materna en el rol educativo de los hijos. Casi siempre la madre está más cercana a ellos que el padre. Fue el caso del joven Timoteo y del mismo Pablo, de quien él comenta: “3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:3-5) 

Ahora bien, cuando la Escritura dice que los hijos de Elí no tenían conocimiento de Jehová, esto no significa que ellos no supiesen acerca del Señor sino que no tenían comunión con Dios. El “conocer” del que nos habla la Biblia es una experiencia completa y no sólo un dato. No es suficiente entregar información sobre Dios, sea a nuestros hijos o cualquier prójimo; es preciso llevarlos a tener comunión con Él y la más cercana experiencia a esto es la oración. Estimular la vida devocional acercará a las personas a su Creador. 

  1. Los hijos de Elí robaban las ofrendas.
“13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, / 14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. / 15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. / 16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. / 17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.” (1 Samuel 2:13-17) 

Elí era de la familia de Itamar de la tribu de Leví. Como levita ejercía el sacerdocio junto con sus hijos, pero estos no respetaban la ley de las ofrendas. La Ley estipulaba lo siguiente para los sacerdotes: “1 Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. / 2 No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho. / 3 Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar.” (Deuteronomio 18:1-3) La espaldilla del animal es el cuarto delantero; el cuajar se refiere al cuajo, cuarta sección del estómago del rumiante. Sin embargo estos malos levitas abusaban de su derecho a recibir parte de las ofrendas, tomando un garfio tridente para sacar de la olla donde se cocían en el altar. Lo hacían con todos los creyentes que iban a Silo a ofrendar al Señor.  

Además exigían al que ofrendaba, les diese la carne cruda, antes de quemar la grasa en el altar. Si la persona le respondía que primero tenían que quemar la grasa, y que luego él podría tomar lo que quisiera, lo amenazaban que se la quitaría por la fuerza. De tal modo trataban con desprecio las ofrendas que pertenecían al Señor, pecando contra el mandato de la Ley que decía: “1 Habló Jehová a Moisés, diciendo: / 2 Di a Aarón y a sus hijos que se abstengan de las cosas santas que los hijos de Israel me han dedicado, y no profanen mi santo nombre. Yo Jehová.  / 3 Diles: Todo varón de toda vuestra descendencia en vuestras generaciones, que se acercare a las cosas sagradas que los hijos de Israel consagran a Jehová, teniendo inmundicia sobre sí, será cortado de mi presencia. Yo Jehová.” (Levítico 22:1-3) 

Actualmente no se ofrecen sacrificios al Señor, pues Éste ya hizo un sacrificio para nuestra salvación en la cruz. Pero sí los hijos de Dios nos acercamos a Él para ofrendar nuestras vidas, oraciones, alabanzas, ayunos y también dineros para Su obra. Como en esa época, también hay malos ministros y malos hermanos que se aprovechan del amor y la fe de los cristianos, robándoles o exigiéndoles algo que el Señor no ha ordenado. Son aprovechadores, falsos creyentes, que sólo van tras su ambición: “1 Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. / 2 Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, / 3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.” (2 Pedro 2:1-3 

El lucro en la Iglesia es algo despreciable. La obra del Señor necesita dinero para sostener a sus ministros (obra magisterial), para evangelizar (obra evangelizadora) y para ir en ayuda de los necesitados (obra social); pero no para que unos pocos lucren y llenen sus bolsillos a costa de los pobres. Es lo que Judas reprende y señala como el pecado que cometió el profeta cuando quiso vender la bendición de Dios: “¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.” (San Judas 11) 

Cuando nos damos cuenta que un pastor o líder eclesial actúa en forma deshonesta, deberíamos enfrentarlo con la Palabra de Dios pero con respeto y luego alejarnos de él. No es conveniente el escándalo ni la divulgación de esos hechos negativos, lo que sería desprestigio para el Evangelio. Siempre será mejor orar para que esa persona se arrepienta y cambie de actitud. 

  1. Los hijos de Elí cometían inmoralidad sexual.
“22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.” (1 Samuel 2:22) 

El sacerdote ya era un hombre anciano y escuchaba los comentarios de la gente sobre el mal que hacían sus hijos sacerdotes con Israel. Para él era dolor y vergüenza; además temía qué sería del futuro sacerdocio cuando él muriera. Entre las fechorías que hacían estaba el seducir a las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo. Ellas venían por piedad y terminaban siendo aprovechadas sexualmente por sacerdotes impíos. Esta actuación sólo ofendía a Dios y denigraba el sacerdocio.  

Cuando sucede algo así en la Iglesia, como lo hemos visto en algunos lugares el último tiempo, cunde la desconfianza del pueblo en la autoridad eclesial, la gente se aleja de Dios, no escucha Su Palabra y se inclina por sus propias ideas o adopta creencias extrañas. Los líderes que proceden así cometen el más grave pecado pues están pisoteando el mensaje del Señor y al Señor mismo, es un pecado contra el Espíritu Santo: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.” (San Mateo 12:31) 

  1. Los hijos de Elí pecaban contra Dios.
“23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. / 24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. / 25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.” (1 Samuel 2:22-25) 

El padre amonestó a sus hijos con palabras sabias sobre la mala fama que se habían acarreado. Les dijo que ellos hacían pecar al pueblo de Dios. Once siglos después, Jesús diría: “1... Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! / 2 Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.” (San Lucas 17:2) 

Elí les advierte que el pecado que cometen no es contra hombres sino contra Dios. Si fuere una ofensa sólo humana, podrían ser juzgados por jueces humanos; pero si es un pecado contra el Señor, ellos no podrán defenderles. Dios les juzgaría por su delito contra el Espíritu, ya que el Tabernáculo y los ritos efectuados allí son cosas sagradas. Este principio aún está vigente: la Iglesia y sus actividades litúrgicas, evangelizadoras y sociales son cosa sagrada; el aprovechamiento económico, sexual y de otro tipo, de los ministros de Dios sobre la feligresía, es algo repudiable que queda al juicio de Dios. 

Los hijos de Elí no escucharon a su padre pues ya Dios había determinado quitarlos de este mundo. Esta determinación del Señor es comprensible, dado el desprestigio y el daño que Ofni y Finees habían hecho al Tabernáculo y a Israel. El sacerdote les advirtió, no los juzgó condenándoles, sólo condenó su actuación y Dios tomó la decisión.  

¿Qué debe hacer la Iglesia hoy, cuando un ministro de Dios comete pecado contra la feligresía? Jesús enseñó lo siguiente: “15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. / 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. / 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.” (San Mateo 18:15-17) Son cuatro sencillos pasos: 1) Reprensión sin testigos; 2) Reprensión con dos o tres testigos; 3)  Información a la iglesia; y 4) Si no oyere a la iglesia, tratarlo como un incrédulo.  

San Pablo amplía este procedimiento disciplinario: “4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, / 5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. / 6 No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? / 7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Corintios 5:4-7) A veces es necesario apartar a una persona del resto de la Iglesia pues sus acciones y palabras inadecuadas contaminarán al resto. 

La disciplina sobre los ministros y ancianos de la Iglesia será más estricta: “19 Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. / 20 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman. / 21 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad. / 22 No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.” (1 Timoteo 5:19-22) La Gracia de Dios no deja fuera la disciplina necesaria en la Iglesia. 

  1. Los hijos de Elí eran unos malcriados.
“26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres. / 27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? / 28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. / 29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?” (1 Samuel 2:26-29) 

Samuel crecía física y espiritualmente. Un ángel le habló al sacerdote Elí recordándole que Dios se había manifestado en Egipto a la casa de Leví. Recordemos que Moisés y sus hermanos Aarón y Miriam eran hijos de Amram, miembro de la tribu de Leví, El padre de Moisés era hijo de Kohath y esposo de Iojebed. El Señor escogió a Leví como sacerdote de las 12 tribus y permitió que toda ofrenda del altar fuera para él.  

Entonces Dios amonesta a Elí que ha honrado más a sus hijos que a Él, llenándose con lo mejor de las ofrendas de Su pueblo. El sacerdote no tuvo la autoridad necesaria sobre sus hijos, no los puso en disciplina, les dejó hacer y él mismo comió de las ofrendas indignamente. He aquí una lección para los padres que deben saber cumplir su rol de educadores de sus hijos en el conocimiento de Dios; formadores de personas respetuosas del Señor: “1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; / 2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. / 3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.” (Deuteronomio 6:1-3); “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6); y el Nuevo Testamento exhorta a los padres, “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4) 

Dios mismo envió Su mensajero, acaso Cristo, y confrontó a Elí por haber malcriado a sus hijos Ofni y Finees, descuidando así su ministerio. Otra lección: familia y ministerio van unidos; no tenemos derecho a descuidar a nuestros hijos dejándoles hacer lo que les venga en gana, por causa del ministerio. 

  1. Los hijos de Elí fueron condenados por Dios.
"30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. / 31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. / 32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. / 33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. / 34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día.” (1 Samuel 2:30-34) 

Aquí el Señor declara que honrará sólo a los que le honran, y los que le desprecian serán tenidos en poco. Por ello, por la mala conducta de Elí y sus hijos, será castigada la casa de Leví matando a sus sucesores o bien sufriendo dolor. Como señal será la muerte de Ofni y Finees. El profeta Malaquías da cuenta de la decadencia de los levitas con estas palabras: “1 Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. / 2 Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. / 3 He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él. / 4 Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. / 5 Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. / 6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. / 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. / 8 Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. / 9 Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.” (Malaquías 2:1-9 

Robar lo que pertenece a Dios e inmoralidad sexual fueron los dos pecados fuertes de Ofni y Finees.
 

  1. Los hijos de Elí no fueron sacerdotes fieles.
“35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. / 36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.” (1 Samuel 2:35,36) 

¿De quién está hablando la Escritura como “sacerdote fiel”? ¿Qué hombre actuaría conforme al sentir y el pensamiento de Dios? Se ha especulado que serían el mismo Samuel o el rey David, que andarían delante del ungido, pero en verdad la profecía se cumple en Sadoc. 

Sadoc, descendiente de Aarón, fue el hombre valeroso que acompañó a los jefes de las tribus a Hebrón para transferir la corona de Saúl a David al comienzo de su reinado. Fue sumo sacerdote al mismo tiempo que Abiatar. En la revuelta de Absalón, hijo de David, permaneció fiel al rey, siguiéndole en su huida. También, cuando Adonías intentó usurpar el trono del anciano rey, Sadoc permaneció fiel a David. El monarca se enteró del complot y dio orden a Sadoc y al profeta Natán que confirieran a Salomón la unción real. Salomón expulsó a Abiatar del sacerdocio y nombró sumo sacerdote a Sadoc hasta su muerte: “26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre. / 27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.” (1 Reyes 2:26,27) 

El libro de Crónicas registra sobre Sadoc: “20 Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey. / 21 Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel. / 22 Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.” (1 Crónicas 29:20-22 

Pero el Sacerdote Fiel por excelencia es Jesucristo, la fidelidad le caracteriza: “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.” (Hebreos 2:17). Es llamado “fiel Creador” (1 Pedro 4:19), “testigo fiel” y “Fiel y Verdadero”: “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5); “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.” (Apocalipsis 19:11) 

ENSEÑANZA DE VIDA.

1)      Los padres deben entregar conocimiento bíblico a sus hijos pero también incentivarles a una comunión íntima con Dios.

2)      Debemos orar por los ministros y líderes de la Iglesia para que no caigan en tentación.

3)      En toda Iglesia se debe aplicar la disciplina que Jesús y los apóstoles enseñan, para que el Evangelio no caiga en descrédito.

4)      Los padres deben ejercer disciplina con amor sobre sus hijos y no ser blandos ni indulgentes.

5)      No debemos permitir la deshonestidad en la administración de los dineros, ni la inmoralidad sexual en la Iglesia.

6)      La fidelidad a Dios y los hermanos en la fe debe ser un distintivo de todo discípulo de Jesucristo.

CONCLUSIÓN.

El Señor permitiría en una futura batalla de Israel con los filisteos, la captura del arca del pacto y junto con el ataque del campamento hebreo, cercano a Silo, la muerte de Ofni y Finees, los hijos del sacerdote Elí. Dios permitió su muerte debido a que ellos: 1) No tenían conocimiento del Señor; 2) Robaban las ofrendas; 3) Cometían inmoralidad sexual; 4) Pecaban contra Dios; 5) Eran unos malcriados; 6) Fueron condenados por Dios; y 7) No fueron sacerdotes fieles.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Ha podido usted transmitir la fe cristiana a sus hijos, nietos o sobrinos?

2)      ¿Hay algún “oveja negra” en su familia y cuál fue la causa de su impiedad?

3)      ¿Estimula usted a las personas a tener comunión con el Señor por medio de la oración?

4)      ¿De qué forma está usted colaborando con la misión de la Iglesia?

5)      ¿Qué debemos hacer los cristianos frente a los falsos pastores o que actúan con deshonestidad?

6)      ¿Cómo expresó o expresa su madre, el amor hacia usted?

7)      ¿Cuáles han sido las circunstancias más difíciles que usted ha vivido y cómo las superó?

8)      ¿Cree usted que es necesaria la disciplina en la Iglesia y en qué casos, si todos somos pecadores?

9)      ¿Es bueno que los hijos sean reprendidos por sus padres?

10)   ¿Qué haría usted si escuchara hablar mal de sus hijos?

11)   ¿Cree que Elí fue blando y poco enérgico con Ofni y Finees? ¿Qué habría hecho usted?

12)   ¿Por qué el Señor resolvió hacer morir a Ofni y Finees?

13)    ¿Cuáles fueron los pecados de Ofni y Finees?

14)  ¿Se cometen hoy día pecados como los de Ofni y Finees? ¿Cómo procede la Iglesia?

15)  ¿Qué debe hacer una Iglesia cuando el pastor comete pecado contra la feligresía?

16)   ¿En quién o quiénes descansa la función sacerdotal cristiana?

17)   ¿Es conveniente esconder o transparentar los pecados de los ministros de Dios contra la Iglesia del Señor?

 
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
·         Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/