sábado, diciembre 10, 2016

LA PACIENCIA DE JESÚS.

LAS VIRTUDES DE JESÚS
© Pastor Iván Tapia Contardo


 Lectura bíblica: 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? / 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” (San Mateo 18:21,22) 

Idea central: Aprender la paciencia de Jesús. 

Propósitos de la lección: a) Apreciar cómo Jesús vivió la virtud de la paciencia, e imitarle; b) Aprender de Jesús la paciencia con los que se nos oponen; c) Desarrollar paciencia con las cargas y pruebas que nos toque llevar y vivir; d) Aprender a ser pacientes con las personas que tengan un menor desarrollo espiritual; e) Tener paciencia con los que no comprenden el Evangelio; y f) Permitir que el Espíritu Santo nos trate para desarrollar paciencia en el cumplimiento de nuestra misión. 

Resumen: Frente a las dificultades de la vida y las personas que se nos oponen o no nos comprenden, necesitamos desarrollar la paciencia que el Señor nos ha dado por medio del amor que derramó en nosotros el día de nuestra conversión. Esta enseñanza nos muestra cómo vivió el Maestro Jesucristo la virtud de la paciencia. No sólo debemos imitarle sino permitir que Él viva y actúe en nosotros con Su paciencia. 

L

a paciencia es una virtud dada por Dios, fruto del amor que ha sido derramado en nosotros por el Espíritu Santo. Dice el Apóstol: “4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”  (1 Corintios 13:4) Sufrido, en este texto significa “paciente”. 

Paciencia se define como la capacidad de sufrir y tolerar desgracias, adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse. La persona paciente, por ejemplo, puede sufrir una enfermedad por años, sin quejarse ni reclamar contra otros, Dios o la vida; tolera las circunstancias difíciles de la vida, como la pérdida de un hijo o una frustración en su vida matrimonial; puede permanecer incólume frente a críticas o acusaciones injustas; en fin es alguien probado para demostrar con su vida gran parte del carácter de Cristo. 

También se define la paciencia como cierta calma o tranquilidad para esperar. El salmista canta: “1 Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. / 2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. / 3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.” (Salmos 40:1-3) Todos necesitamos paciencia en la vida para ver realizados nuestros sueños: Los novios deben esperar con paciencia la boda para comenzar a experimentar la vida matrimonial en plenitud; el estudiante debe esperar con paciencia algunos años de esfuerzo hasta obtener su título profesional; los padres deberán esperar con amor y paciencia la madurez de sus hijos; los cristianos necesitamos esperar pacientemente por nuestra multiplicación en nuevos discípulos.

Algunos teólogos han definido así la paciencia:

  • “La paciencia es la tolerancia voluntaria y continuada, de cosas arduas y difíciles, por un bien honesto y útil.” (Tertuliano de Cartago)
  • “La paciencia es la raíz y guardiana de todas las virtudes. Por tanto, es la mayor de todas las virtudes.” (Gregorio)
  • “La paciencia es una virtud que se relaciona con la virtud de la fortaleza e impide al hombre distanciarse de la recta razón iluminada por la fe y sucumbir a las dificultades y tristezas” (Tomás de Aquino)
En otras palabras, paciencia significa “perseverancia en las pruebas”. Cuando usted está en medio de dificultades, dolores, molestias, la paciencia quita todo obstáculo en su mente y usted continúa teniendo fe, amando a Dios y su prójimo, con paz en su interior porque confía en Jesús, y tomado de la esperanza eterna.

Otra vez Jesús, nuestro Maestro, se nos presenta como Modelo de perfección. Si estamos en el camino de Cristo es para vivirlo a Él, llenarnos de Su Persona y caminar en Su amor, con el propósito de configurarnos con Cristo. Para ello, examinemos cómo vivió la “paciencia” Jesucristo. 

¿Cómo vivió Jesús la virtud de la paciencia?

1. Paciente con los que le insultaban.

 “29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, / 30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz. / 31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. / 32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.” (San Marcos 15:29-32) 

¡Cuánta soberbia había en estos corazones! Se burlaron del Salvador del mundo y lo escarnecían. Incluso los condenados a la cruz, compañeros en Su desgracia, también le insultaban. Pero Jesús los escuchaba hasta esa hora dolorosa con mucha paciencia. Parece insoportable el pecado de la soberbia, sin embargo son soportados por la paciencia los que así pecan. 

¿Cómo reaccionó el Señor ante los que le insultaban? Así lo relata el Evangelio:

“33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. / 34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.” (San Lucas 23:34)
2. Paciente con Sus perseguidores.
 
“16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; / 17 y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. / 18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. / 19 Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” (San Lucas 21:16-19) 

Jesús advierte a Sus seguidores sobre la horrible persecución que vendrá sobre ellos. Les consuela –y con ellos a nosotros- que no perecerán. Sabemos que Él nos acompañará hasta el final de los tiempos. Y les aconseja tener paciencia en medio de esas pruebas, para ganar lo más importante: sus almas. 

El apóstol Pablo escribe: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4) Dios es benigno, paciente, longánimo en Su amor; es decir bondadoso, paciente y magnánimo y constante ante las adversidades. La bondad de Dios nos conduce a encontrarnos con Él y para ello debemos cruzar por el arrepentimiento. Aquí se puede ver que longanimidad es diferente a paciencia. Mientras que la longanimidad soporta a los débiles, esos que pecan porque son frágiles; la paciencia soporta a los pecadores obstinados, los que se complacen en pecar. 

Jesús era longánimo con los que sufrían de enfermedades, alguna discapacidad, los que tenían hambre o estaban solos; pero también era paciente con la ignorancia, porfía e incredulidad de Sus seguidores. Aún a los fariseos y maestros de la ley soportaba con paciencia y les enseñaba. 

3. Paciente con las cargas.

“28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. / 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; / 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (San Mateo 11:28-30) 

Jesucristo llama a todos los que están cansados de la vida, que llevan una pesada carga en su alma, para darles descanso. Les invita a unirse a Él, a ser una pareja como lo son los bueyes unidos por un yugo. Esta es una clara imagen de la vida cristiana: marchar con Jesús unidos por un yugo. Él nos enseña a llevar ese yugo o carga sobre nuestros cuellos, con mansedumbre y humildad. El yugo del Señor es fácil y la carga ligera. La carga que el Señor pone en cada vida resulta liviana porque vamos con Él, quien nos ayuda a soportarla con paciencia. La paciencia es esa cualidad que no se rinde ante las circunstancias y pruebas. 

Jesús no se daba por vencido precipitadamente y de hecho soportó toda circunstancia dura en Su peregrinar hasta Jerusalén, el lugar de Su pasión y muerte. 

Hay una paciencia humana o natural que nos hace tolerar los males con buen ánimo, pero esta paciencia tiene su límite. En cambio la paciencia que nos es otorgada por la gracia de Dios, lleva a soportar sin la perturbación de la tristeza y con alegría y esperanza aquello que de otro modo sería intolerable. 

4. Paciente con el menos espiritual.

“38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. / 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. / 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. / 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. / 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (San Lucas 10:38-42) 

Marta, hermana de Lázaro y María, era una mujer sencilla y práctica, más preocupada de las cosas materiales que de los bienes espirituales. A ella le pareció prioritario atender a los quehaceres del hogar, quizás preparar un buen plato de comida para el Maestro que les visitaba, y no estar tan atenta a la conversación y enseñanzas que Él daba en ese momento a su hermana María de Betania. Llamó la atención del Maestro que no se preocupara de que María le ayudase también en sus tareas hogareñas. Jesús le dice con palabras afectuosas que su hermana ha optado por lo mejor. Jesús no tomaba represalias apresuradas ni castigaba con rapidez. En este caso dio la lección con autoridad pero con amor, e indudablemente fue una gran lección para Marta, como lo es para los que leemos este Evangelio, la prioridad siempre ha de ser lo que nos haga crecer en espiritualidad. 

Si alguien es menos inclinado a las cosas del espíritu, no debemos retarlo ni despreciarlo, dejarlo en vergüenza ante otros o castigarlo; sólo comprender que está en un nivel de desarrollo espiritual que aún no ha alcanzado la madurez suficiente para desear, practicar y disfrutar las cosas del espíritu. Debemos ser pacientes, amorosos y comprensivos, estimulándoles a desarrollar esa fe que el Señor ya ha sembrado en sus almas. Conviene no negar lo que la persona ya lleva en sí y animarle a dar pasos sencillos de fe. 

5.      Paciente con el que no comprende.

“14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.  / 15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. / 16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.  / 17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? / 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? / 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. / 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. / 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?” (San Marcos 8:14-21) 

Jesús siempre se mostraba misericordioso y no iracundo al tratar con hombres débiles. En este caso les recuerda a Sus discípulos que a ellos jamás les faltará el alimento porque son Sus seguidores; siempre habrá unas canastas que sobrarán para que ellos coman, después de haber alimentado a la multitud. Para enseñarles les recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, les hace reflexionar y sentirse seguros con Él. Quiere que entiendan y con paciencia les enseña.
 

6.      Paciente en el cumplimiento de Su misión.

“4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. / 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. / 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. / 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” (Isaías 53:4-7)

El profeta lo había anunciado en el siglo VIII AC. y redactó la profecía en tiempo pasado, como si aquel “cordero”, el Mesías, ya hubiese sido sacrificado. Tal como lo dice Isaías, sucedió. Jesucristo, el Salvador del mundo, fue tan paciente como un cordero que es conducido al sacrificio. Gracias a esa gran paciencia, soportando la cruz, mirando solamente Su misión salvífica, es que Cristo obtuvo para nosotros la salvación de nuestras almas y hoy podemos decir: “El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré.”  (Salmos 62:6) 

Imitemos el ejemplo de Jesús, que dio Su vida por la Humanidad. Es probable que no vayamos a morir en el martirio y tal vez no serán muchas o pocas las desgracias que nos corresponderá vivir; pero sí podremos asumir de buena forma, con actitud cristiana, las pruebas que nos toque vivir. Aprovechemos esas circunstancias para desarrollar virtudes, pulir aristas defectuosas de nuestras personas, superar debilidades y prejuicios, en fin crecer como discípulos del Maestro Jesús: “2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, / 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. / 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4) 

CONCLUSIÓN.
Jesús vivió la virtud de la paciencia, siendo: 1) Paciente con los que le insultaban; 2) Paciente con Sus perseguidores; 3) Paciente con las cargas; 4) Paciente con el menos espiritual; 5) Paciente con el que no comprende; y 6) Paciente en el cumplimiento de Su misión.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Cómo reacciona usted si alguien lo insulta?

2)      ¿Se considera una persona paciente o impaciente? ¿Y cómo le ven los demás?

3)      ¿Es usted paciente cuando dirige un grupo de personas?

4)      ¿Recuerda alguna ocasión en que perdió la paciencia?

5)      ¿Puede permanecer incólume frente a críticas o acusaciones injustas?

6)      ¿Qué situaciones le han obligado a ejercer mucha paciencia?

7)      ¿Qué puede hacer esta iglesia para que hermanos y amigos en la fe crezcan en paciencia?

8)      ¿Qué consuelo nos da Jesús frente a las burlas y persecuciones que vivimos en el mundo?

9)      ¿Por qué es necesario que tengamos paciencia con los que pecan obstinadamente?

10)  ¿Debemos tener paciencia con los ateos o enfrentarlos con enojo?

11)  ¿Cuál debe ser la reacción de la Iglesia ante los conceptos y conductas reñidos con la Biblia y que vive la sociedad actual?

12)  ¿Cuál es la mayor carga que soporta su alma?

13)  ¿Es conveniente la ira para alcanzar a las almas perdidas?

14)  ¿Cómo podemos aprovechar para nuestro crecimiento cristiano las pruebas y circunstancias difíciles de la vida?

 
BIBLIOLINKOGRAFÍA.

  • Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
  • MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
  • (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
  • Demaray, Donald E. (1996). “Introducción a la Biblia” Estados Unidos, Miami: Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos FLET, Editorial Unilit, 1996.
  • (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
  • "Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
  • "Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
  • W. W. Rand “Diccionario de la Santa Biblia”
  • Fundación Palabra de Vida “Jesús también fue paciente” Disponible en:  http://www.adoracion.com/es/node/339
  • Aquino, Tomás de. “Suma Teológica” Segunda parte, segunda sección.

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