domingo, octubre 16, 2016

ENFRENTANDO AL ENEMIGO.


 
 
SAMUEL, EL VIDENTE
MENSAJE 14
Pastor Iván Tapia Contardo

 
Lectura bíblica: “17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. / 18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. / 19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. / 20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (San Lucas 10:17-19) 

Idea central: Los enemigos del cristiano. 

Objetivos: a) Comprender y aplicar las claves para enfrentarnos a nuestros enemigos; b) Aprender a respetar al enemigo; c) Discernir cuáles son nuestros enemigos externos e internos; d) Enfrentar a nuestros enemigos con valentía y fe en Dios; e) Utilizar toda la armadura de Dios para la batalla espiritual; y f) Identificar los merodeadores del cristiano y la Iglesia. 

Resumen: El enfrentamiento de Israel y Filistea nos enseña, a través de los errores de Saúl y su pueblo, la actitud que debemos tener con los enemigos. Identificar al contrincante, desarrollar un carácter apropiado para vencerlo y utilizar las armas que Dios nos da para la batalla cristiana, son claves para nuestra victoria contra el mal. 

E
nemigo es todo oponente. Dios tiene enemigos, el demonio es el primero a quien siguió la tercera parte de los ángeles, convirtiéndose éstos en enemigos de Dios. Si nos volvemos al Señor, también nos convertimos en enemigos de Satanás. Por tanto hay una lucha entre los cristianos y las tinieblas.

Todo lo que se opone a la voluntad de Dios es Su enemigo, de tal modo que si hay dentro de nosotros o en nuestra vida elementos opuestos al Señor, el enemigo actúa allí. Los discípulos de Jesús libramos una guerra contra diversos enemigos, pero gracias a Dios que contamos con la ayuda del Espíritu Santo y la fe: “4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. / 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4,5 

La guerra contra los filisteos librada por Saúl y su pueblo, es una magnífica oportunidad para obtener lección sobre cómo debe ser nuestra conducta frente a los enemigos. He aquí varias claves para no cometer errores y salir victoriosos en nuestra batalla espiritual. 

¿Qué nos enseña 1 Samuel 13, sobre el enemigo? 

  1. El enemigo debe ser respetado.
“1 Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel, / 2 escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. / 3 Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo: Oigan los hebreos. / 4 Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal.” (1 Samuel 13:1-4) 

Al cabo de dos años de reinado, Saúl escogió 3.000 hombres para formar su ejército. 2.000 estarían con él en Micmas y en Bet-el; y 1.000 con Jonatán en Gabaa de Benjamín. Cuando este último atacó la defensa de los filisteos que había en el valle, el rey Saúl hizo anunciar por todo el país cómo “Saúl” había atacado a los filisteos haciéndose Israel abominable a los filisteos. Entonces se juntó el pueblo tras Saúl en Gilgal. 

Micmas significa “algo escondido”. Es una localidad cercana a la montaña de Bet-el, al este de Bet-avén, al norte de Geba. Los filisteos acamparon en Micmas para combatir contra Saúl.  

Gilgal significa “círculo de piedras”. Fue el primer campamento de Israel después de cruzar el Jordán. Se consideró como lugar sagrado. Un lugar entre Bet-el y Siquem incluido en la visita anual de Samuel. 

El hijo de Saúl atacó a los filisteos. No fueron los filisteos que comenzaron esta guerra, sino Jonatán y Saúl. Envalentonados por esta ofensiva, declararon en toda la nación que Israel era odiado por Filistea. El pueblo les siguió, con la admiración que seguimos a un líder seguro y victorioso. Hay en estos hechos una actitud vanidosa y demasiado triunfalista, una exagerada seguridad de superioridad. Ellos, tanto los líderes como el pueblo, confiaron excesivamente en sus capacidades. En Micmas tramaron en sus corazones “algo escondido” contra Filistea y en Gilgal se reunieron fuertemente como un gran “círculo de piedras”. 

Del mismo modo, nosotros también a veces nos sentimos demasiado capaces y somos imprudentes y poco realistas, al atacar a otras personas. Pensamos que tenemos la razón y que contamos con todas las garantías para vencerlos con nuestros argumentos. Lo peor es cuando nos creemos facultados para atacar a las tinieblas, sin considerar al Señor, cosa que ni siquiera el arcángel Miguel se atrevió a hacer contra Lucifer: “8 No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. / 9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.” (San Judas 8,9) 

El rey atacó a los filisteos, lo que fue una imprudencia con el enemigo. El enemigo debe ser respetado, pues es tan inteligente, capaz y hábil como nosotros. Jamás debemos infravalorar al enemigo.  

  1. El enemigo es de varios tipos.
“5 Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. / 6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. / 7 Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.” (1 Samuel 13:5-7) 

Los filisteos se reunieron con todo su ejército para pelear contra Israel: 30.000 carros, 6.000 hombres a caballo y una gran multitud de pueblo. Subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Al ver los israelitas que estaban en gran aprieto, se escondieron en cuevas, fosos, peñascos, rocas y cisternas. Incluso algunos atravesaron el Jordán y huyeron a Gad y Galaad. Pero el rey permaneció en Gilgal, y el pueblo le seguía con miedo. Indudablemente aquí se puede ver que Israel no era un pueblo guerrero ni tan fiero como los filisteos. 

Los hebreos tuvieron miedo y huyeron del enemigo. Es lo que muchos seres humanos hacen cuando se encuentran en aprietos, cuando se enfrentan a un enemigo que consideran mayor a sus fuerzas. Nuestros enemigos pueden ser externos o internos. Los de más temer son estos últimos. Una persona puede atacarnos físicamente o hablar mal de nosotros, sembrar una mentira sobre nuestra persona, pero aquello tiene solución y lo podemos ignorar. Actualmente aumenta la delincuencia y todos estamos en peligro si no nos precavemos de andar a horas y en lugares peligrosos. Pero los enemigos internos, como la cobardía, la intolerancia, el perfeccionismo, el orgullo, la blandura de carácter, la carnalidad, la impaciencia o la indiferencia, son mucho más difícil de enfrentar, resolver y superar. A veces se esconden de nosotros, los negamos y nos acechan, atentando contra la convivencia social.  

Los discípulos de Jesús libramos una guerra contra tres tipos de enemigos, a saber: el diablo, el mundo y nuestra propia carne. Dice San Juan: “15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. / 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. / 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17 

El pueblo huyó del enemigo, lo cual fue una cobardía. Es importante saber distinguir nuestros verdaderos enemigos, que los hay externos e internos, y estos últimos son los más difíciles de derrotar. 

  1. El enemigo no debe asustarnos.
“8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. / 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. / 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. / 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, / 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. / 13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. / 14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. / 15 Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín.” (1 Samuel 13:8-15) 

El rey Saúl esperó una semana en Gilgal que viniera el profeta Samuel a acompañarle, pero el pueblo comenzó a desertar. Ante este problema, Saúl ordenó traer holocausto y ofrendas de paz. Estaba terminando de ofrecer el holocausto y Samuel llegó. Salió a recibirle y para saludarle, pero el profeta le dijo “¿Qué has hecho?” El rey respondió que, viendo que el pueblo desertaba, que él no venía en el plazo señalado y que los filisteos estaban a punto de atacar, decidió implorar al Señor.  

Samuel dijo a Saúl que había actuado como un demente, que no había guardado el mandamiento de Jehová. El Señor hubiera confirmado su reino sobre Israel para siempre, pero ahora su reino no sería duradero. Le dijo que Jehová buscaba un varón conforme a su corazón, designado para ser príncipe sobre Su pueblo. 

Y Samuel regresó a Gabaa de Benjamín. 

¿Por qué el profeta Samuel le dijo al rey Saúl que había actuado como un demente y que no había guardado el mandamiento de Jehová? Saúl sintió miedo porque vio que el pueblo desertaba y no tendría ejército para combatir al enemigo. Además él mismo había iniciado la guerra atacando a Filistea. Se sintió solo porque no venía el profeta a apoyarle, es decir que su confianza se basaba en la compañía del pueblo y de Samuel, y no tenía confianza en Dios. Tuvo tanto miedo de que los filisteos lo atacaran, que decidió implorar al Señor. Al hacerlo mostraba desesperación y no fe; aunque hiciera holocausto y rogativas y presentara ofrendas a Dios, quizás estaba confiando más en sus propias acciones rituales que en el Señor mismo. 

Samuel expresó que Jehová buscaba “un varón conforme a su corazón” y por lo visto él no tenía ese corazón. Le faltaba valentía y confianza en el Señor, ver más allá de sus capacidades y de las circunstancias, ser más espiritual y menos carnal. 

Dios también busca en nosotros esas cualidades. Él quiere que seamos varones y varonas “conforme a Su corazón”. ¿Cuáles son las características de ese corazón? 1) Un corazón lleno de fe, que confía en el poder de Dios, que cree que Él está con Su pueblo, que tiene convicciones y no es cobarde sino valiente; 2) Un corazón en paz, limpio por la sangre de Jesucristo, que no se siente culpable, que cree en el perdón de Dios, que no se juzga a sí mismo ni a los demás, un corazón en la Gracia; 3) Un corazón lleno de amor a Dios y al prójimo, que tiene misericordia, que está siempre dispuesto a servir; y 4) Un corazón con esperanza que conoce el legado del Señor Jesucristo y se goza en la vida eterna: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.” (1 Timoteo 6:12) 

El rey Saúl tuvo miedo, cosa que jamás debe sucedernos sino estar preparados para pelear la buena batalla y tener un corazón que no teme al enemigo y confía en Dios. El enemigo no debe asustarnos. 

  1. El enemigo siempre merodea.
“Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. / 16 Saúl, pues, y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas. / 17 Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual, / 18 otro escuadrón marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto. ” (1 Samuel 13:16-18) 

Al contar Saúl cuántos estaban con él, resultaron ser 600 hombres. El rey, su hijo Jonatán y el pueblo que estaba con ellos se quedaron en Gabaa de Benjamín. Los filisteos acamparon en Micmas. 

Los filisteos enviaron tres grupos de “merodeadores”: uno por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual, es decir al norte; otro hacia Bet-horón, al oeste, y otro hacia la región que mira al valle de Zeboim, o sea al este. Merodear es andar por los alrededores de un lugar, con malas intenciones, curioseando o buscando algo. Los merodeadores filisteos eran verdaderos espías en Israel que se dirigieron a distintos puntos de Israel, para informarse del estado del pueblo, los planes y recursos de guerra que pudieran tener. Eran los filisteos unos infiltrados en la tierra del Señor. 

¿Cuáles son los actuales “merodeadores” de la Iglesia y los cristianos?

1)      Los merodeadores eclesiales: Es lamentable que haya hermanos que se dedican a merodear, vigilar, espiar las costumbres, creencias, liturgias y doctrinas de las congregaciones, no permaneciendo definitivamente en ninguna. Los mueve una curiosidad malsana, deseosa de criticar, no se proponen edificar a la hermandad sino más bien destruyen con críticas y palabras de desconfianza. Estos merodeadores eclesiales van y vienen, no crecen en su fe, son inconstantes y piedras de tropiezo para los nuevos creyentes.

2)      Los merodeadores chismosos. Personas no creyentes que se dedican a observar la vida de los cristianos con la intención de descubrir algún defecto, pecado o debilidad, para luego murmurar de ellos, descalificarlos y desacreditar su fe. No están pendientes de nuestro testimonio cristiano sino de aquello en que podamos caer.

3)      Los merodeadores malintencionados. Desean burlarse de Dios y de nuestra fe, utilizando la tentación como un arma para hacer caer de su fe a los creyentes. Tientan con sexo, bebidas alcohólicas, drogas, lenguaje grosero y conversaciones impropias, murmuración y todo lo que pueda sacarnos de una vida equilibrada, acorde con los principios de Dios.

4)      Los merodeadores espirituales. Espíritus inmundos de las tinieblas que atacan al cristiano durante la oración, en sueños, en momentos de fatiga física o debilidad emocional. El mismo diablo es un merodeador: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8) 

Como los filisteos enviaron “merodeadores” a Israel, nosotros también somos merodeados por diversos enemigos. El enemigo de nuestras almas siempre merodea. 

  1. El enemigo quiere desarmarnos.
“19 Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. / 20 Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz. / 21 Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas. / 22 Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían. / 23 Y la guarnición de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas.” (1 Samuel 13:19-23) 

Los filisteos impidieron que los hebreos hicieren espadas y lanzas, haciendo que no hubiese herreros en Israel. Por eso los israelitas debían acudir a los filisteos para trabajos en metal como afilar la reja del arado, el azadón, el hacha o la hoz. Estos trabajos se hacían a un alto precio: por reparar un arado o azadones cobraban un “pim”, es decir 8 gramos de plata; por afilar hachas o arreglar aguijadas, cobraban la tercera parte de un “siclo”, correspondiente a 4 gramos de plata. 

Por lo tanto el día de la batalla Israel no contaba con espadas y lanzas, salvo el rey Saúl y su hijo Jonatán. El destacamento filisteo avanzó hasta el paso de Micmas. 

Fueron hábiles los filisteos al impedir a los hebreos tener armas. Para hacer la guerra se necesitan armas, no basta con el propio cuerpo, sobre todo si el enemigo cuenta con buen armamento. Así los ejércitos de las naciones mantienen un equilibrio bélico, teniendo la misma cantidad y capacidad armamentista. Los enemigos de Israel ingeniaron estrategias para que Israel no se armara: a) Impidieron que tuvieran herreros; y b) Cobraron precios altos por reparar viejas armas. El resultado fue un pueblo sin capacidad de ataque y defensa. 

En el caso de los cristianos –porque siempre debemos buscar la lección espiritual que nos entrega el Antiguo Testamento –el enemigo de nuestras almas buscará desarmarnos para que no peleemos “la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12). Él sabe que sin las armas espirituales no podremos salir victoriosos y necesitamos fortalecernos con el poder del Señor. Las armas con que Él, nuestro General, nos equipa nos dan Su fuerza. El Apóstol nos describe una verdadera “armadura” para defendernos del “merodeador” que anda al acecho nuestro. La guerra de los cristianos no es como la que sostenía Israel con Filistea, que era una guerra física, sino que es una guerra espiritual. Nuestros enemigos son invisibles. Para defendernos y atacarlos tenemos las siguientes armas: 1) Faja, la verdad de Cristo y el Evangelio; 2) Coraza, la justicia de Dios en Cristo; 3) Calzado, el Evangelio de la paz; 4) Escudo, la fe en el Dios Todopoderoso; 5) Yelmo, la salvación por fe en Jesús; 6) Espada, la Palabra de Dios; y 7) Lanza, la oración. 

Cuidemos las armas que el Señor nos ha dado, vistiéndonos cada día con la “armadura de Dios”: “10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. / 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. / 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. / 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. / 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, / 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. / 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. / 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; / 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:10-18) 

El enemigo inhabilitó a los hebreos quitándoles armas. Siempre el enemigo va a querer desarmarnos. Las armas del cristiano son una verdadera armadura que nos protege de los enemigos espirituales. 

ENSEÑANZAS DE VIDA:

1)      Discernir cuáles son nuestros enemigos externos e internos.
2)      Respetar al enemigo.
3)      Enfrentar a nuestros enemigos con valentía y fe en Dios.
4)      Utilizar toda la armadura de Dios para la batalla espiritual.
5)      Identificar los merodeadores del cristiano y la Iglesia. 

CONCLUSIÓN.

El capítulo 13 de 1 Samuel nos enseña algunas claves a considerar en la relación con nuestros enemigos: 1) El enemigo debe ser respetado; 2) El enemigo es de varios tipos; 3) El enemigo no debe asustarnos; 4) El enemigo siempre merodea; y 5) El enemigo quiere desarmarnos. 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Ha tenido enemigos y cuál ha sido su relación con ellos?
2)      ¿Cuáles considera sus enemigos internos?
3)      ¿Por qué debemos respetar al enemigo?
4)      ¿Qué elemento de la armadura de Dios, a su juicio, es el más importante?
5)      ¿Cuál ha sido su mayor batalla espiritual?
6)      ¿Contra qué “merodeadores” ha debido luchar durante su vida cristiana?
7)      ¿Qué enemigos le asustan?
8)      ¿Cómo juzga usted la actuación de Saúl y Jonatán en este capítulo?
9)      ¿Cuál es la intención del enemigo al merodearnos?
10)  ¿Por qué Satanás quiere desarmarnos?
11)  ¿Por qué a Samuel no le pareció bien que Saúl ofreciera holocausto y ofrendas de paz, cuando se vio en apuros con los filisteos?
12)  ¿Cuáles son las características de un corazón conforme al corazón de Dios?
13)  ¿Qué diferencia hay entre la guerra de los israelitas y la guerra de los cristianos?
14)  ¿Qué podemos hacer con los distintos tipos de merodeadores: eclesiales, chismosos, malintencionados y espirituales?
 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         “Watchtower, Biblioteca en Línea” Disponible en http://wol.jw.org/es/wol/h/r4/lp-s

domingo, octubre 02, 2016

EL ESPÍRITU SANTO CONDUCE A LA SALVACIÓN.


NEUMATOLOGÍA
LECCIÓN 2

Lectura bíblica: “10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. / 11 Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.” (San Marcos 13:11) 

Idea central: El Espíritu Santo conduce a la salvación. 

Objetivos: a) Comprender que el Espíritu Santo conduce al pecador a la salvación; b) Comprender y valorar que el Espíritu Santo actúa como testigo de Jesucristo; c) Comprender que el Espíritu Santo nos convence de pecado; d)  Comprender que el Espíritu Santo nos hace declarar a Jesucristo como nuestro Señor: e) Estar conscientes de la Presencia y acción del Espíritu Santo cuando evangelizamos; f) Apreciar el trabajo del Espíritu Santo dándole gracias a Dios por ello; g) Orar cada vez que predicamos el mensaje del Evangelio, para que el Espíritu Santo ponga Sus Palabras en nuestra boca, convenza de pecado, guíe al arrepentimiento al pecador y conduzca a su salvación en Cristo.  

Resumen: El Espíritu Santo, como Tercera Persona de la Trinidad, está muy interesado en la salvación de las almas y Su rol es conducirlas al Salvador y Señor Jesucristo, para lo cual actuará como Testigo de Jesucristo, le convencerá de pecado y llevará a reconocer a Jesucristo como Salvador y Señor. 

E
l Espíritu Santo no es una “energía” irracional ni mágica, algún fluido de la naturaleza u otra fuerza cósmica. No, el Espíritu Santo es una Persona de la Santísima Trinidad. Como Persona, piensa, siente, actúa, tiene voluntad y todas las facultades de la persona desarrolladas a su grado máximo y en términos positivos.  

Por ser parte de Dios actúa en consonancia con el Padre y el Hijo. Nada hace en contra de Ellos sino que les apoya y Su acción es acorde a los planes Divinos. Ninguna de las Tres Personas de la Trinidad procede en forma independiente ni contradictoria a los Otros, ya que conforman un solo Dios.  

El Espíritu de Dios está tan interesado como el Padre y el Hijo, en la conversión de las almas, su salvación eterna y su santificación. Por tanto procurará hacer todo lo posible para que los pecadores incrédulos reconozcan su pobre condición, conozcan el destino horrible que les espera si no cambian de actitud, se arrepientan de sus pecados, conozcan la Persona de Jesucristo como Salvador y Señor, y entreguen sus vidas a Él. De tal modo que tomará al incrédulo y le conducirá a la salvación, utilizando la Palabra de Dios en boca de Sus ministros y fieles. 

¿Por qué decimos que el Espíritu Santo nos conduce a la salvación? 

  1. Porque el Espíritu Santo actúa como testigo de Jesucristo.
“26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (San Juan 15:26) 

El Maestro prometió un Espíritu al que llamó “el Consolador” pues traería consuelo a todo cristiano en las penas diarias, en la persecución, en la soledad, las burlas, el hambre, en fin toda circunstancia difícil, toda prueba. Dijo que ese Consolador lo enviaría cuando regresara con el Padre. Tal Espíritu es verdadero, no es falso, es de Dios y transmite la Verdad de él. Este Espíritu Santo dará testimonio de Jesucristo. Testificar es declarar una cosa asegurando su veracidad por haber sido testigo de ello; también es probar algo mediante testigos o documentos auténticos. Como Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo atestigua la veracidad de Jesucristo y el Evangelio. Sin el testimonio del Espíritu no se nos revelaría Jesucristo. 

Decimos que el Espíritu Santo nos conduce a la salvación porque el Espíritu Santo actúa como testigo de Jesucristo. Al creer en el testimonio de Jesús, que dio Su vida por la Humanidad, que es el Hijo de Dios y que en Él tenemos salvación, comenzamos a conocer y creer en Jesús como el Salvador Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan 3:16) 

Cuando alguien escucha el mensaje del Evangelio, de inmediato el Espíritu Santo se pone en acción y habla al corazón de esa persona, toca su entendimiento, sensibiliza su alma al mensaje de Dios; actúa como Testigo de Jesucristo. El Espíritu Santo estuvo desde el principio de los tiempos: estuvo en la creación del mundo; estuvo en los cielos cuando se determinó que el Hijo vendría a redimir a la Humanidad; estuvo cuando fue concebido Jesús en el vientre de María; estuvo cuando Jesús fue bautizado; fue Testigo de la muerte y resurrección de Jesús, como lo asegura el apóstol Juan: “6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. / 7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. / 8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan” (1 Juan 5:6-8) El verso 7 fue agregado por algún copista de los siglos XV o XVI y correspondió a una interpretación al margen. Aún así, podemos decir que el Espíritu sí es un Testigo celestial, como Persona de la Trinidad. Pero también es un Testigo terrenal, en el sentido que Él estuvo presente en cada uno de los actos de Jesús.  

El Espíritu Santo, el agua y la sangre que brotaron del costado de Jesús al ser atravesado por la lanza del soldado, dan testimonio del acto redentor de Jesucristo: “33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. / 34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. / 35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.” (San Juan 19:33-35) 

  1. Porque el Espíritu Santo nos convence de pecado.
“7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. / 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (San Juan 16:7,8) 

Jesús explicó a Sus discípulos que era conveniente que Él les dejara, pues así sería posible que el Espíritu Consolador viniera a ellos. En ese tiempo el Espíritu  les hablaba por medio de Jesús, de un modo externo; cuando viniese a ellos, sería Jesús mismo habitando dentro de ellos. Les dijo que cuando el Espíritu Santo viniera les convencería de pecado, de justicia y de juicio.  

El Espíritu Santo nos da a conocer que somos pecadores. Si Él no cumpliera esa función, nuestro orgullo y vanidad nos impediría ver y reconocer nuestra condición de pecadores.  

El Espíritu Santo muestra la justicia de Dios para con el ser humano. Jesucristo murió por el Hombre para que la justicia de Dios fuera cumplida: el pecado del ser humano debía recibir el justo castigo de Dios. Jesucristo tomó sobre Sí ese castigo, cumpliendo la justicia que requeríamos: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21) 

El Espíritu Santo convence al humano sobre el juicio que recae sobre el hombre por su pecado. Debemos diferenciar “pecado” en singular, de “pecados” en plural; el primero es la raíz de todos nuestros males, el pecado inicial, que es la desobediencia y rebelión contra Dios. Este pecado encierra en sí mismo la incredulidad para con Dios. La raíz de todos los “pecados” es la desobediencia al Señor. Pecados como el adulterio, la ira, la mentira, el robo, el asesinato, el odio, etc. tienen su origen y son sólo expresión del “pecado” original: el desprecio por la voluntad de Dios, la desobediencia. 

Decimos que el Espíritu Santo nos conduce a la salvación porque el Espíritu Santo nos convence de pecado. Al ser convencidos por el Espíritu que somos pecadores, nos sentimos tristes y avergonzados por haber ofendido a Dios. 

Cuando una persona escucha el mensaje del Evangelio, el Espíritu trabaja con la Palabra de Dios en la conciencia de éste y le da argumentos que le convencen que él es un pecador, que debe arrepentirse de sus pecados, pedir perdón y volverse a Dios. 

  1. Porque el Espíritu Santo nos hace declarar a Jesucristo como nuestro Señor.
3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.” (1 Corintios 12:3) 

Si alguien es inspirado por el Espíritu Santo es imposible que diga palabras insultantes contra Jesucristo o lo trate de maldito. El Espíritu y Jesús están de acuerdo pues ambos son parte de la Santísima Trinidad. De igual modo, para que una persona llame Señor, es decir Dueño o Gobernante de su vida, es necesario que el Espíritu Santo se lo revele. Esto es porque siempre el Espíritu de Dios querrá que los seres humanos reconozcan a Jesús como Señor y se le sometan. La sumisión a Cristo, el reconocimiento de Su Señorío sobre nosotros, es el primer paso en la salvación del alma. El Espíritu nos convence de pecado y nos lleva a arrepentirnos y reconocer que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador. Sin el Espíritu Santo esto no es posible. Sin la intervención del Espíritu de Dios no hay salvación.  

Decimos que el Espíritu Santo nos conduce a la salvación porque el Espíritu Santo nos hace declarar a Jesucristo como nuestro Señor. Al hacerlo le entregamos la vida y nos transformamos en siervos de Él, dispuestos a obedecerle y cumplir Su voluntad. 

Al escuchar el mensaje de Jesucristo, el Espíritu Santo mueve al oyente a reconocer a Jesús como su Señor y Salvador. El Señorío de Jesucristo es evidente en el Evangelio y la necesidad de que la persona se someta completamente a Su autoridad, para entrar en el Reino de Dios y comenzar a vivir bajo Su gobierno. En verdad este es el sentido de la frase del Padrenuestro que dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (San Mateo 6:10) El propósito del evangelismo finalmente es que la persona salve su alma de la eterna condenación y se someta a Jesucristo como Señor. La sumisión al Señor es la actitud básica de un verdadero discípulo de Jesucristo.
 

ENSEÑANZAS DE VIDA:
1)      Estar conscientes de la Presencia y acción del Espíritu Santo cuando evangelizamos.
2)      Apreciar el trabajo del Espíritu Santo dándole gracias a Dios por ello.
3)      Orar cada vez que predicamos el mensaje del Evangelio, para que el Espíritu Santo ponga Sus Palabras en nuestra boca, convenza de pecado, guíe al arrepentimiento al pecador y conduzca a su salvación en Cristo.  

CONCLUSIÓN.
Decimos que el Espíritu Santo nos conduce a la salvación porque: 1) El Espíritu Santo actúa como testigo de Jesucristo; 2) El Espíritu Santo nos convence de pecado; y 3) El Espíritu Santo nos hace declarar a Jesucristo como nuestro Señor. 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿En qué momentos usted evangeliza?
2)      ¿Es siempre consciente de la presencia y acción del Espíritu Santo en su vida?
3)      ¿Da gracias a Dios cada día por la ayuda del Espíritu Santo?
4)      ¿Acostumbra orar antes de predicar el Evangelio?
5)      ¿Está actualmente conduciendo a personas a la salvación en Cristo?
6)      ¿Por qué se dice que el Espíritu Santo actúa como testigo de Jesucristo?
7)      ¿Qué significa para usted que Jesucristo sea su Señor?
8)      ¿Por qué la sumisión al Señor es tan importante para ser un discípulo de Jesucristo?
9)      ¿Por qué es importante que demos a conocer a Jesucristo a familiares y amigos?
10)  ¿Qué debemos enseñar a las personas principalmente sobre el Espíritu Santo?
11)  ¿Qué pecado está a la base de todos mis pecados y cómo podemos combatirlo?
12)  ¿Ha descubierto usted cuáles son sus pecados o debilidades más fuertes?
 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Apuntes de clases de Neumatología del profesor Rvdo. David King, Seminario Teológico De La Gracia, Chile, noviembre de 2008.