domingo, abril 24, 2016

ESFUÉRZATE EN LA GRACIA.

EN CLAVE 17
MENSAJE 3
Pastor Iván Tapia Contardo

 

Lectura bíblica: “17 Entonces Josué respondió a la casa de José, a Efraín y a Manasés, diciendo: Tú eres gran pueblo, y tienes grande poder; no tendrás una sola parte, /18 sino que aquel monte será tuyo; pues aunque es bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos; porque tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte.” (Josué 17:17,18) 

Idea central: No quejarnos, sino esforzarnos en la Gracia. 

Objetivos: a) Abandonar las quejas por la vida que no tenemos y mirar el legado de Jesucristo; b) Atender a la reprensión de Dios a actuar y conquistar lo que Él ya nos asignó; c) Comprender y asumir que lo que aún no poseemos es nuestra responsabilidad; d) Escuchar la respuesta del Señor que nos anima a reconocernos como un gran pueblo con el poder de la fe y el Espíritu Santo; e) Estar convencidos que conseguiremos nuestra heredad con tesón, hasta sus límites más lejanos, venciendo todo obstáculo.  

Resumen: Todo nos ha sido dado por efecto de la muerte y resurrección de Jesucristo; pero nos falta la fe y la convicción, la valentía y la decisión para alcanzarlo. A veces nos quejamos a Dios y Su sabia respuesta siempre será “Esfuérzate y se valiente”, “Esfuérzate en la Gracia”.
 

E

l libro de Josué, continuador de la obra de Moisés, relata cómo fue repartida la tierra prometida a los hijos de Israel: “1 Esto, pues, es lo que los hijos de Israel tomaron por heredad en la tierra de Canaán, lo cual les repartieron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun, y los cabezas de los padres de las tribus de los hijos de Israel. / 2 Por suerte se les dio su heredad, como Jehová había mandado a Moisés que se diera a las nueve tribus y a la media tribu. / 3 Porque a las dos tribus y a la media tribu les había dado Moisés heredad al otro lado del Jordán; mas a los levitas no les dio heredad entre ellos. / 4 Porque los hijos de José fueron dos tribus, Manasés y Efraín; y no dieron parte a los levitas en la tierra sino ciudades en que morasen, con los ejidos de ellas para sus ganados y rebaños. / 5 De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel en el repartimiento de la tierra.” (Josué 14:1-5 

Como todos, recibieron también su heredad los hijos de José, Manasés y Efraín, pero ellos no estuvieron conformes, reclamando al líder José por lo escaso del territorio dado a ellos, que eran tanto pueblo: 

“14 Y los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: ¿Por qué nos has dado por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan grande, y que Jehová nos ha bendecido hasta ahora?” (Josué 17:14) 

Se quejaron al sucesor de Moisés, porque no habían recibido un territorio más extenso. A Efraín se le había entregado apenas la mitad del territorio que recibió Manasés. Entre ambas tribus había una competencia, a pesar de que descendían de un mismo origen; se habían alejado una de otra y no querían compartir ni siquiera la tierra. 


En la tribu de Efraín había mucha gente y ellos pensaban que por pertenecer Josué a ella, él haría algo para ayudarles. Sin embargo Josué nada hizo y ellos recibieron una tierra montañosa y escabrosa.  


Josué, como buen líder que está abierto a oír a su pueblo, escuchó atentamente a los hijos de José; sobre todo escuchó sus corazones y luego les dio una respuesta lógica, provocativa y motivadora.  

Los cristianos, tal como los hijos de José, muchas veces estamos disconformes con lo que Dios nos ha dado, con la vida que llevamos o con nuestra propia persona y quienes nos rodean. Entonces nos quejamos y reclamamos más. La respuesta que el gran líder Josué dio a Efraín y Manases, es la misma respuesta que Dios nos daría a nosotros hoy, si caemos en el inconformismo, la pereza y la queja.
 

¿Cuál es la respuesta de Dios a nuestras quejas? 

  1. No es una respuesta paternalista.
“15 Y Josué les respondió: Si sois pueblo tan grande, subid al bosque, y haceos desmontes allí en la tierra de los ferezeos y de los refaítas, ya que el monte de Efraín es estrecho para vosotros.” (Josué 17:15) 

La versión Dios Habla Hoy dice: “Ya que ustedes son tantos que no caben en los montes de Efraín, vayan al bosque y desmonten tierras en la región de los ferezeos y de los refaítas.” (DHH)


a)      “vayan al bosque y desmonten”. Josué los invitó a esforzarse y desmontar los cerros. En este caso “desmonte” significa tala de árboles. Hoy en día los cerros de esa región están desnudos porque a través de los siglos se ha arrasado con los bosques de los cerros. Actualmente Israel reforesta esa región que antaño fue una verdadera jungla. Prueba de ello es que en tiempos de Jesús, el monte de los Olivos también estaba cubierto de árboles y no era el pequeño grupo de árboles que es ahora. Los enemigos del Señor tuvieron que ser guiados por Judas en el monte para poder arrestarlo. 


b)      “desmonten tierras en la región de los ferezeos y de los refaítas.” Estos eran tribus cananeas. Se puede percibir cierta ironía cuando les dice que el monte de Efraín es estrecho para ellos. Josué No les resuelve el problema, no actúa en forma paternalista, sino que los incentiva a esforzarse por lograr lo que ellos consideran justo. Esas tribus cananeas representan los obstáculos necesarios a enfrentar para crecer en valentía, osadía, fe, confianza en Dios y en nuestras capacidades, esperanza, en fin victoria sobre la dificultad.  


A los hijos de José no les agradó la respuesta y siguieron reclamando que no les bastaba el monte y que los cananeos estaban mejor equipados porque tenían carros de hierro. Ellos se dejaron intimidar por los recursos bélicos de los cananeos: 


“16 Y los hijos de José dijeron: No nos bastará a nosotros este monte; y todos los cananeos que habitan la tierra de la llanura, tienen carros herrados; los que están en Bet-seán y en sus aldeas, y los que están en el valle de Jezreel.” (Josué 17:16) 

Como a los hijos de José, cuántas veces también nos asusta Satanás, nos asusta nuestra debilidad, nos asusta nuestra falta de capacidad, nos asusta la opinión de otros, etc.  

Ellos no aceptaron las palabras de Josué, ni creyeron, a pesar de que “Jezreel” significa “Dios siembra”. Este valle es llamado también el Valle de Armagedón, de Meguido o de Esdraelón. 

La respuesta de Dios a nuestras quejas no es una respuesta paternalista, sino un llamado a actuar para conquistar lo que Él ya nos ha asignado.
 

  1. Es una respuesta que anima.
“17 Entonces Josué respondió a la casa de José, a Efraín y a Manasés, diciendo: Tú eres gran pueblo, y tienes grande poder; no tendrás una sola parte, / 18 sino que aquel monte será tuyo; pues aunque es bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos; porque tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte.” (Josué 17:17,18) 

La respuesta que Josué dio a su propia tribu, fue una respuesta contundente y definitiva, que debía animarles a salir de su desidia y temor: 


1)      “Tú eres gran pueblo”. Manasés y Efraín formaban una gran tribu, eran muchos más que las tribus cananeas del lugar. Josué les muestra su capacidad para que ellos se animen a tomar lo que Dios les ha dado. Él les inyectó espíritu de conquistadores. ¡Es lo que necesitamos tener, espíritu de conquista de las almas! Es necesario que reconozcamos lo que somos:  

“9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; / 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2:9,10) 

2)      “Tienes grande poder”. El poder del pueblo de Dios estaba y está en la fe que tenemos en Él. El Señor siempre acompaña y da victoria al pueblo que confía en Su poder. El papel de Josué no era mimar al pueblo sino hacerlo crecer en las virtudes que le harían poderoso. Así también el Señor le había dicho una vez a él:  

“1 Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: / 2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. / 3 Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. / 4 Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. / 5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. / 6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.” (Josué 1:1-6) 

3)      “No tendrás una sola parte, sino que aquel monte será tuyo”. Puesto que eran tantos, no les correspondería solamente una parte del territorio, sino más. El Señor conocía sus necesidades y había pensado en satisfacerlas, a condición de que ellos se esforzaran.  

El monte de nuestras conquistas será nuestro, sólo si nos esforzamos por alcanzarlo. El Señor nos quiere proactivos, diligentes, laboriosos en la fe. Necesitamos desarrollar virtudes, hacer buenas obras, alcanzar nuevos discípulos; lo lograremos no por “arte de magia” sino por fe en Él y esfuerzo. Este es el sentido del consejo paulino: “1 Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. / 2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. / 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” (2 Timoteo 2:1-3) Debemos “esforzarnos en la gracia”. 

4)      “Aunque es bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos”. El monte cubierto de bosques sería de los hijos de José. Ellos podrían aprovechar esa madera para construir casas y muebles, como para combustible. Allí fundarían sus ciudades. Es la promesa de Dios, no basada en algo mágico sino basada en las capacidades que Dios mismo ha puesto en Sus hijos. Él sabe que somos capaces y nos anima a conquistar el bosque –siempre los árboles simbolizan personas- y hacerlo nuestro, es decir del reino de Dios. 

Siempre ha querido el Señor que conquistemos la Tierra hasta sus confines:

    • “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (San Mateo 28:19)
    • “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (San Marcos 16:15)
    • “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 2:8)
5)      “Tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte.” Si querían tener más territorio, tendrían que luchar para conseguirlo. Debían dejar de quejarse y salir a tomar posesión de la tierra, tendrán que ir y conquistarlo, aunque los cananeos fuesen fuertes y estuviesen bien armados. El Señor no les daría la tierra gratuitamente sino que les costaría un esfuerzo. Dios quería ver hombres valientes, decididos y de fe. 

La respuesta de Dios a nuestras quejas es una respuesta que nos anima a: a) Reconocernos como un gran pueblo; b) Con el poder de la fe y el Espíritu Santo; c) Un pueblo que conseguirá su parte con tesón; d) Hasta sus límites más lejanos; y e) Que vencerá todo obstáculo enemigo.
 

ENSEÑANZA DE VIDA.

A veces los cristianos somos:

a)      Pobres, material o espiritualmente.


b)      Quejumbrosos acerca de nuestra suerte en la vida.


c)      Poco decididos para tomar posesión de las muchas bendiciones de Dios. 


Necesitamos dejar de quejaros y salir a conquistar lo que Dios nos ha prometido y que nos espera. 


El Señor nos ha prometido grandes bendiciones si le obedecemos y creemos a Sus palabras: 

“1 Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. / 2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. / 3 Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. / 4 Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. / 5 Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. / 6 Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. / 7 Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.” (Deuteronomio 28:1-7) 

Es necesario que expulsemos al enemigo de nuestras vidas y nos atrevamos a tomar lo que Dios ya nos dio, pues nos dijo: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.” (Josué 1:3) 


Muchos de nosotros somos pobres material, social, psicológica o espiritualmente  porque no nos levantamos para caminar en la Tierra Prometida. ¡Tomemos posesión de las bendiciones que el Señor ya nos ha dado! Es hora de cambiar nuestra manera de actuar. Creamos en lo que los apóstoles nos enseñaron: 


“3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, / 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; / 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; / 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; / 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:3-7) 


CONCLUSIÓN.

Los cristianos muchas veces nos lamentamos de nuestra condición material, social o espiritual y no miramos lo que el Señor Jesucristo nos ha legado como Testamento.  

Cuando nos quejamos, la respuesta de Dios no es paternalista, sino una reprensión a actuar y conquistar lo que Él ya nos asignó. Si aún no lo poseemos es por nuestra propia flojera. 

La respuesta de Dios nos anima a: a) Reconocernos como un gran pueblo; b) Con el poder de la fe y el Espíritu Santo; c) Un pueblo que conseguirá su parte con tesón; d) Hasta sus límites más lejanos; y e) Que vencerá todo obstáculo enemigo. 
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Está usted conforme con la vida que ha tenido?

2)      ¿En qué consiste el legado del Señor Jesucristo?

3)      ¿Qué bendiciones ha recibido del Señor?

4)      ¿Cómo sería una respuesta paternalista de Dios?

5)      ¿De acuerdo a las historias bíblicas, cuál es la respuesta de Dios ante las quejas de los seres humanos?

6)      ¿Qué aspectos materiales y espirituales dados por Dios, usted aún no ha conquistado?

7)      ¿Qué cosas le hubiera gustado conseguir en la vida y por qué causa no lo logró?

8)      ¿Por qué es importante reconocernos como un gran pueblo?

9)      ¿Cuáles han sido sus grandes conquistas en la vida?

10)  ¿Qué significa para usted “esforzarse en la gracia”?

11)  ¿Qué bendiciones nos ha prometido el Señor para esta vida?

12)  ¿Qué condición se requiere, de acuerdo al Texto estudiado, para recibir las bendiciones del Señor y cómo se condice esto con la gratuidad de Dios?

13)  ¿Qué enseñó el apóstol Pedro acerca de la Iglesia?

14)  ¿A qué le ha animado este sermón?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Silva, Kitim “Josué el Conquistador”  Editorial Portavoz.

domingo, abril 17, 2016

LA VERDAD ESTÁ EN JESÚS.


OASIS V
TEMA 13
LAS VIRTUDES DE JESÚS

© Pastor Iván Tapia Contardo

Lectura bíblica: “5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, / 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. / 7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.” (1 Timoteo 2:5-7) 

Idea central: Vivir la virtud de la veracidad. 

Propósitos de la lección: a) Comprender, valorar y practicar la virtud de veracidad de Jesucristo, evitando toda mentira y engaño; b) Comprender por qué Jesús no mentía e imitarle; c) Aprender a no adular ni ser falsos, huyendo de toda hipocresía; d) Aprender de Jesús a no esconder la Verdad, proclamando Su Evangelio. 

Resumen: La veracidad es una virtud que todo cristiano debe desarrollar en su vida. No se trata solamente de “no mentir” como cumpliendo un mandamiento por legalismo, sino de ser sincero, no hipócrita, verdadero con el prójimo, por amor a Dios, los demás y a sí mismo. La veracidad implica valentía, no ser un adulador de los demás ni ostentar un amor fingido. Por otro lado, la veracidad me compromete con la Verdad, que es Cristo, la cual debo proclamar en toda circunstancia.
 

O

tra de las virtudes del maestro Jesús es la “verdad”. Él mismo se autodefine como la Verdad, cuando dice: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan 14:6). El Hijo de Dios es la Verdad encarnada, por tanto está capacitado para darla a conocer y por medio de ella liberar a Sus seguidores: y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (San Juan 8:32) 

El evangelista anota: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan 1:14). Jesús era pleno de la gracia de Dios y de Su verdad, siendo superior a la Ley escrita, pues es una Persona Divina. 

Como personificación de la Verdad eterna y Hombre lleno del Espíritu, en Jesús la verdad es una virtud que todos deberíamos practicar.  

¿Cómo se expresa la virtud de la verdad en Jesús? 

    1. Jesús no mentía.
A Dios no le agrada la mentira. De hecho uno de los 10 mandamientos dice: “16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.” (Éxodo 20:16) El Señor ordena: De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.” (Éxodo 23:7) La mentira y el engaño son abominables al Señor. El salmista escribe: No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.” (Salmos 101:7) 

Consecuente con la voluntad del Padre, Jesús siempre fue verdadero: “21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; / 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1Pedro 2:21,22)  

Él sólo decía la verdad y lo afirma cuando dice: “Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.” (San Juan 8:40) 

Como vino a un mundo de mentiras, engaños y fraudes, no podían creer que Él hablase verdad: “Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.” (San Juan 8:45) 

Nadie podía reprenderle pues no pecó; sin embargo no le creyeron: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?” (San Juan 8:46 

Siempre les declaró la verdad a Sus discípulos, pero ellos no siempre le comprendieron, como cuando les habló de Su muerte y de Su resurrección. Como no entendieron Sus palabras, fácilmente las olvidaron: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” (San Juan 16:7) 

Jesús no mentía porque:

1)      Es Dios y como tal siempre es verdadero.

2)      No tenía temor de la opinión o reacción de la gente.

3)      Su misión era decir la verdad. 

Como seguidores de Jesucristo y llevando el nombre de “cristianos”, debemos ser Sus imitadores y actuar como Él, no ser mentirosos sino veraces, sinceros.  

    1. Jesús no adulaba.
Jesús no decía a la gente lo que quería oír sino lo que necesitaba oír. Él tampoco tenía miedo de nadie ni miraba su apariencia, porque conocía el corazón de los hombres. Así lo revelan estos textos: 

“Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.” (San Mateo 22:16) 

“Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?” (San Mateo 12:14 

Jesús no adulaba ni discriminaba a las personas; a todos les daba a conocer Su enseñanza: “Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.” (San Lucas 20:21) 

Él mismo declaró que su juicio sobre las personas y situaciones no era falso: “Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.” (San Juan 8:16 

No tuvo temor de los judíos cuando les dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. ” (San Juan 8:44) Jesús era capaz de decir con toda valentía lo que pensaba de las personas. Lo hacía saber directamente y no a través de otros, como muchas veces procedemos. Tampoco cubría Sus palabras con halagos, como solemos enmascarar nuestras relaciones con el prójimo, sino que era verdadero. 

Jesús no adulaba porque:

1)      Su misión no era diplomática, no necesitaba establecer paz en la Tierra sino confrontar a las personas consigo mismo y con la Verdad del Evangelio. Por eso dijo: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.” (San Mateo 10:34)

2)      Necesitaba transmitir con toda claridad Su mensaje.

3)      No vino a pedirnos un favor sino a indicarnos el camino de salvación. Adular es alabar de forma exagerada y generalmente interesada a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad.

4)      Detesta la hipocresía. 

Si somos Sus seguidores e imitadores, debemos aprender de Él y Su modo de actuar con el prójimo. Es necesario que dejemos halagos e hipocresías y seamos veraces.

    1. Jesús no escondía la Verdad.
La predicación de la verdadera palabra de Dios trajo consecuencias muy graves para el Señor. ¿Qué estamos predicando? 

Dice la Biblia que, si bien es cierto, Moisés hizo una gran obra al dar a conocer la Ley de Dios; Jesucristo hizo obra mayor al poner en movimiento la Gracia del Padre, es decir Su misericordia, su amor gratuito por el ser humano: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” (San Juan 1:17) 

Jesucristo mismo es la Verdad encarnada. Juan el Bautista dio testimonio de Él: “Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.” (San Juan 5:33) Jesús podía dar testimonio de sí mismo, pero no le creían porque carecían de Su conocimiento: “Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.” (San Juan 8:14) 

El caso de los discípulos de Jesús era diferente, ya que ellos conocían de cerca a su Maestro, compartían con Su Espíritu y luego podrían recibirlo en su interior: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (San Juan 14:17) 

Después sería el propio Espíritu Santo el que daría testimonio de Cristo y estaría dentro de Sus discípulos. Si somos discípulos de Jesucristo, el Espíritu Santo en nosotros da testimonio de Él: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (San Mateo 15:26) 

Este Consolador es el Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Dios que sólo habla y transmite Verdad. Da a conocer lo que oye del Padre y de Cristo: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (San Juan 16:13) 

En una de Sus últimas oraciones en esta Tierra, Jesús rogó para que Sus seguidores fueran santificados, es decir limpiados y apartados, en la verdad de Dios: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (San Juan 17:17) 

Al entregarse Jesucristo al martirio de la cruz, se consagraba a Dios y a la Humanidad caída. De este modo cada seguidor Suyo era santificado en ese acto de amor: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” (San Juan 17:19) La misión de Jesús fue darse a conocer como la Verdad y morir por nosotros. Él transmitió la Verdad en todo momento de Su ministerio. 

No dudó en testificar de Sí mismo ante el gobernador o prefecto de la provincia romana de Judea, declarándole la misión a que fue enviado por Dios: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. ” (San Juan 18:37) 

En ningún minuto Jesús escondió la Verdad, siempre la declaró, aunque también aconsejó a veces callar y no malgastar el mensaje del Señor: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.” (San Mateo 7:6) 

Jesús no escondió la Verdad porque:

1)      Fue enviado por Dios para dar a conocer la Verdad. Era el Mesías, Ungido o Salvador, enviado con la misión de pronunciar y cumplir la Verdad.

2)      Se había cumplido el tiempo para la Humanidad de conocer el Evangelio.

3)      Él mismo es la Verdad y ésta Luz no se puede esconder. 

Como Sus discípulos tenemos el mismo papel: anunciar siempre la Verdad de Jesucristo y Su Evangelio. Nada debe detenernos en este propósito y ha de ser nuestra mayor alegría anunciar la Verdad de Dios, aunque muchos se nos opongan. La misión de Jesús es también nuestra misión. 

CONCLUSIÓN.

La virtud de la verdad o veracidad se expresó en forma perfecta en Jesús, pues: 1) Él no mentía, ya que es Dios mismo y es la Verdad personificada; 2) Él no adulaba, ya que desprecia la falsedad e hipocresía; y 3) Él jamás escondió la Verdad, pues Su misión fue proclamarla en esta Tierra. 

ENSEÑANZA DE VIDA.

Como seguidores de Jesucristo seamos  siempre veraces y sinceros con el prójimo, evitando toda mentira y engaño; no usemos de halagos innecesarios para congraciarnos con los demás y evitemos toda forma de hipocresía. Por último, cumplamos el rol que Dios nos ha asignado: Anunciar el Evangelio de Jesucristo.
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Se considera una persona sincera?

2)      ¿En qué circunstancias suelen mentir las personas?

3)      ¿Recuerda alguna situación en que se vio obligado/a a mentir? ¿Mentimos los cristianos?

4)      ¿Qué está predicando usted en la actualidad? ¿Qué prédica necesita escuchar hoy día la gente?

5)      ¿Qué significa ser santificado, en dos palabras?

6)      ¿Quién es para usted Jesús y qué virtud admira más en Él?

7)      ¿Por qué se dice que Jesucristo es “la Verdad encarnada”?

8)      ¿Por qué a Dios no le agrada la mentira?

9)      ¿Valora el mundo actual la verdad?

10)  ¿Jesús predicaba lo que la gente quería oír o lo que la gente necesitaba oír? ¿Debemos hacer lo mismo hoy día?

11)  ¿Por qué Jesús no adulaba o halagaba a Sus oyentes?

12)  ¿Ha cambiado, desde los tiempos de Jesús, el carácter del Señor con respecto a la hipocresía y la falsedad? ¿Es ahora más tolerante?

13)  ¿Qué consecuencias trajo a Jesucristo anunciar la Verdad del Evangelio?

14)  ¿Ha sentido la presencia del Señor cuando usted habla de Él?

15)  ¿En qué oportunidades es aconsejable callar y no transmitir la Verdad?

16)  ¿Tiene usted como cristiano/a una misión diferente a la de Jesús?

17)  ¿Qué enseñanza de vida le deja este sermón?
 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

  • Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
  • MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
  • (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
  • Demaray, Donald E. (1996). “Introducción a la Biblia” Estados Unidos, Miami: Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos FLET, Editorial Unilit, 1996.
  • (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
  • "Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
  • "Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
  • W. W. Rand “Diccionario de la Santa Biblia”