domingo, enero 28, 2018

FAMILIAS QUE ADORAN AL SEÑOR.


LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº3

 
© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. / 32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hechos 4:31,32 

Idea central: Las familias cristianas adoran juntas y unidas al Señor. 

Objetivos: a) Comprender la diferencia entre estar las familias “juntas” y estar “unidas”; b) Valorar la importancia y practicar el estar las familias cristianas unidas ante Dios en un corazón y un alma; c) Tener como ejemplo de Iglesia, la primera Iglesia; d) Vivir la fe unidos y no separadas por asuntos doctrinales; e) Predicar el Evangelio, considerando a cada persona evangelizada como un pez que pertenece a un cardumen que debemos alcanzar para Jesucristo; y f) Funcionar como pequeñas comunidades domésticas en las casas, adorando unidas las familias a Dios.  

Resumen: Durante casi tres siglos la primera Iglesia funcionó en las casas, el oikos romano que abarcaba una gran cantidad de personas. El sentir y pensamiento de estos primeros cristianos permitió que familias completas se convirtieran a Jesús, que vivieran unidas la fe y reunidas en las casas formaran un movimiento de gran impacto en la sociedad. Aquellos principios y métodos debieran practicarse hoy día para sacar a la Iglesia de las tentaciones en que vive hoy y prepararla para los tiempos difíciles que vienen.
 

U
na cosa es estar juntos y otra estar unidos. Una pareja puede convivir en el mismo lugar, incluso tener vida íntima, pero no estar unidos en alma y espíritu. Habitar la misma casa no es estar unidos. Con las familias pasa lo mismo, los vecinos se visitan, ríen, comparten, pero no están unidos, no tienen una comunión, un pensamiento y sentimientos comunes. En la Iglesia las familias no sólo se juntan, sino que están unidas en un solo espíritu para servir a Dios de diversas formas y servirse los unos a los otros. No se va a la Iglesia sino que se está en la Iglesia. Nadie dice voy a ir a mi familia puesto que siempre somos parte de la familia. Desde el día en que la Iglesia confundió su ser “familia de Dios” con el templo o lugar donde se rinde culto, se perdió el sentido de unidad y pertenencia a un solo Cuerpo.  

Es necesario recuperar esa unidad de las familias cristianas, eso que es más que estar juntos algunos domingos. Para lograrlo, necesitamos ver cómo vivieron la fe los primeros discípulos. 

¿Cómo vivían la fe las primeras familias cristianas? 

1.      Las familias vivían su fe unidas.
“Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.” (1 Corintios 16:19)  

La primera carta a los corintios fue escrita por San Pablo desde la ciudad de Éfeso. Al terminar la epístola, envía un saludo de “las iglesias de Asia”, se refiere a las comunidades cristianas del Asia Menor, algunas de las cuales son las “siete iglesias” nombradas en Apocalipsis: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Pero también nombra a un matrimonio muy querido por él, con quienes ha trabajado tanto en lo secular como en lo espiritual, fabricando tiendas de campaña y predicando el Evangelio, la pareja formada por Priscila y Aquila. En la casa de ellos funciona una comunidad cristiana, es decir tienen una “casa-Iglesia”. 

La Iglesia en esa época no estaba dividida por doctrinas como es hoy día en que se agrupan las distintas corrientes de pensamiento en denominaciones. Todos eran “cristianos” y las iglesias se nombraban según el nombre de la ciudad. Eran iglesias locales y no funcionaban en templos, aún no se construían edificios para el culto cristiano, sino que se reunían en las casas.  

Un caso notable es el matrimonio de Priscila y Aquila de la Iglesia de Roma, luego trasladados a Corinto, donde conocieron y trabajaron junto al apóstol Pablo. Tenían el mismo trabajo de Pablo, fabricantes de tiendas. Llegaron a esa ciudad cuando Claudio expulsó a todos los judíos de Roma: “1 Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. / 2 Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, / 3 y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.”  (Hechos 18:1-3).  

Priscila y Aquila acompañaron al Apóstol en su viaje misionero hasta Éfeso, donde ministraron especialmente a Apolos: “24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. / 25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. / 26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.” (Hechos 18:24-26).  

Después de la muerte del emperador Claudio, la pareja volvió a Roma. La casa de Priscila y Aquila, ambos judíos, estaba abierta a los hermanos de Roma. Cuando San Pablo estaba encarcelado en esa ciudad y habían pasado 16 años desde que conoció a la pareja en Corinto, siendo inminente su muerte a manos del emperador Nerón, escribió en uno de sus últimos párrafos de su vida: “3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, / 4 que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. / 5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo.” (Romanos 16:3-5) 

Cuando se escribe acerca de “la congregación que se reúne en su casa”, se está hablando de familias que se reúnen en el hogar de una familia cristiana. Las familias oran, cantan a Dios, testifican de los hechos maravillosos de Cristo, leen y comentan la Palabra de Dios, se ayudan mutuamente, evangelizan a otras familias, en fin viven la fe unidas. 

2.      Las familias se convertían a Jesucristo.
“1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” (Filipenses 1:1) 

Filipos es llamada la “iglesia gozosa” por sus admirables cualidades, muy querida por el apóstol Pablo. ¿Cómo nació esta iglesia? Producto de una visión que tuvo el Apóstol: “9 Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. / 10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.” (Hechos 16:9,10). Así Pablo fue impulsado en su segundo viaje misionero, cerca del 49 DC., a cruzar el mar Egeo e introducir el Evangelio en Europa. La Iglesia de Filipos fue el primer fruto. 

La iglesia de Filipos se inició con la conversión de Lidia, una mujer gentil de negocios: “14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. / 15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.” (Hechos 16:14,15) 

Luego de un altercado por una muchacha que practicaba la adivinación, Pablo y Silas fueron azotados con varas y les encarcelaron. En la cárcel ocurrió la conversión de un hombre y luego toda su familia: “23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. / 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. / 25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. / 26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. / 27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. / 28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. / 29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; / 30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? / 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. / 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. / 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.” (Hechos 16:23-33) 

A partir de estos acontecimientos creció la Iglesia de Filipos, una iglesia constituida por familias, nació en las casas de Lidia y el carcelero de Filipos. Esto es porque Dios no apunta a peces aislados sino a cardúmenes; cada persona representa una familia y cada familia una ciudad, etc.

 

3.      Las familias se reunían en el oikos.
“Y todos los días se reunían en el templo y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46).  

Así era la vida de los primeros cristianos; aún no existía la diferencia radical entre judíos y cristianos, así es que ellos adoraban en el templo y compartían los alimentos en las casas. La expresión en griego es kat’ oikon,  “por las casas”. El oikon u oikos se refiere a personas con las que nos relacionamos de manera regular. El oikos era la piedra angular de la sociedad antigua. Era el conjunto de bienes y personas que constituía la unidad básica de la sociedad en la mayoría de las ciudades-estado o polis. Incluía al cabeza o varón mayor, la familia nuclear y extendida, y los esclavos. Esta unidad social y económica fue alcanzada por el Evangelio. Aristóteles describió el oikos como una “comunidad constituida naturalmente para la satisfacción de las necesidades cotidianas, cuyos miembros se definen como aquellos que han sido criados con un mismo alimento”. El mensaje de Jesucristo vendría a alimentar espiritualmente a toda una comunidad de personas, el oikos. Cuando leemos en el Nuevo Testamento la palabra “casa” o “familia”, necesariamente tenemos que ubicarnos en las ideas de “casa” y “familia” de aquella época. 

Filemón, discípulo de la ciudad de Colosas, recibió una carta del apóstol Pablo en que éste le dice: "al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa" (Filemón 1:2), tëi kat’ oikon sou ekklësiâi”. Filemón era un hombre rico que había escuchado el Evangelio de labios de San Pablo, cuando éste llegó de Éfeso, y se salvó al depositar su fe en Jesús. Ahora en casa de Filemón se reunía toda una iglesia.  

Las casas romanas de la elite, grandes y elegantes, llamadas “domus”, tenían un patio central o “atrium” en torno al cual se repartían una serie de dependencias. En esta estancia se solía poner el altar destinado a los dioses protectores del hogar y la familia, donde se llevaba a cabo el culto familiar dirigido por el pater familias. Allí también estaban las estatuas de los antepasados. Es fácil pensar entonces que los oikos convertidos a Jesucristo, quitarían esos iconos y en ese lugar, el “lararium”, celebrarían el culto al Señor.  

Otro caso de una “iglesia en casa” es el oikos de Ninfas: “Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.” (Colosenses 4:15). En su casa, “kat’ oikon”, se reunía toda una congregación. Hay dudas si el nombre corresponde a una mujer o a un hombre; si fuese femenino podríamos argumentar que la iglesia neotestamentaria no era una iglesia machista. Que una congregación se reuniera en casa de Ninfas significa que esta persona tenía un liderazgo y no sencillamente que prestara su casa para reunir cristianos. 

Onesíforo al parecer había muerto recientemente y Pablo, agradecido de su gestión, espera que el Señor le recompense por su servicio y que tenga misericordia de su oikos: “16 Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, / 17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. / 18 Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.” (2 Timoteo 1:16-18) Al término de la epístola anota: “Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo.” (2 Timoteo 4:19) “Töi Onësiphorou oiköi” expresa un deseo para el futuro. 

Otros ejemplos de Iglesia en casa es el oikos de Aristóbulo: “Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo.” (Romanos 16:10). En el original griego no dice “saluden a los de la casa de Aristóbulo” sino “saluden a los de Aristóbulo”. Lo mismo sucede con el oikos de Narciso: “Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.” (Romanos 16:11) 

La iglesia neotestamentaria era una comunidad naciente; entre sus desafíos estaba la persecución de las autoridades y la incomprensión del mundo judío, del cual se había desprendido. Aún no tenía templos ni edificios dedicados exclusivamente al culto divino; sin embargo el reunirse en las casas ofrecía una calidez, intimidad, informalidad y flexibilidad que se perderían al institucionalizarse en el siglo IV DC. Ese estado de clandestinidad y silencio de la Iglesia hasta el siglo III cambió radicalmente con el edicto de Constantino del 313 y con la protección de la familia imperial, en particular de su madre Elena, al desarrollar una política religiosa que le llevaría a una monarquía teocrática. 

Hoy día se requiere que la Iglesia vuelva a las casas para protegerse del consumismo religioso, la transformación del cristianismo en un espectáculo, la utilización política de la Iglesia y la tentación del poder mundano. Se requiere de una Iglesia más doméstica, comprometida con la gente, más espiritual, con mayor poder sobrenatural que poder temporal, más practicante del Evangelio y coherente con los principios de su Fundador.  

La Iglesia no es un lugar sino una comunidad de personas, como el oikos del primer siglo, una familia de creyentes. Necesitamos compartir, convivir, conocernos, amarnos, ayudarnos, hacer la tarea o misión que Jesús nos encomendó, dejando a un lado tanta discusión doctrinal y formal que sólo nos separa, produciendo a veces brechas imposibles de salvar. Si Jesucristo es nuestro Modelo de Hombre, la Iglesia Neotestamentaria del primer siglo es nuestro modelo de Iglesia. 

CONCLUSIÓN.
Las primeras familias cristianas no sólo adoraban juntas a Dios, sino que estaban unidas en un corazón y un alma. Son ejemplo para la Iglesia de hoy pues: 1) Vivían su fe unidas, no separadas por asuntos doctrinales; 2) Se convertían a Jesucristo, considerando a cada cristiano como un pez parte de un cardumen; y 3) Se reunían en el oikos, funcionando como pequeñas comunidades en las casas. Las primerias familias cristianas adoraban unidas a Dios.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema de la Iglesia actual?

2)      ¿Cómo se puede aplicar el principio “detrás de un pez siempre hay un cardumen”?

3)      ¿Cómo vive su congregación la unidad de la Iglesia?

4)      ¿Qué diferencias y similitudes hay entre el oikos y la familia actual?

5)      ¿Cuál es la importancia de la “iglesia en casa” hoy y en el futuro?

6)      ¿Cómo pueden los cristianos llegar a estar unidos “en un corazón y un alma”?

7)      ¿Qué es más importante para usted: la doctrina o el amor?

8)      ¿Qué situaciones conoce usted de personas que están juntas pero no unidas?

9)      ¿Qué virtudes nos enseña la pareja de Priscila y Aquila?

10)  ¿Por qué no debiéramos decir “voy a la iglesia”?

11)  ¿Cuáles eran, según Apocalipsis,  las “siete iglesias” del Asia Menor?

12)   ¿Cuándo se comenzó a construir edificios para el culto cristiano?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         (1974) “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Rollo Marín, Antonio (1954) “Teología de la Perfección Cristiana” Biblioteca de Autores Cristianos.
·         (2011) “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español” Argentina, Iglesia en Salta, Ministerio Apoyo Bíblico.
·         Tapia Contardo, Iván “La Iglesia que se reúne en tu casa” Disponible en http://palabradediosgratis.obolog.es/iglesia-se-reune-casa-212163
·         “La vivienda romana: Características principales de la domus” Disponible en: http://www.temporamagazine.com/la-vivienda-romana-caracteristicas-principales-de-la-domus/

domingo, enero 14, 2018

INSTRUYE A TU FAMILIA EN LA ESCRITURA.


 
LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº2 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. / 10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio 4:9,10 

Idea central: Razones por las cuales instruir a la familia en la Escritura. 

Objetivos: a) Comprender y valorar la importancia de instruir a la familia en el Evangelio; b) Conocer las razones primordiales por las que las familias deben ser instruidas en la Escritura; c) Alimentar la memoria intelectual con los hechos maravillosos de Dios en Su pueblo; d) Impactar la memoria emotiva de las nuevas generaciones con la Palabra de Dios; y e) Inculcar en la familia el temor a Dios. 

Resumen: Es deber de todo cristiano instruir a su familia en el Evangelio. El capítulo 4 de Deuteronomio nos enseña a guardar el alma con diligencia, a testificar y enseñar el Evangelio a nuestros hijos y nietos, y a instarles al temor de Dios. El texto nos da tres razones primordiales por las que las familias deben ser instruidas en la Escritura: alimentar la memoria intelectual, impactar la memoria emotiva  e inculcar el temor de Dios. 

 

A
ctualmente, a pesar de la cantidad de traducciones y versiones de la Biblia, todavía hay mucha ignorancia sobre las Escrituras Sagradas. Tal vez esto es resultado de un creciente desprestigio de las iglesias y la religión, como también del espíritu de la sociedad en que nos ha tocado vivir, bastante hedonista y en que la publicidad motiva y estimula la sensualidad, lo superficial y todo lo fácil.  

Si todavía nos consideramos creyentes en Dios, cualquiera sea la concepción cristiana que tengamos, es necesario que conozcamos la Biblia, que contiene la voluntad y Palabra de Dios para la Humanidad. En el sagrado Libro se nos enseña, entre otras muchas cosas, como debe la familia ser instruida en la Verdad de Dios. Tal cosa será muy edificante para el niño y el joven, las generaciones futuras de la sociedad y de la Iglesia, puesto que les instruirá en aspectos morales y espirituales, y les llevará por el camino de salvación de sus almas. Para el adulto, padre, madre, abuelos, sus enseñanzas serán fuente de consolación y esperanza frente a las vicisitudes de la vida. 

Transmitir la Escritura a su familia es deber de todo cristiano. Lo haremos con inteligencia, amor, perseverancia y fe, evitando ser gravosos y más bien motivando a su conocimiento. El libro de Deuteronomio nos ordena en el capítulo 4 instruir a la familia en las Escrituras.  

¿Por qué debemos instruir a nuestras familias en la Escritura? 

1.      Para que no se olviden de las cosas que sus ojos han visto.

“9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida...” (Deuteronomio 4:9a)  

Moisés, el gran líder de los hebreos, quien les libertó de la esclavitud de Egipto, conduciéndoles a la Tierra Prometida, les encarga que se cuiden en el aspecto moral y espiritual, mismo consejo que debiéramos tomar todos los que seguimos al gran Líder del Nuevo Testamento que es Jesucristo. Y ese cuidado ha de ser con diligencia. Quizás somos muy diligentes para obtener dinero y recursos para nuestras familias, pero no aplicamos la misma diligencia en cuanto a la protección y desarrollo del alma y el espíritu. Cuando hablamos de alma, nos referimos a la psique o psiquis (los pensamientos, las emociones, los valores, la voluntad).

Es diligente quien pone mucho interés, esmero, rapidez y eficacia en la realización de un trabajo o en el cumplimiento de una obligación o encargo. El consejo de la Escritura aquí es la diligencia en guardarse para Dios y guardar el alma, es decir cuidarla del mal. Dios nos insta a la vida correcta, a la pureza de alma, al buen corazón, a la limpieza de mente, es decir a la santidad. Dios es Santo, no tiene pecado, es absolutamente correcto en lo moral; como hijos de Él debemos imitarle y procurar vivir una vida santa. La vida cristiana debe ser una vida en corrección. Todos los seres humanos, hasta los considerados más correctos, somos pecadores; la diferencia entre los creyentes y los no creyentes, es que nosotros somos “pecadores arrepentidos”. De acuerdo a la definición de diligencia, tendríamos que poner todo nuestro interés, esmero, rapidez y eficacia en vivir la santidad, que no es otra cosa que hacer la voluntad de Dios. 

Como vimos en la reflexión anterior, podemos ser diligentes con la ayuda del Espíritu Santo que nos ha otorgado el don de temor de Dios. Este don nos advierte y detiene cada vez que intentamos salirnos del camino y obrar mal, siguiendo los dictados de la carne y no los deseos del espíritu. El Espíritu Santo es un gran poder que fomenta en las personas la virtud y la superación del pecado. Quien quiera vivir sabiamente, conforme a la voluntad Divina, será guiado por el temor de Dios: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre.” (Salmos 111:10) 

Moisés encargó a su pueblo que guardase el alma diligentemente con el propósito de que no olvidaran los milagros que Dios había hecho entre ellos al liberarlos y conducirlos por el desierto, ni se apartaran de la fe en el Todopoderoso Libertador. El conocimiento de la Escritura nos ayuda a recordar los maravillosos hechos de Dios en la vida de Su Pueblo, al cual nosotros pertenecemos, y a guardar el alma con diligencia. 

2.      Para que esas cosas no se aparten jamás de su corazón.

“ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.” (Deuteronomio 4:9b 

Aquellos hechos maravillosos que el Señor hizo en Israel son similares a los que ha ejecutado en nuestras vidas: Ellos fueron sacados de la esclavitud de Egipto, nosotros fuimos liberados del Reino de Tinieblas; ellos salieron de la dictadura del Faraón, nosotros fuimos rescatados del poder de Satanás; ellos miraron la serpiente de bronce puesta en alto por Moisés y fueron sanados de las picaduras de las serpientes, nosotros miramos a Jesucristo colgado a la cruz y fuimos sanados del pecado, la mordedura de Satanás; ellos atravesaron el Mar Rojo, nosotros atravesamos las aguas del bautismo; ellos peregrinaron por el desierto con dirección a Canaán, nosotros peregrinamos por el desierto de la vida con dirección al Cielo; ellos iban tras Moisés, el líder que los salvó de la opresión y nosotros seguimos a Jesucristo, nuestro Salvador; ellos bebían agua de la roca, nosotros bebemos el Espíritu Santo de la Roca eterna; ellos se alimentaron del maná en el desierto, nosotros nos alimentamos de la Palabra de Dios... 

Tales maravillas las enseñamos a nuestros hijos y nietos, porque son reales para nosotros. Somos testigos de los maravillosos hechos de Dios en nuestras vidas. Es mandamiento de Dios hacerlo: “1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; / 2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. / 3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. / 4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. / 5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. / 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; / 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. / 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; / 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:1-9 

Es nuestro deber testificar y enseñar el Evangelio a nuestros hijos y nietos, para que jamás se aparten en sus vidas del Camino del Señor.
 

3.      Para temer a Dios todos los días que vivieren sobre la tierra.

“10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio 4:10 

En el monte de Horeb o Sinaí, de más de 2.000 metros de altura, Dios entregó a Moisés las Tablas de la Ley con los 10 mandamientos. También fue conocido como el monte de Jehová, el lugar más sagrado del judaísmo. Fue alcanzado este lugar por los hebreos tres meses después de su liberación de Egipto, a cuyos pies acamparon durante un año: “1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. / 2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. / 3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: / 4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. / 5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. / 6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.” (Éxodo 19:1-6 

La orden del Señor en el Antiguo Testamento fue: a) oír Sus Palabras; b) aprender Sus Palabras; c) Temer a Dios cada día; y d) enseñar Sus Palabras a los hijos. Algo similar ratificó Jesús en el Nuevo Testamento: “19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (San Mateo 28:19,20) Enseñar a guardar o poner por obra todo lo que Jesús enseñó en el Evangelio es nuestro deber con el Maestro. Los hijos y la familia en general han de ser los depositarios de esas enseñanzas. He aquí algunos textos que transmiten las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la educación de la familia en el Evangelio: 

a)      Los padres deben pensar primero en sus hijos, antes que en los extraños: Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.” (San Marcos 7:27) 

b)      Lo natural y correcto es que los padres satisfagan a sus hijos en sus necesidades: Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (San Lucas 11:13) 

c)      Dios puede usar a nuestros hijos y ancianos como portavoces. El apóstol Pedro el día de Pentecostés, ante el derramamiento del Espíritu Santo, declaró que este fenómeno era el cumplimiento de la profecía de Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños;” (Hechos 2:17) 

d)     La promesa del perdón de pecados y la recepción del Espíritu también es para nuestros hijos: Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hechos 2:39) 

e)      Los hijos y los cónyuges no creyentes son santificados por la fe del esposo o esposa cristianos, Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.” (1 Corintios 7:14) 

f)       Es deber de todo padre atender y sustentar en toda necesidad a sus hijos, en tanto éstos sean menores: He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.” (2 Corintios 12:14) 

g)      Es justo que los hijos obedezcan a sus progenitores, porque ellos obedecen al Señor: “hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” (Efesios 6:1) 

h)      Tres cosas deben considerar los papás en la educación de sus hijos: 1) No violentarlos con órdenes injustas, actitudes prepotentes o hipocresía; 2) Aplicar disciplina, entendida como orden y justicia, enseñándoles a obedecer;  y 3) Reprenderlos cuando cometan errores, enseñándoles la voluntad del Señor. “4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4) 

i)        A Dios le agrada que los hijos obedezcan a los padres, quienes han sido puestos como autoridad sobre ellos para que los críen hasta que salgan de casa: “hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” (Colosenses 3:20) 

j)        Debemos evitar que nuestros hijos se enojen y desanimen por nuestras actitudes injustas: Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” (Colosenses 3:21) 

k)      Un líder de la Iglesia, como todo jefe de hogar, debe procurar gobernar y administrar bien su casa:que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Timoteo 3:4) 

l)        La misericordia y la gratitud deben reinar en la familia cristiana. Es deber de los hijos preocuparse de sus padres, abuelos y suegros en su vejez: Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.” (1 Timoteo 5:4) 

La instrucción en las Escrituras implica transmitirlas para su puesta en práctica más que para su memorización. Poner en práctica las enseñanzas del Evangelio desde su más tierna edad, ayudará a que nunca se aparten de Dios y si un día lo hacen, a la postre volverán a encontrarse con Él. Instruir a nuestras familias en las Escrituras es ayudarles a salvar sus almas en el temor de Dios.  

CONCLUSIÓN.
El capítulo 4 de Deuteronomio tiene algo muy importante que decirnos sobre el deber del creyente seguidor de Dios y Jesucristo, con respecto a su familia. Los creyentes debemos enseñar la Biblia a nuestros familiares, sobre todo a los más cercanos. Nos da tres razones primordiales por las que las familias deben ser instruidas en la Escritura: 1) Para que no se olviden de las cosas que sus ojos han visto (memoria intelectual); 2) Para que esas cosas no se aparten jamás de su corazón (memoria emotiva); y 3) Para temer a Dios todos los días que vivieren sobre la tierra.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Está usted transmitiendo el Evangelio a su familia?
2)      ¿Cuáles son los hechos de Dios que más le han impactado en su vida?
3)      ¿Qué experiencias sobrenaturales ha tenido en su vida cristiana?
4)      ¿Acostumbra leer y comparar diferentes traducciones y versiones de la Biblia?
5)      ¿Cuál es a su juicio la mejor forma de instruir a la familia en la Verdad de Dios?
6)      ¿Por qué debemos instruir a nuestras familias en la Escritura?
7)      ¿Se considera un/a cristiano/a diligente en el servicio a Dios?
8)      ¿Si creyentes y no creyentes son todos pecadores, cuál es la diferencia entre ellos?
9)      ¿Qué don del Espíritu Santo nos ayuda a ser diligentes en la fe?
10)  ¿Qué utilidad tiene conocer la Escritura?
11)  ¿Qué deberíamos hacer con la Palabra de Dios después de oírla?
12)  ¿Qué similitudes hay entre el peregrinaje de Israel y la vida cristiana?
13)  ¿Qué consejo del Nuevo Testamento sobre los hijos y la familia llama más su atención? 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Rollo Marín, Antonio (1954) “Teología de la Perfección Cristiana” Biblioteca de Autores Cristianos.